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Las enfermedades infecciosas van de la mano del desarrollo de las civilizaciones. El hombre desde sus orígenes se ha enfrentado a dolencias que le han causado pérdidas de vida en pueblos enteros. Unas han desaparecido otras han evolucionado o brotado.
En la antigüedad la Lepra fue interpretada como una maldición de dioses, el castigo del pecado o como una enfermedad hereditaria. Fue en 1873, cuando el médico Noruego Gerhard Hansen vio el bacilo de lepra bajo el microscopio y probó que esta era una enfermedad infecciosa y no una maldición.
En la Edad Media la peste jugó su protagonismo y según el National Geographic -medio de información precisa por 125 años- esta enfermedad pudo tener origen en el “País de la Oscuridad”, el kanato de la Horda de Oro, en territorio del actual Uzbekistán. Desde los puertos a las zonas interiores, la terrible plaga procedente de Asia se extendió por toda Europa en poco tiempo, ayudada por las pésimas condiciones higiénicas, la mala alimentación y los elementales conocimientos médicos.
Finalizando el año 1970 empezaron a detectarse casos esporádicos de una rara enfermedad, todos ellos con un denominador común: infección por Cándida albicans en la boca y el esófago, acompañada de erupciones cutáneas en distintas partes del cuerpo que correspondían a una forma agresiva de sarcoma de Kaposi, neumonía por Pneumocystis carinnii y en algunos casos, daños neurológicos y una supresión del sistema inmunitario inexplicable.
Estos casos aparecieron en lugares tan distantes como Portugal, Haití, Francia y Estados Unidos, pero no se tuvieron en cuenta. Pero ya el 5 de junio de 1981 se habló oficialmente de la enfermedad y para 1982 durante un encuentro de la Food and Drug Administration (FDA) sobre productos de sangre, Bruce Voeller, ex director de la National Gay Task Force, propuso llamar a la nueva enfermedad: síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Según la Organización Mundial de la Salud el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) infecta a las células del sistema inmunitario, alterando o anulando su función. La infección produce un deterioro progresivo del sistema inmune, con la consiguiente “inmunodeficiencia”. Se considera que el sistema inmunitario es deficiente cuando deja de poder cumplir su función de lucha contra infecciones y enfermedades.
El sida es un término que se aplica a los estadios más avanzados de la infección por VIH y se define por la presencia de alguna de las más de 20 infecciones oportunistas o de cánceres relacionados con el virus.
El VIH puede transmitirse por las relaciones sexuales vaginales, anales u orales con una persona infectada, la transfusión de sangre contaminada o el uso compartido de agujas, jeringuillas u otros instrumentos punzantes. Asimismo, puede producirse el contagio de la madre al hijo durante el embarazo, el parto y la lactancia.
La infección por el VIH no tiene cura, aunque existen medicamentos antirretrovirales que pueden contener la infección. En los países desarrollados, los pacientes pueden llevar una vida como un enfermo crónico, sin llegar a desarrollar sida gracias a las terapias. Sin embargo, en otras partes del mundo, donde los fármacos no están disponibles, los infectados llegan a desarrollar el sida y mueren pocos años después de haber sido diagnosticados.
Cada año se hace un llamado a la concientización sobre el VIH/sida para tratar de lograr una generación libre de esta enfermedad. Como ejemplo de iniciativas están las páginas clasificadas por grupos poblacionales relacionadas con los días de concientización sobre el VIH/sida.
Bajo el lema “Cada persona cuenta”, la OMS aboga por el acceso universal a servicios de atención sanitaria y a medicamentos seguros, eficaces y asequibles, así como a medios diagnósticos y otros productos básicos para la salud.
noviembre 30/2017 (Al Día)
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