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Un equipo de investigación ha utilizado con éxito una corriente eléctrica moderada para matar a bacterias farmacorresistentes y acabar con las infecciones producidas por ellas. Esta nueva tecnología podría llegar a ser utilizada para tratar infecciones crónicas de heridas.
El equipo de Haluk Beyenal, de la Universidad del Estado de Washington (WSU) en la ciudad estadounidense de Pullman, utilizó un antibiótico en combinación con una corriente eléctrica para matar todas las bacterias de la especie Pseudomonas aeruginosa PAO1, altamente persistentes, en sus muestras. La bacteria es responsable de infecciones graves y crónicas en personas con enfermedades pulmonares, como la fibrosis quística, y en heridas crónicas. También ocasiona a menudo neumonía en personas que utilizan respirador artificial, e infecciones en víctimas de quemaduras.
Beyenal confiesa que cuando vio los resultados por vez primera, no se los creía. La aniquilación de células bacterianas observada fue algo del todo inesperado para él. Por eso, él y sus colegas repitieron los experimentos muchas veces, obteniendo los mismos resultados y convenciéndose así de la veracidad de estos.
La resistencia bacteriana es un problema creciente en todo el mundo. Si bien los antibióticos constituyeron un fármaco milagro durante el siglo pasado, su amplia utilización nos ha llevado a cepas de bacterias resistentes. Solo en Estados Unidos, al menos dos millones de infecciones y 23 000 muertes cada año son ahora atribuidos a bacterias resistentes a antibióticos, según los Centros para el Control de Enfermedades.
Cuando los médicos utilizan antibióticos para tratar una infección bacteriana, muchas de las bacterias mueren. Sin embargo, las que forman una capa mucosa (llamada biopelícula o biofilm), son más difíciles de matar porque los antibióticos solo penetran parcialmente en esta capa protectora. Ciertas subpoblaciones de células resistentes sobreviven al tratamiento y son capaces de crecer y multiplicarse, lo que resulta en infecciones crónicas.
En el nuevo estudio, los investigadores utilizaron a modo de andamio una especie de tirita electrónica hecha de tejido conductor de carbono, junto con un antibiótico, para atacar específicamente a estas células persistentes. El andamio crea una corriente eléctrica que produce una concentración baja pero constante de peróxido de hidrógeno, un desinfectante efectivo, en la superficie del propio andamio. El peróxido de hidrógeno altera la matriz de la biopelícula, daña las paredes celulares bacterianas y también al ADN, permitiendo así una mejor penetración del antibiótico y una mayor eficacia contra las bacterias.
diciembre 25/2016 (noticiasdelaciencia.com)
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