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Los órganos donados congelados podrían algún día ayudar a mejorar el suministro de trasplantes, pero primero los científicos deben descifrar cómo descongelar el delicado tejido sin que se resquebraje.
Ahora los investigadores están dando el primer paso hacia esa meta, valiéndose de nanotecnología con el fin de crear súper calentadores para tejido preservado.
Investigadores de la Universidad de Minnesota llaman a su enfoque ‘ nano calentamiento’, reportaron que descongelaron rápidamente y de manera segura cantidades más grandes de tejido animal de lo que se puede lograr con las herramientas actuales.
El truco es bañar partes del tejido con nanopartículas magnéticas y posteriormente dirigir emisiones de energía de radiofrecuencia hacia ellas para activarlas. Las nanopartículas actúan como calentadores microscópicos, calentando uniformemente el tejido que las rodea, se concluye en la investigación publicada en la Science Translational Medicine.
Se requieren años de investigación adicional antes de intentar descongelar órganos humanos.
‘Estamos cautamente optimistas en que vamos a ser capaces de lograrlo en un riñón o quizá un corazón. Pero de ninguna manera estamos declarando aquí una victoria’, dijo John Bischof, profesor de ingeniería mecánica en la Universidad de Minnesota, quien encabezó el equipo de investigación.
Desde hace tiempo los médicos desean crear un banco de órganos semejante al de esperma, o que las válvulas cardiacas puedan ser congeladas y preservadas por periodos largos, y los especialistas dicen que la nueva investigación es una importante prueba de concepto.
‘Si se pudiera tener éxito en esto, realmente sería transformador’ , dijo el doctor David Klassen, director médico en la Red Unida para la Compartición de Órganos, la cual supervisa el sistema de trasplantes del país.
Aproximadamente 119 000 personas están en la lista de espera para el trasplante de un órgano, y el año pasado se realizaron 33 599 trasplantes. Uno de los muchos retos es que los órganos no pueden ser almacenados por mucho tiempo fuera del organismo: aproximadamente de cuatro a seis horas para un corazón o pulmón, por ejemplo.
Y son almacenados definitivamente de una manera anticuada para llevarlos apresuradamente a una persona que los necesite: se les coloca dentro de una solución fría para preservarlos y luego se les pone dentro de una hielera, señaló Klassen. Eso es lo suficientemente frío como para disminuir la actividad celular, pero no están congelados.
Una especie de preservación criogénica que utilice un congelamiento profundo y rápido que hace que el tejido parezca vidrio podría potencialmente permitir que los órganos sean almacenados por periodos más largos.
Pero la tecnología actual de descongelamiento solo funciona bien con tipos de tejidos pequeños o sencillos. Si se intenta con tejido más grande y más complejo, se forman cristales de hielo perjudiciales, explicó Klassen.
marzo 3/2017 (AP)