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Los esfuerzos y la enorme inversión para combatir el paludismo, con vistas a erradicar la enfermedad algún día, se perderán si se propaga una forma de esta enfermedad que es resistente a los medicamentos más accesibles y generalizados en el mundo, advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para evitar que eso ocurra, dicha institución presentó un plan mundial para contener la resistencia a la artemisina, la planta que sirve de base para los tratamientos convencionales contra el tipo de paludismo que más muertes provoca. \»Nuestra arma más poderosa está amenazada\», dijo al respecto la directora general de la OMS, Margaret Chan.
La urgencia del plan radica en que no existen otros medicamentos contra la enfermedad que ofrezcan el mismo nivel de eficacia y tolerancia entre los enfermos. Por ello, los esfuerzos para evitar que el paludismo resistente se propague deben intensificarse y coordinarse mejor, según la OMS.
Chan declaró que recientemente se ha confirmado que el núcleo de la forma de paludismo resistente se encuentra en la frontera entre Tailandia y Camboya, en tanto que se sospecha de otro foco en la vasta zona que atraviesa el río Mekong.
La funcionaria explicó que el objetivo concreto del plan mundial presentado es detener el paludismo resistente a la artemisina donde se encuentra actualmente, controlar su origen y evitar -o al menos retardar- su propagación internacional.
En la última década, el número de casos con paludismo disminuyó un 405 en los países donde esta enfermedad es endémica, con lo que en ese periodo se salvaron 750 000 vidas. Los progresos han sido más notorios desde 2006, cuando se generalizó el uso de los mosquiteros tratados con insecticidas, así como los tratamientos basados en artemisina.
Entre los objetivos que traza el plan mundial están, en primer lugar, detener la propagación de las formas resistentes del parásito, aunque para esto \»se necesitarán recursos adicionales\», indicó Chan.
Concretamente, se requerirán entre 10 y 20 dólares adicionales por persona en las zonas con resistencia confirmada y entre 8 y 10 dólares en las zonas de riesgo, como el Gran Mekong. Asimismo, la OMS considera indispensable intensificar el seguimiento y vigilancia de la resistencia, pues de los 75 países que deberían realizar sistemáticamente pruebas de eficacia de sus tratamientos, solo 31 las cumplen.
\»Existe el riesgo de que en la zonas que no están sometidas a vigilancia permanente de la resistencia a la artemisina, la resistencia se extienda de forma imperceptible\», según el organismo.
Otra medida fundamental es mejorar el acceso a las pruebas de diagnóstico de la enfermedad, de modo que los tratamientos convencionales se apliquen de manera racional. Cuando una persona que no tiene la afección recibe medicamentos contra este mal, lo que aumenta el riesgo de que su organismo genere resistencia.
Ginebra, enero 12/2011 (Notimex)