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Cuando se producen epidemias y brotes de enfermedades, a menudo surgen teorías de conspiración que compiten con la información proporcionada por los funcionarios de salud pública. Un estudio dirigido por el Dartmouth College, universidad de Estados Unidos, y publicado en Science Advances encuentra que la información utilizada para contrarrestar los mitos sobre el zika en Brasil no solo no logró reducir las percepciones erróneas, sino que también afectó a otros conocimientos de las personas sobre la enfermedad.
Los resultados proporcionan un contexto importante a medida que los países lanzan campañas de información pública sobre el nuevo coronavirus (COVID-19), incluida la forma de protegerse y prevenir la propagación de la enfermedad.
«Es esencial evaluar los mensajes de salud pública y las campañas de información«, dijo el coautor Brendan Nyhan, profesor en Dartmouth. «Nuestros resultados indican que los esfuerzos para corregir las percepciones erróneas sobre enfermedades emergentes como el zika pueden no ser tan efectivos como podríamos esperar«, añadió.
El estudio se basó en una encuesta representativa a nivel nacional realizada en Brasil en 2017 y en experimentos de encuestas en línea realizados allí en 2017 (no mucho después de la epidemia de Zika 2015-2016) y en 2018 (justo después de un brote de fiebre amarilla inusualmente grave). Utilizando los datos de la encuesta, el equipo demostró primero la prevalencia de percepciones erróneas entre los brasileños sobre si el Zika se puede transmitir a través del contacto sexual (verdadero) o casual (falso).
Luego, los investigadores realizaron tres experimentos prerregistrados para evaluar la efectividad de la información proporcionada por los funcionarios de salud pública para disipar los mitos sobre el zika y la fiebre amarilla. Estos estudios, que se realizaron en línea entre adultos brasileños, mostraron que la información correctiva sobre el zika no solo no redujo las percepciones erróneas, sino que también redujo con frecuencia la precisión de otras creencias que las personas tenían sobre la enfermedad (un hallazgo que se repitió en los datos de 2017 y 2018).
Los investigadores encontraron que la información correctiva sobre la fiebre amarilla fue más efectiva que el material sobre el zika. Sin embargo, la exposición a esta información no aumentó el apoyo a las políticas públicas destinadas a prevenir la propagación de ninguna de las enfermedades ni cambió las intenciones de las personas de participar en comportamientos preventivos.