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La pérdida de la función renal no es sinónimo del paso del tiempo. Medidas de prevención oportunas pueden minimizar un proceso que no es, desde luego, fisiológico.
Uno de cada siete adultos en España sufre enfermedad renal crónica (ERC), enfermedad que aumenta exponencialmente el riesgo de muerte cardiovascular, principal causa de muerte en nuestro país. La población más afectada son las personas mayores de 80 años: el 60 por ciento la padece, así como hipertensión (HTA). Sin embargo, mientras que desde el sistema sanitario se transmite a los pacientes que la HTA es una enfermedad que debe ser prevenida, el mensaje que habitualmente se ofrece del deterioro renal es que «es inherente a la edad», idea contra lo que poco podría hacerse. Por ello, la Sociedad Española de Nefrología (SEN) aboga por «un cambio radical de mentalidad que otorgue al deterioro renal la calificación de enfermedad que merece y que, sobre todo, destierre la vieja idea de que es un proceso fisiológico que no puede prevenirse», ha puesto de manifiesto María Dolores del Pino, presidenta de los nefrólogos españoles que han celebrado recientemente XLVII congreso nacional en Burgos.
Según los datos de la SEN, la HTA duplica el riesgo de muerte en mayores de 60 años. En el caso de la enfermedad renal el efecto es mucho mayor, pues multiplica hasta por diez el riesgo de muerte entre personas de 50-60 años. Son precisamente los mayores de 60 años los que más sufren enfermedad renal crónica (ERC) y, por tanto, los que mayor riesgo de muerte tienen. «En una persona joven multiplicar por diez el riesgo de muerte es relativamente poco porque su riesgo basal es muy bajo, pero en una persona de 50-60 años, que es la principal afectada, es una cifra a tener muy en cuenta», añade la nefróloga.
Detectar en fase inicial
De hecho, según el último informe Global Burden Disease, la ERC es de las causas de muerte precoz que más ha aumentado en términos ajustados por edad en los últimos años. Reducir la alta mortalidad de la ERC pasa, según Del Pino, por profundizar en la investigación dirigida a los estadios iniciales de la enfermedad, «para hallar nuevas herramientas que permitan diagnosticar de forma precoz a una persona con la enfermedad a los 60 años para que a los 80 tenga sus funciones renales perfectamente conservadas». A su juicio, «no es una cuestión de retrasar la diálisis. Se trata de que no se llegue a necesitar».
Junto al avance en la investigación y abordaje en las etapas iniciales de la ERC, los nefrólogos han reclamado la necesidad de llevar a cabo labores de educación sanitaria y sensibilización sobre la importancia de las enfermedades del riñón y en torno a la ERC, una de las enfermedades más desconocidas y, sin embargo, de mayor impacto en la calidad de vida de los pacientes, así como en el sistema sanitario, con «una prevalencia que ha aumentado en un 20 por ciento en la última década en España y que consume el 3 por ciento del gasto sanitario nacional».
El fosfato, visible en etiquetados
Los nefrólogos españoles han hecho un llamamiento a las organizaciones de consumidores para que exijan la incorporación del contenido en fósforo (que suele aparecer como fosfato) en el etiquetado alimentario. Lo considera «urgente y crucial» para la salud pública en las sociedades occidentales, donde el consumo de este mineral puede llegar a una media de 2 o 3 gramos diarios, entre dos y cuatro veces más de la cantidad que necesitamos: unos 700 miligramos diarios, hecho que deteriora la función renal, sobre todo la de los ancianos.
octubre 24/2017 (diariomedico.com)