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No está claro si su acción es antiinfecciosa o antiinflamatoria. Las guías terapéuticas no aconsejan su utilización en los casos leves.
«En general, los médicos están familiarizados con los esfuerzos para reducir la prescripción de antibióticos para minimizar las resistencias bacterianas, especialmente cuando se trata de infecciones respiratorias. A muchos no les resulta tan conocido el hecho de que existe un uso excesivo de antibióticos para el acné, con pacientes que a menudo los consumen durante periodos de tiempo prolongados». Así arranca el llamamiento que acaba de hacer el grupo internacional de dermatólogos que conforman la Alianza Global para Mejorar los Resultados en Acné en Journal of Drugs in Dermatology.
Una de las firmantes, Brigitte Dreno, jefa del Departamento de Dermatología y Cáncer de Piel del Hospital Universitario de Nantes (Francia), ha explicado a Diario Médico que la principal consecuencia es que «con el uso de antibióticos tópicos se pueden destruir las cepas más sensibles de Propionibacterium acnes, posibilitando que especies resistentes, no sólo P. acnes, sino también Streptococcus o Staphylococcus, puedan generar infecciones que son insensibles a los macrólidos».
No se trata de desterrar por completo el empleo de antibióticos. La idea es reservarlos para aquellos casos en los que pueden ser realmente útiles. Tal y como explica Rosa María Díaz Díaz, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Infanta Sofía, de San Sebastián de los Reyes (Madrid), los antibióticos se utilizan en esta área desde hace más de 30 años.
«Lo hacemos porque una de las causas o actores en el desarrollo del acné es una bacteria, P. acnes, pero no se sabe cuál es exactamente su papel», indica la especialista. En este sentido, los autores del artículo subrayan que «P. acnes es una bacteria comensal de la piel que está presente en pequeñas cantidades en la mayoría de los individuos que ya han pasado la pubertad, y se encuentra en mayores proporciones en el entorno anómalo de incremento sebáceo y corneocitos excesivamente descamados que se encuentra en los folículos pilosos de los pacientes con acné».
Efecto antiinflamatorio
«Se sospecha que los antibióticos ejercen un efecto más antiinflamatorio que antibacteriano», recalca Díaz, «ya que cuando se han utilizado en otras dermatosis en las que no hay bacterias han tenido efecto antiinflamatorio». Se suelen emplear dos tetraciclinas: doxiciclina y minociclina.
Díaz señala que las actuales guías terapéuticas desaconsejan el uso de antibióticos orales para el acné leve. «A partir del grado moderado se pueden administrar, siempre que no exista una alteración hormonal subyacente», aclara.
La dermatóloga expone una de las razones por las que los antibióticos siguen utilizándose en acné leve: «El paciente se impacienta, quiere resultados más rápidos y el médico acaba prescribiéndole antibióticos orales».
La terapia estándar para los casos menos complicados es la siguiente: peróxido de benzoilo asociado a un retinoide tópico. «Los antibióticos orales deben emplearse sólo cuando se trata de lesiones de moderadas a graves y por un tiempo limitado», explica Díaz. Y si se continúa aplicando simultáneamente el tratamiento de retinoides y peróxido de benzoilo, el riesgo de aparición de resistencias será mucho menor.
Otra regla de oro, según Brigitte Dreno, es que «los antibióticos tópicos nunca deben usarse en monoterapia», ya que se ha visto que esta práctica incrementa las resistencias. De todas formas, la dermatóloga española señala que este uso tópico ha ido decayendo.
marzo 28/2014 (Diario Salud)