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Fue la mayor pandemia de finales del siglo XX. Ha causado 39 millones de muertes desde que hace 40 años se conocieran los primeros casos. Hoy, un prototipo de vacuna estudiada en ocho países abre un resquicio de ilusión para asfixiar un virus que se ha cobrado la vida de uno de cada dos infectados.
Argentina es una de las naciones que lleva adelante un estudio en fase III para encontrar una vacuna preventiva contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), una infección que ataca el sistema inmunitario del cuerpo y puede causar, si no se trata, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
No es cosa del pasado. En 2020 convivían con el VIH unos 37,6 millones de personas, de las cuales 1,7 millones son menores de 14 años, según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSida).
La investigación orientada a conseguir este antídoto tiene entre sus referentes a Marcelo H. Losso, jefe del Servicio de Inmuno comprometidos en el hospital público Ramos Mejía, de la capital argentina.
«Es una vacuna que está integrada por varios componentes y está dirigida a generar una respuesta inmune contra varios subtipos virales de HIV, que es uno de los problemas más importantes», refiere el especialista, que encabeza el área de investigación de Enfermedades Emergentes.
Amparados por el Ramos Mejía, un centenar de voluntarios participan en la fase III de este ensayo clínico, que también realizan otros tres centros privados en todo el país. Este hospital es una de las pocas instituciones públicas involucradas en el estudio, llamado Mosaico.
Los participantes recibirán cuatro dosis de la vacuna a lo largo de un año. «El diseño es doble ciego: estamos estudiando la vacuna contra un placebo en una población de alto riesgo de infectarse, básicamente porque es la forma de estudiar estos compuestos», cuenta Losso sobre este fármaco que combina varias proteínas del virus y que se añaden genéticamente a un vector viral, el adenovirus 26.
Los voluntarios serán supervisados durante dos años y medio. «El objetivo del seguimiento, además de completar las dosis de las vacunas, es evaluar la seguridad del producto en mediano plazo y determinar su eficacia», aclara el investigador argentino.
«Algunos se infectarán y tiene interés determinar cómo se comportará la vacuna», explica.
Vacuna promisoria
La investigación parte de una iniciativa conjunta entre la farmacéutica estadounidense Janssen y una red de centros de investigación académica que financian institutos nacionales de salud de Estados Unidos.
No hay otro estudio en marcha que pueda comparársele. La vacuna experimental más avanzada hasta el momento, que solo era efectiva contra la cepa de VIH común en Tailandia, apenas llegó a reducir el riesgo de infección en un 31 por ciento.
«El VIH es un virus especialista en evadir la respuesta inmune, lo que le agrega complejidad», contextualiza el investigador.
El 5 de junio se cumplieron 40 años de una publicación en la que se describieron cinco casos de una rara neumonía transmitida por un hongo. Era la primera aproximación científica de lo que luego se conoció como sida, recuerda Losso.
Deterioro paulatino
Pese a la falta de una vacuna, América Latina ha experimentado un retraso en su estrategia para combatir esta pandemia, que pudo así adentrarse en el siglo XXI.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció como objetivo el esquema 90-90-90: que el 90 por ciento de las personas con VIH conozcan su diagnóstico, que el 90 por ciento estén en terapias antirretrovirales, y que el 90 por ciento de quienes están con tratamiento tengan supresión viral.
Los indicadores de América Latina en 2019 fueron 75-60-55, porcentajes menores al promedio mundial.
No hace tanto tiempo, en 2005, América Latina mostraba unos indicadores muy superiores si se los comparaba con la región de África subsahariana, «pero en la última década esta mejora esperada se ha ido deteniendo», acota Losso.
La pandemia del coronavirus sumará otras secuelas, relacionadas con el seguimiento de los pacientes y las estrategias de testeo, cuyo alcance todavía se desconoce.
«Otra deuda importante de la región es la disponibilidad de medicamentos antivirales en personas que no están infectadas y pueden evitar infectarse», alerta el investigador.
«El acceso a esa estrategia, que fue validada y recomendada por todas las agencias internacionales de salud, es prácticamente nulo, excepto algunos focos muy pequeños en Brasil», añade.
El estudio Mosaico se desarrolla en 53 centros de Brasil, México, Perú, España, Polonia, Italia y Estados Unidos, además de en Argentina.
junio 23/2021 (Sputnik) – Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.