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El objetivo de las vacunas antitumorales es generar una respuesta inmune específica y duradera que evite las recidivas y la formación de metástasis.
“Estas vacunas también serían ideales para pacientes con enfermedad mínima residual o para administrar en forma preventiva a pacientes que presenten altos niveles de biomarcadores que indiquen riesgo de desarrollar cáncer de mama”, explicó a la Agencia CyTA-Leloir la doctora Marianela Candolfi, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (INBIOMED), dependiente de la Facultad de Medicina de la UBA y del CONICET (Argentina). Y agregó: “El objetivo a largo plazo de los estudios sobre vacunas antitumorales es lograr que, en los pacientes con chances de responder a la inmunoterapia, ésta reemplace o acompañe a las terapias actuales.”
En el nuevo estudio, publicado en Breast Cancer Research and Treatment, Candolfi, integrantes de su grupo y colaboradores lograron que la vacuna pudiera inhibir con más potencia el crecimiento del tumor y el desarrollo de metástasis.
Para lograr ese resultado, los investigadores argentinos inhibieron, mediante técnicas moleculares, la acción de Foxp3. “Esta proteína parece participar en la formación de un microambiente que normalmente limita la respuesta inmune contra el tumor”, indicó Candolfi, quien es investigadora del CONICET.
Los científicos realizaron experimentos In vivo en ratones portadores de distintos tumores de mama, en los que evaluaron el crecimiento tumoral y el desarrollo de metástasis espontáneas luego de tratarlos con vacunas y el péptido P60, inhibidor de Foxp3.
“En estudios In vitro observamos que Foxp3 no solo está presente y es funcional en células inmunosupresoras, sino que se detecta también en células de cáncer de mama, tanto de ratón como humanas, por lo que se abren caminos para el desarrollo de estrategias terapéuticas transferibles a la medicina”, destacó Candolfi.
Si bien el tratamiento con el péptido P60 tuvo efecto antitumoral en los modelos animales estudiados, se metaboliza rápido y pierde efectividad si no se lo administra de manera periódica en dosis altas. Para mejorar el efecto antitumoral, el grupo de Candolfi en colaboración con la doctora Flavia Zanetti, del Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein, que depende del CONICET y de la Fundación Pablo Cassará, desarrolló un vector de terapia génica para expresar localmente el péptido, el cual está siendo evaluado en estudios preclínicos. “La translación de esta terapia a la clínica requiere de nuevos estudios en modelos animales y en pacientes”, afirmó Candolfi, quien bregó porque el Estado garantice el presupuesto de ciencia y tecnología.El trabajo contó con financiamiento del CONICET y de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Y de él también tomaron parte los doctores Noelia Casares y Juan José Lasarte Sagastibelza de la Universidad de Navarra (España), así como investigadores del Instituto de Oncología Roffo de la UBA y de otros centros.
noviembre 28/2017 (noticiasdelaciencia.com)