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Los resultados del estudio Pasos muestran una falta de cumplimiento en las horas de sueños de niños y adolescentes, así como un aumento de la obesidad y el sobrepeso, del tiempo frente a las pantallas y una reducción de la actividad física.
Un 40,9 % de los niños y adolescentes no cumplen las recomendaciones de sueño entre semana, según los resultados finales del Estudio Pasos (Physical Activity, Sedentarism and Obesity in Spanish Yourth), de la Fundación Gasol, que se han presentado recientemente. La National Sleep Foundation aconseja de 9 a 11 horas de sueño para niños entre 6 y 13 años de y de 8 a 10 horas entre 14 y 17 años.
La falta de cumplimiento de horas de sueño aumenta hasta el 48,1 % los fines de semana entre los niños y adolescentes españoles y aunque no hay grandes diferencias por sexo, son los adolescentes los que menos horas duermen. La lectura de estas cifras es, según Santi F. Gómez, investigador principal del estudio y responsable de Programas de la Fundación Gasol, no que no duerman las horas suficientes, sino que no duermen las recomendadas, y lo hagan bien por exceso o bien por defecto.
Prevalencia de incumplimiento/cumplimiento de las recomendaciones de la National Sleep Foundation en cuanto a las horas diarias de sueño entre semana y el fin de semana según sexo y etapa vital.
La evidencia científica ya ha mostrado la relación entre el sueño y el exceso de peso y apunta a que los niños que incumplen de forma crónica las recomendaciones de sueño tienen el doble de riesgo de obesidad en la infancia. Por lo tanto, es un aspecto clave para prevenir la obesidad infantil. Debemos de huir del mensaje simplista que solamente relacionaba la alimentación y la actividad física con la obesidad infantil e incluir las horas de sueño y el bienestar emocional de los niños en las estrategias y políticas preventivas.
El estudio Pasos actualiza la realidad sobre la epidemia de obesidad infantil y sus factores determinantes en una muestra representativa entre 8 y 16 años
Pasos retrata la realidad de la población infantojuvenil española entre 8 y 16 años a través de las cifras de obesidad y sobrepeso, la relación de la obesidad con la pobreza, la actividad física, el uso de pantallas, las horas de sueño, los hábitos de alimentación y la calidad de vida. En él han participado 3.887 niños y adolescentes de 247 centros educativos, con la colaboración de 13 grupos de investigación y 68 investigadores.
Adolescentes tristes y preocupados
Otro de los aspectos relevantes del estudio para Gómez es el hecho de que el 25 % de los adolescentes se sienten preocupados, tristes o infelices frente al 15,1 % de la población infantil. ¿Qué pasará cuando sean adultos? ¿Cuál será la incidencia de depresión?, se pregunta Gómez. Sabemos que la salud mental está muy asociada con la obesidad en la edad adulta y en la infancia.
Ahondar en las razones de esta infelicidad, así como conocer mejor los hábitos de vida en la muestra estudiada son algunas de las motivaciones que llevan a los investigadores de Pasos a convertir este trabajo observacional y transversal en uno longitudinal que permita, a largo plazo, obtener respuestas y guiar las intervenciones para atajar los problemas de salud infantojuvenil en España.
Auto percepción de la condición física general según sexo y curso académico
El estudio refleja que España suspende en salud infantojuvenil y que se observan diferencias por sexos. Estos, según Gómez, se producen en la salud auto percibida de la condición física a lo largo de la última etapa de la infancia y de la adolescencia, siendo mucho mayor en el sexo femenino. La calidad de la salud auto percibida respecto a la condición física general, la cardiorrespiratoria, la fuerza muscular, la velocidad/agilidad y la flexibilidad, disminuye con la edad, y se produce una reducción del 26,4 % entre participantes de 3º de primaria y de 4º de ESO en aquéllos que lo consideran muy buena, siendo mucho mayor la reducción en las adolescentes (35,8 %) que en los adolescentes (16,2).
Al igual que las horas de sueño se reducen con la edad, también lo hace la actividad física. Según los resultados, solo el 36,7 % de los participantes cumplen las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de realizar 60 minutos diarios de ejercicio. El incumplimiento es mayor en adolescentes y especialmente para la población femenina. A lo largo de los cursos la diferencia entre 3º de primaria y 4º de ESO es de más de 98 minutos por día. Se trata de un hábito que se deteriora mucho.
Este incumplimiento es más pronunciado en el género femenino, puesto que el 70,1 % de las niñas no llega al nivel recomendado frente al 56,1 % de los niños, y entre los adolescentes, donde el 69,9 % no cumple la recomendación frente al 55,5 % de los niños.
El 10 % de la muestra ha registrado su actividad física con un acelerómetro. Esto nos permite aportar a la comunidad científica y a los médicos de atención primaria una nueva herramienta breve, que les va a permitir diagnosticar de forma muy fidedigna cuál es el promedio de minutos por día de actividad física que realizan los niños que acuden a la consulta. Así la prescripción de actividad física podrá estar basada en la realidad y no en una estimación más subjetiva.
En la misma línea, a mayor edad, mayor uso de pantallas y menor tiempo de práctica de actividad física: Los adolescentes de 4º de ESO dedican 45,6 minutos al día a la práctica de actividad física y pasan casi 6 horas diarias delante de las pantallas en fin de semana. Este es el único de los apartados estudiados en el que la diferencia de género afecta negativamente a los varones. De hecho, según los investigadores el punto de inflexión se produce en 5º de primaria, un momento en el que bajan las curvas de actividad física, aumenta espectacularmente el uso de pantallas, se reduce la adherencia a la dieta mediterránea y se agudizan los factores emocionales, ha añadido Marta Segú, directora de la Fundación Probitas.
La obesidad abdominal, una herramienta más de diagnóstico
Según Gómez no parece que la obesidad y el sobrepeso se hayan estabilizado. De hecho, el estudio muestra que la obesidad y el sobrepeso se han convertido en una epidemia no solo en la infancia sino también en la adolescencia.
Nos preocupa especialmente la cifra de obesidad abdominal, que alcanza casi al 25 % de la población estudiada, y que es un 10 % superior a la cifra identificada con la medición del índice de masa corporal (IMC). El hecho de que haya esa diferencia entre ambas nos preocupa porque en las consultas de AP y en los protocolos de práctica clínica se toma como medida sistemática el IMC y convendría homogeneizar el cálculo de la obesidad abdominal y la estimación del perímetro de cintura como un indicador adicional, ha añadido Gómez.
El estudio también muestra el deterioro sufrido en 19 años, respecto a los datos del estudio EnKid, dirigido por Luis Serra-Majem, de la Universidad de Las Palmas, de la adherencia a la dieta mediterránea, un 4,7 % menos de adherencia entre los niños, mientras que un 6,5 % más de niños presentan un nivel bajo.
Según datos del estudio EnKid, con el que se han comparado los datos de alimentación y actividad física de Pasos, el crecimiento del IMC es de 1,6 %, pero las cifras de obesidad abdominal han crecido un 8,3 %, lo que refuerza la necesidad de medir el perímetro abdominal y nos indica que quizá la obesidad en la infancia cada vez se está expresando más en una acumulación excesiva de grasa en el perímetro de la cintura. Además esa concentración de grasa se asocia con malos hábitos alimentarios, como el consumo de bebidas azucaradas, de alimentos procesados o sedentarismo, aparte de con factores de riesgo cardiovascular.
Asimismo se ha constatado de nuevo la asociación entre factores socioeconómicos y obesidad. A mayor pobreza relativa, mayores cifras de obesidad en la infancia.
noviembre 20/2019 (Diario Médico)