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Las células fetales pueden migrar desde la placenta a otras zonas del cuerpo de la madre, donde pueden absorber nutrientes o regenerar tejidos dañados maternos entre otras posibilidades.
Un estudio muestra que con asiduidad las células fetales migran de la placenta a diferentes zonas del cuerpo de la madre, donde estas pueden beneficiar o perjudicar su salud. La presencia de células fetales en tejido materno es conocida como microquimerismo fetal.
De acuerdo con Amy Boddy, investigadora del departamento de Psicología de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) y autora principal del estudio, muchos humanos tienen células extrañas procedentes de sus padres, hermanos o hijos, adquiridas durante el embarazo. Como explica Boddy, las células fetales pueden actuar como células madres y desarrollarse como epiteliales, del corazón, hígado u otras. Esto demuestra que estas son muy dinámicas y juegan un papel importante en el cuerpo de la madre.
Estas células migratorias pueden suponer un beneficio para su portador o un problema. Las células derivadas del feto pueden permanecer en los tejidos maternos por décadas tras el nacimiento del niño, y se han asociado a una mayor susceptibilidad a un amplio abanico de aflicciones, incluido el cáncer o enfermedades autoinmunes. Además, como explica uno de los investigadores, no solo es una guerra entre los intereses de la madre y el feto, es también un deseo mutuo por la supervivencia del sistema materno y el traspaso exitoso del ADN.
En la parte positiva, las células fetales pueden entrar en una relación cooperativa en material materno como, por ejemplo, ayudando en la respuesta a inflamaciones o autoinmunidades. También pueden migrar a tejidos dañaos para repararlos, por ejemplo en caso de cesáreas. La intención de los investigadores ahora es profundizar en esta relación celular maternofilial para poder pronosticar cuando estas migraciones serán positivas o no.
septiembre 2/2015 (Diario Médico)