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Considerado como una sentencia de muerte no hace muchos años, el cáncer ya no tan letal, aunque paradójicamente se pueda situar dentro de poco en el primer puesto dentro de las causas de mortalidad. La razón es que la enfermedad cardiovascular cada vez se controla mejor, un éxito que deja vía libre a las casi inevitables mutaciones tumorales.
Como ocurre con el sida, la disponibilidad de mejores tratamientos y recursos frente al cáncer no debería conducir a una relajación en las medidas de prevención. La gran diferencia con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es que la aparición del cáncer es multifactorial.
En la larga batalla contra él, se han ido descubriendo la conexión entre virus y cáncer, métodos de quimioprevención y el papel crucial del tabaco, entre otros carcinógenos. Pero cuando se conoce la causa del cáncer, su prevención se convierte en un desafío para modificar el comportamiento humano. La nicotina es una sustancia adictiva, y la exposición al humo de tabaco es, con mucho, la causa de cáncer más conocida y frecuente, causando casi el 40 por ciento de las muertes por cáncer. Se sugirió ya en 1912 que fumar podría estar relacionado con el cáncer de pulmón, evidencia epidemiológica que se volvió más sólida en la década de 1950, de donde arrancaron las limitaciones progresivas que han llevado a una reducción constante en la tasa de tabaquismo, pero se ha tardado casi medio siglo en que la incidencia de cáncer de pulmón en varones comenzara a disminuir.
El virus del papiloma humano se descubrió en 1907, pero no se relacionó con el cáncer de cuello de útero hasta 1976 y la Agencia de Alimentos y Fármacos (FDA) no aprobó una vacuna para prevenir la infección por el virus en las niñas hasta el año 2000. Trayectoria similar ha tenido la vacuna contra la hepatitis B. Dado que se estima que el 20 por ciento de todos los cánceres son ocasionados de algún modo por virus, un mayor desarrollo de vacunas es una vía muy prometedora.
En los últimos años se ha ido observando que la obesidad se asocia con al menos trece tipos de cáncer. Sin embargo, apenas la cuarta parte de la población es consciente de esa relación. La obesidad se situaría como la segunda causa prevenible de cáncer, después del tabaco. A su lado, la contaminación va ganando puntos en la clasificación de causas más o menos prevenibles, junto a los 500 carcinógenos que aparecen en la lista de la International Agency for Research of Cancer. Y en último término, el envejecimiento sería la frontera menos vulnerable.
febrero 6/2018 (diariomedico.com)