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El proceso mediante el cual las células son capaces de percibir su entorno está regulado por la detección de fuerzas. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en la revista Nature liderado por el equipo de Pere Roca-Cusachs, investigador principal del Institute for Bioengineering of Catalonia (IBEC) y profesor de la Universidad de Barcelona (UB), y que está impulsado por la Fundación Bancaria “la Caixa”.
«En nuestra investigación hemos determinado cómo las células detectan la posición de las moléculas (o ligandos) de su entorno, con precisión nanométrica», explica Roca-Cusachs. «Al adherirse a sus ligandos, las células aplican una fuerza que pueden detectar. Como esta fuerza depende de la distribución espacial de los ligandos, esto permite a las células tantear su entorno. De alguna manera, sería equivalente a reconocer la cara de alguien a oscuras resiguiéndola con una mano, más que viendo la persona».
La interacción entre las células y sus ligandos (o microentorno celular) es esencial para mantener la función de cualquier tejido, y de hecho la detección de cambios en el entorno celular es fundamental en cualquier escenario donde haya una remodelación de tejido, como puede ser el desarrollo embrionario, la proliferación tumoral o el proceso con el cual se cierra una herida.
En el trabajo también se ha visto cómo, «en función de esta distribución de fuerzas de la célula se incide en la activación de la transcripción genética, fenómeno que determina qué genes se expresan», apunta Roger Oria, primer autor del estudio y estudiante de doctorado en el laboratorio del Dr. Roca-Cusachs.
Con este conocimiento más integrado de cómo la célula detecta su entorno, los investigadores han comprobado que modificando las condiciones del entorno de la célula (rigidez y distribución de los ligandos que forman la matriz extracelular) se puede controlar la respuesta de adherencia de la célula e, incluso, definir un rango en el cual la célula se adhiere y fuera del cual no lo hace. Este resultado, apunta Roca-Cusachs, puede ser especialmente relevante en procesos tumorales, dado que está bastante aceptado que una mayor rigidez está relacionada con una mayor activación de los oncogenes.
Hasta ahora se sabía que las células son capaces de percibir información espacial y física en la nanoescala. De hecho, se pensaba que eran capaces de «medir distancias» y por eso se había hipotetizado con la existencia de algún tipo de molécula patrón que las ayudara en este proceso. Este trabajo «contradice» esta hipótesis, afirma el investigador IBEC-UB, demostrando que las células tantean más que ven su entorno.
Para llevar a cabo el trabajo, los investigadores han desarrollado unos sustratos de geles blandos en los cuales se incorpora un patrón de nanoesferas de oro recubiertas de una proteína y de las cuales pueden controlar su separación. La célula reconoce estas nanoesferas como un ligando y por lo tanto se puede medir de qué manera las células modulan la distribución de fuerzas y el número de ligandos a los cuales se adhieren en función de la densidad. En este estudio han colaborado, entre otros, el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón de la Universidad de Zaragoza, el Instituto Max Planck y la Universidad Heidelberg en Alemania.
Este trabajo ha sido financiado por la Comisión Europea, el Ministerio de Economía y Competitividad de España, el Consejo Europeo de Investigación, la Fundación Bancaria «la Caixa», la Fundación la Marató de Tv3 y la Fundación Alemana de Ciencias.
diciembre 14/2017 (immedicohospitalario.es)
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Force loading explains spatial sensing of ligands by cells