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Investigadores de la Universidad Erasmus Medical Center, en los Países Bajos, desarrollaron una molécula que puede revertir aspectos del envejecimiento, ya que destruye selectivamente las células senescentes, que se acumulan en el cuerpo con la edad y deterioran los tejidos.
Dado que las células dañadas favorecen la senescencia, que promueve el desarrollo de enfermedades y acelera el envejecimiento, los científicos decidieron estudiar esta cuestión para determinar si un enfoque terapéutico de las células senescentes podría demorar o contrarrestar los daños que causan.
El daño celular irreparable, consecuencia del estrés agudo o el envejecimiento natural, restringe el periodo de vida saludable de una persona, pues las células pierden su capacidad de dividirse y, con ello, minan la reparación de los tejidos y evitan la apoptosis.
La apoptosis es el proceso de muerte celular programada o provocada por el mismo organismo, con el fin de eliminarlas del cuerpo de forma permanente, y controlar su desarrollo y crecimiento.
Para su investigación, los científicos comenzaron por realizar una secuenciación genética con muestras de fibroblastos humanos primarios para identificar a las células senescentes y las apoptósicas, luego trabajaron sobre compuestos que afectasen la viabilidad de las primeras.
En un artículo publicado en la revista especializada Cell, los investigadores aseguran haber desarrollado un péptido FOXO4 que destruye de manera selectiva las células dañadas al neutralizar su quimiotoxicidad.
El fármaco fue probado con éxito en ratones envejecidos naturalmente, en los cuales se restauró la salud física, la densidad de la piel y la función renal, subrayan los investigadores y concluyen que este enfoque terapéutico podría ser factible para invertir el envejecimiento.
El equipo de la Universidad Erasmus Medical Center planea llevar a cabo ensayos del péptido en seres humanos, con la esperanza de ofrecer en un futuro un tratamiento para la vejez que podría administrarse tres veces a la semana y mejorar la salud de las personas.
Hasta ahora ‘no hay signos de efectos secundarios, pero los ratones no hablan’, comentó a la prensa el doctor Peter de Keizer, del Departamento de Genético Molecular de la citada universidad.
Sin embargo, reconoció que con esa molécula ‘podríamos mirar a enfermedades específicas relacionadas con la edad, por ejemplo, la osteoporosis, pero ahora debemos preparar su uso clínico’.
marzo 28/2017 (Notimex)