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Un ensayo clínico revela también la necesidad de los refuerzos periódicos, pues en caso de no haberlos, la efectividad de la intervención decae.
El entorno laboral es idóneo para introducir hábitos encaminados a prevenir o reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares, actuando sobre sus factores de riesgo, según ha confirmado un ensayo clínico con la participación de 1 020 individuos. Sin embargo, una cuestión clave es la aplicación de refuerzos periódicos. En caso contrario, la efectividad de la intervención decae.
Son algunas de las conclusiones de un ensayo clínico aleatorizado realizado en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), que acaba de ser publicado en European Heart Journal, y que forma parte de un proyecto más amplio de carácter internacional impulsado por Valentín Fuster, director general del CNIC, que inició hace una década el proyecto TANSNIP, con la participación de distintos centros en Estados Unidos (Icahn School of Medicine del Hospital Mount Sinai de Nueva York y el estudio Framingham) y Europa (CNIC y University Medical Center en Ámsterdam).
Este proyecto está dirigido al desarrollo de herramientas para mejorar el estilo de vida basadas en la detección mediante técnicas de imagen de la presencia de aterosclerosis en estadios iniciales, antes incluso de que se produzcan síntomas como infarto de corazón o infarto cerebral, y comprender las señales que conducen a su desarrollo y progresión.
En 2015 comenzó uno de los estudios incluidos en este proyecto, con el que se pretendía llevar a cabo una intervención en el ámbito laboral dirigida a promover un estilo de vida cardio saludable en algo más 1 000 individuos sanos, asintomáticos, de mediana edad, trabajadores del Banco Santander,que formaban parte de la cohorte PESA-CNIC-Santander en Madrid.
12 sesiones motivacionales
La intervención consistió en el desarrollo de un programa de 12 sesiones motivacionales distribuidas a lo largo de 3 años, en las que una psicóloga experta facilitaba a los participantes las herramientas para introducir los cambios cardio saludables en su estilo de vida, en relación con la alimentación, a través de la potenciación de la dieta mediterránea; aumento de la actividad física y reducción del sedentarismo y el abandono de hábitos nocivos como el tabaquismo, según explica Inés García-Lunar, cardióloga del CNIC y primera autora de este trabajo.
Además, se les entregaba una pulsera de actividad física para registrar el número de pasos al día, y una mesa de trabajo que permite alternar el tiempo trabajando en postura de sentado y de pie para disminuir el sedentarismo durante las horas de trabajo. Los participantes fueron seguidos al año, a los 2 años y a los 3 años de su inclusión en el estudio.
“Encontramos que los individuos que habían seguido la intervención mejoraron su nivel de actividad física y su dieta, redujeron el sedentarismo y como consecuencia, su tensión arterial y su colesterol también disminuyeron”, explica José María Castellano, cardiólogo del CNIC y director científico de la Fundación de Investigación de HM Hospitales.
“La mejoría conseguida se relaciona con una reducción del riesgo cardiovascular”, señala Inés García-Lunar. “Esto es muy importante porque una gran parte de las enfermedades cardiovasculares pueden prevenirse si se actúa sobre los factores de riesgo. Y pequeños cambios saludables en nuestro comportamiento, sostenidos en el tiempo, pueden ayudarnos a preservar nuestra salud cardiovascular. Estos cambios cardio saludables conseguidos a través de modificaciones en el estilo de vida, sin efectos secundarios y potencialmente aplicables a cualquier grupo de edad, pueden tener un impacto muy relevante si conseguimos que se mantengan en el tiempo.
El efecto de la intervención disminuye
Una de las observaciones importantes del estudio es que el efecto de la intervención disminuye con el paso del tiempo, de modo que la mejoría relacionada con actividad física, sedentarismo, alimentación y tensión arterial se reducía una vez pasado el primer año de la intervención.
“Esto nos indica que son muy importantes los refuerzos y que es necesario tenerlos en cuenta a la hora de diseñar este tipo de intervenciones”, resalta Inés García-Lunar.
Valentín Fuster destaca que el estudio “ha sido un gran hito, por la complejidad de implementar un programa de estas características en un entorno laboral, y ha sido posible gracias a la colaboración y el trabajo de todos los implicados, y la excelente aceptación entre los participantes”.
agosto 22/2022 (Diario Médico)