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El tacto es posiblemente uno de los sentidos más importantes que tiene los mamíferos, pero al no tener una estructura tan obvia y puntual como son ojos, nariz, oídos o boca, no se le ha dado la importancia real que tiene. Este sentido nos permite en primera instancia saber qué es lo que está pasando en la superficie de nuestro cuerpo, próximo al él y en algunas partes, como las mucosas, dentro de él, lo que permite interactuar con el medio ambiente.
Aunque no lo pareciera, el tacto es el sentido más defensivo del organismo, esto se debe a que es un sentido por aproximación, si es muy intenso y sobrepasa un umbral individual, se asocia al dolor. Por lo que la reacción del individuo es alejarse del estímulo para preservarse. Es un sentido preferentemente por contacto y no es eficiente a la distancia. Se basa en la medición de cuatro parámetros: presión, temperatura, textura y dureza, a través de diferentes receptores nerviosos o células especializadas.
El tacto está asociado al tejido de la piel, por lo que se encuentra en toda la superficie del cuerpo y dentro de todas las mucosas como la nariz, boca, ojos, genitales, etc., a través de diferentes receptores. Los receptores son terminaciones nerviosas o células especializadas con diferentes grados de sensibilidad, que pueden traducir estímulos físicos en impulsos eléctricos que son enviados al cerebro para su interpretación.
El sistema del tacto está asociado a un umbral, que varía dentro de cada especie e incluso de los individuos de una misma especie. El nivel de respuesta del umbral está asociado a experiencias previas y de supervivencia, lo que permite modificarlo con base en acciones previas que causaron o no una lesión. Los estímulos menos intensos, por abajo del umbral, se consideran aceptables y hasta agradables (una caricia), pero por arriba del umbral causan dolor, crean aversión y se tiende a evitar el estímulo (un pellizco).
El sentido del tacto tiene dos tipos de reacciones. La protopática o primitiva, que en general es un dolor cutáneo difuso que permite reaccionar al individuo, en algunos casos sin alcanzar al umbral del dolor, pero con la experiencia previa de que de no actuar se va a llegar a ese punto. Como ejemplo, es sentir una zona de calor que se va incrementando y puede convertirse en una quemadura si el individuo no reacciona a tiempo. El segundo es el epicrítico, que es específico con una ubicación puntual en el organismo que implica el tomar una acción voluntaria o involuntaria en referencia al estímulo, similar al ejemplo caricia-pellizco. Los receptores asociados al sentido del tacto son especializados y se dividen en tres grupos: mecanorreceptores, termorreceptores y nociceptores.
Los mecanorreceptores reaccionan a la presión mecánica de algún tipo y están distribuidos de manera diferencial en todo el cuerpo. La mayor cantidad se concentra en las áreas que no tienen pelo. En el caso de los primates, la palma de las manos y pies, labios de la cara, pene y clítoris-labios vaginales tiene una mayor sensibilidad, en contraste con las partes que están cubiertas por pelo. Existen mecanorreceptores exclusivos para acciones diferentes: Los corpúsculos de Meissner determinan estímulos de baja presión, es decir, son muy sensibles al estímulo, pero prácticamente detectan presencia o ausencia del estímulo, por ejemplo, son los que están involucrados con una caricia. Los corpúsculos de Vater-Pacini reaccionan a presiones mecánicas profundas y vibraciones, pueden determinar el incremento del estímulo y de potencial afectación (estrujar un brazo con la mano).
Asociados a la temperatura, se encuentran los corpúsculos de Krauze que detectan la temperatura fría, principalmente dentro de las mucosas de nariz, boca, ojos y genitales, y los corpúsculos de Ruffini determinan temperaturas calientes, se encuentran principalmente en la lengua, por eso es que esta estructura es la que aguanta las temperaturas más altas de todo el cuerpo. Los discos de Merkel son los más complejos, constituyen un grupo de células que permiten determinar la textura de los objetos a través de la forma, el borde y la curvatura, por ejemplo, al hacer contacto con un objeto sin verlo, se puede saber si el objeto es romo o puntiagudo.
Los termorreceptores permiten determinar diferenciales de temperatura por arriba a por debajo de la temperatura del organismo que los porte. No se asocian al dolor como los mecanorreceptores, sino que más bien son sensoriales.
El ejemplo que domina este receptor es el de los vampiros, especies que se alimentan de sangre y que lo utilizan para ubicar el sitio en la presa con mayor irrigación sanguínea para optimizar la ingesta y el tiempo de alimentación. Este tipo de receptores son más comunes en reptiles (víboras, boas, cocodrilos) y algunos insectos, y en mamíferos, hasta ahora se han encontrado solo en los murciélagos hematófagos, denominados vampiros.
Los nociceptores son terminaciones nerviosas de la piel conectadas directamente al sistema nervioso con la función de determinar estímulos que puedan lesionar, considerados como dañinos que impliquen una acción de protección del individuo, reaccionando cuando el estímulo está por arriba del umbral del individuo. No solo se encuentran en la piel o mucosas, también se encuentran en los músculos, intestino y vejiga. Los nociceptores reaccionan a tres tipos de estímulos, los químicos (liberación de algunas sustancias del mismo cuerpo, como en el caso de la liberación de potasio, se siente un calambre) mecánicos o térmicos.
No solo la piel, que es la capa más superficial del cuerpo, puede captar e interpretar estímulos que pueden ser agradables o dolorosos, a las que hemos denominado como del sentido del tacto, algunas estructuras no tan visibles como los músculos o el intestino también tienen esta capacidad.
abril 08/2022 (Dicyt)
Autores
Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S. C. Instituto Politécnico Nacional 195, CP. 23205, La Paz, Baja California Sur, México. Email beu_ribetzin@hotmail.com (AGM-G), sticul@cibnor.mx (STA-C).