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Una proteína llamada NFIL3 está en el centro de una transacción metabólica clave en el intestino, en la cual las bacterias intestinales cosechan energía de los alimentos y la transfieren al almacenamiento de grasa. Al igual que muchas vías metabólicas, este proceso parece estar sincronizado con un ciclo de luz día-noche a través de las moléculas que forman el reloj circadiano del cuerpo, pero los mecanismos exactos de la transacción se conocen poco.
Sin embargo, las conexiones son importantes, ya que pueden dar a conocer sobre por qué los seres humanos con relojes interrumpidos -los que trabajan en turnos de noche o viajan a menudo internacionalmente, por ejemplo- pueden estar en mayor riesgo de enfermedades metabólicas, como la obesidad y la diabetes.
Ciclo circadiano
El profesor Yuhao Wang y sus colegas del Centro Médico de la Universidad del Suroeste de Texas, en Dallas, Estados Unidos, ahora muestran que los microbios intestinales producen proteínas que sintonizan el ciclo circadiano de NFIL3 a través de la señalización celular inmune. A su vez, NFIL3 controla las fluctuaciones circadianas de una vía metabólica que regula la absorción de grasa y la exportación a las células que recubren el intestino.
Los hallazgos, que se revelan recientemente en un artículo que se publica en la revista Science, ofrecen «una comprensión más profunda de por qué las interacciones perturbadoras microbiota-reloj pueden llevar a la enfermedad metabólica», escriben los autores.
septiembre 3/2017 (diariomedico.com)