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Algunos de los efectos secundarios del tratamiento convencional de la hiperplasia benigna de próstata tienen un importante impacto en la calidad de vida de los pacientes, al ocasionar pérdida de la eyaculación, impotencia e incluso incontinencia urinaria.
Ahora, la técnica de la hidroablación prostática robótica, en la que el Hospital Quirónsalud de Barcelona es un centro de referencia en España, puede ser una alternativa.
Un chorro de agua dirigido robóticamente con una velocidad cercana a la del sonido se encarga de eliminar el tejido gracias a la presión. Entre 24 y 48 horas después, el paciente puede regresar a su casa. “El cirujano planifica previamente la operación mediante un ecógrafo transrectal. Así se mide el tamaño de la próstata y se establece cuáles son los límites de las estructuras anatómicas importantes que se han de preservar. Una vez decidida cuál es la zona de ablación que se va a realizar, es un robot quien la lleva a cabo de forma automática”, explica Enrique Rijo, responsable de la Unidad de Próstata del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Barcelona.
Menos tiempo en el quirófano
“La ventaja más importante es el tiempo de la duración del tratamiento, que oscila entre los 3 y 5 minutos de intervención más unos 15 minutos de la preparación, independientemente del tamaño de la próstata mientras que una intervención con láser puede durar hasta dos horas”, recalca Rijo.
Menos tiempo en quirófano supone menos riesgo para el paciente. Sumado a que es una técnica mínimamente invasiva y que la anestesia que se emplea es solo de cintura para abajo hace que tampoco haya un límite de edad. “Nosotros hemos llegado a intervenir a una persona de 88 años y la operación fue un éxito”.
Al utilizar un chorro de agua a presión, tampoco existe una fuente de calor como en el caso del láser. “Este calor del láser puede llegar a dañar los nervios de la zona, lo que explica algunos de los problemas de impotencia derivados de esta operación con abordajes más clásicos. Un riesgo que en el caso de la hidroablación no existe”, afirma Enrique Rijo.
La mecanización total del proceso, con una “precisión milimétrica”, también evita que se puedan producir daños en el esfínter asociados a la incontinencia urinaria.
Eyaculación retrógrada
Pero sin duda donde la hidroablación resulta un avance significativo es en la preservación de la eyaculación tras la operación. Solo un 20 por ciento de los pacientes sometidos a una resección transuretral clásica la conservan, y en el resto se produce lo que se conoce como eyaculación retrógrada o seca. En los pacientes tratados con la hidroablación, hasta el 90 por ciento la preservan de forma completa. “Al ser posible marcar de forma muy precisa los límites donde se lleva a cabo la ablación, se conserva de forma completa los conductos eyaculadores. Es posible así preservar el veru montanum, que se contrae y facilita el paso de semen por los conductos eyaculadores. Otras técnicas no son capaces de hacerlo y la consecuencia es que el semen acaba en la vejiga”, explica Enrique Rijo.
Preservar la eyaculación “es una cuestión psicológica y cultural. Cuando la pierden, los pacientes, aunque no tengan en mente fines reproductivos, se siente peor; lograr conservarla es importante más allá de la función sexual”.
Ahora mismo la técnica lleva poco tiempo en funcionamiento. No fue hasta diciembre del año pasado que la compañía que ha desarrollado el robot logró la autorización de la Agencia del Medicamento estadounidense (FDA) para su uso. “Aunque ya llevan cuatro años de seguimiento. Han esperado a tener estos resultados que demuestran sus ventajas para comercializarla”.
En Europa, además de en España solo Francia y Alemania están aplicando el nuevo abordaje. En España, solo en Madrid y Barcelona hay médicos autorizados por la compañía para aplicar la hidroblación, pero es el Hospital Quironsalud de Barcelona el centro de referencia en la Península Ibérica. “Llevamos ya 15 operaciones y tenemos previstas otras siete para la próxima semana. Este abordaje es muy novedoso, pero estoy convencido de que por todas las ventajas que supone acabará convirtiéndose en el procedimiento de referencia para el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata”, remarca Rijo.
agosto 2/2018 (diariomedico.com)