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Prevenir enfermedades víricas como el del papiloma humano (VPH) se antoja primordial para no acabar desencadenando en un cáncer de cuello o cérvix en mujeres. Los investigadores estiman que un 21 por ciento de los casos de cáncer están asociados a infecciones producidas por virus.
Harald zur Hausen, virólogo alemán que en 2008 recibió el premio Nobel de Medicina, junto con Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, por sus investigaciones sobre el cáncer del cuello de útero o cérvix y su asociación con el VPH, sigue creyendo firmemente en la necesidad de eliminar o variar todos aquellos hábitos que puedan conducir al desarrollo de un proceso neoplásico. Es la prevención en estado puro; un fenómeno que para este científico de 81 años debe ir especialmente dirigido a los grupos poblacionales que constituyen el futuro: niños y jóvenes. Estas generaciones se han empezado a beneficiar de sus investigaciones, ya que el descubrimiento de la causa-efecto entre el VPH y el desarrollo de uno de los cánceres más comunes entre las mujeres de todo el mundo fue el trampolín para la elaboración de una vacuna preventiva frente a la infección por VPH, que llegó al mercado en 2006 y que, poco a poco, se ha ido asentando en los calendarios vacunales infantiles de muchos países de nuestro entorno.
Durante su paso por Madrid, en un encuentro organizado por el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), la Sexta TV y la Fundación AXA para celebrar el Día Internacional de la Investigación del Cáncer, Zur Hausen ha hecho una auténtica declaración de intenciones recalcando que la prevención es el método más efectivo y el más económico para evitar enfermedades y debe ir especialmente dirigida a generaciones futuras: niños y jóvenes. «Es mejor prevenir que curar. Por eso creo firmemente en la vacunación como vehículo de prevención».
Se estima que alrededor del 21 por ciento de los casos de cáncer están asociados a infecciones producidas por virus, pero también por bacterias, donde podría asentarse el vínculo entre el Helicobacter pylori y el carcinoma de estómago, e infecciones parasitarias.
Vacunación contra el VPH
Además de la comprobada asociación en el caso del cáncer de cérvix por subgrupos del VPH o del hepatocarcinoma en el caso del virus B de la hepatitis (VHB) y para los que ya existen vacunas que previenen la infección, Zur Hausen indica que «existen más tipos de cáncer relacionados con infecciones, así como enfermedades degenerativas, como la esclerosis múltiple (EM), enfermedad en la que se potencia el uso de vacunas».
En el caso del VPH, el Nobel ha indicado que la mayoría de los casos de cáncer de cérvix pueden ser prevenidos con la vacunación, fenómeno de implantación muy desigual entre distintos países. La vacuna protege a la mujer y a su pareja, pero también a «varones homosexuales y bisexuales que, al desconocer esta posibilidad, pueden elevar las tasas de infección por VPH y de cánceres como el orofaríngeo», hecho por el que se confiesa «firme defensor de la vacunación en varones de entre 9 y 14 años», pues son transmisores del virus.
«Es esencial vacunar a los niños en esa franja de edad porque hay datos que indican que después, entre los 30 y los 40 años, los varones suelen tener más parejas sexuales». Las tasas de vacunación frente al VPH no son todavía muy extensas. En España, a pesar de estar en el calendario oficial gratuito de vacunación, la administración de vacunas para esta infección solo alcanza, según datos de Zur Hausen, a un 14 por ciento de las niñas y adolescentes. «Son pocos los países donde la vacunación del VPH alcanza al 80 por ciento. En España creo que la restricción se relaciona con el miedo a la aparición de efectos secundarios, que no deben ser minimizados. Pero se trata de una de las vacunas más seguras y eficaces que debe administrarse antes del inicio de las relaciones sexuales. Si se entra en contacto con el virus, la efectividad se pierde».
Ventajas de la prevención
Otro modo, «el más interesante», según el premio Nobel, de lograr la prevención es el de tratar infecciones crónicas, como la producida por el virus B de la hepatitis que puede degenerar, en este caso, en cáncer hepático con el paso de los años. En China e India se están implantando programas de estas características para corregir infecciones crónicas, de más de 20 años, ya que «la duración y persistencia es un alto factor de riesgo para desarrollar cáncer».
No obstante, considera que «no veremos la erradicación del cáncer, pero sí la curación o cronificación de muchos procesos. En cualquier caso, la prevención sigue siendo un pilar esencial, a pesar de que «los gobiernos no hacen el esfuerzo necesario para conseguirlo. Las partidas para cáncer suponen el 3 por ciento del gasto sanitario, en el mejor de los casos. Es una situación deplorable porque, incluso entre los nuevos estudiantes de Medicina, se considera que la prevención no es una pieza clave». Sin olvidar las actuaciones sobre hábitos dañinos y factores comportamentales, el virólogo considera que el cribado universal supone la prevención secundaria capaz de detectar alteraciones precozmente, lo que aumenta las posibilidades de curación. «En colon, el cribado puede reducir la tasa de incidencia de cáncer en un 70-80 por ciento. Pero, también es esencial en mama, en cérvix, en próstata y en cáncer de piel».
«Los padres que no vacunan a sus hijos no solo ponen en riesgo la vida de sus hijos sino la de los demás niños», indica Harald zur Hausen, quien considera que «se subestima el riesgo de no vacunar frente al de la aparición de efectos secundarios que por supuesto existen y están registrados y publicados». Así, ha señalado que el pasado año se registraron en Alemania 2000 muertes por paperas, cuando los efectos adversos graves de la vacunación se sitúan en una media de un caso por cada cien mil vacunaciones.
octubre 6/2017 (diariomedico.com)