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Las diferencias específicas entre los distintos tipos de parásitos podría determinar la gravedad con la que se desarrolla el paludismo en el ser humano, según un trabajo internacional que publica Science Translational Medicine.
Un equipo internacional de investigación ha descubierto diferencias específicas de la cepa entre los parásitos del paludismo que están vinculados a su potencial para causar la enfermedad en los seres humanos y determinar su gravedad. Este fenómeno podría tener importantes implicaciones para los ensayos de vacunas contra el paludismo actualmente en curso, según publica Science Translational Medicine.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, en 2015 se registraron 212 millones de casos de paludismo en todo el mundo y 429 000 muertes. Durante las etapas iniciales de la infección por esta enfermedad, las formas inmaduras del parásito, llamado esporozoitos, invaden las células hepáticas donde maduran y se multiplican durante seis a siete días antes de liberar varios miles de descendientes en el torrente sanguíneo, causando síntomas clínicos.
Formas diversas
No todas las infecciones resultan en anemia que amenaza la vida y fracaso de órganos, razón por la cual los científicos han debatido durante mucho tiempo si los factores del huésped o del parásito, en última instancia, dictan los resultados de la enfermedad en los pacientes. El equipo de Matthew McCall, del Centro Médico Erasmus de Rotterdam, Holanda, llevó a cabo infecciones controladas de paludismo en 23 voluntarios humanos sanos, encontrando que tres formas geográficas y genéticamente diversas del parásito tenían una capacidad distinta de infectar las células del hígado.
Curiosamente, los investigadores observaron que el grado de infección en células hepáticas humanas que crecía en cultivo estaba estrechamente correlacionado con las cargas parasitarias en el torrente sanguíneo. Todos los participantes del estudio fueron tratados con fármacos antipalúdicos y posteriormente recuperados, aunque algunas cepas causaron síntomas más graves, incluyendo fiebre y malestar.
Según McCall «la variabilidad entre los tipos de parásitos indica que los desafíos futuros para los estudios sobre vacunas contra el paludismo deben utilizar múltiples cepas para predecir con mayor precisión la eficacia de los candidatos que más se pueden beneficiar». El estudio también indica que la infectividad de las diferentes cepas del parásito puede variar en las poblaciones previamente expuestas al paludismo, por lo que se necesita más investigación en entornos endémicos.
junio 23/2017 (diariomedico.com)