La Agencia de Alimentos y Fármacos (FDA) defiende en The New England Journal of Medicine (NEJM) la prudencia ante la aprobación de tratamientos basados en células madre.

La FDA estadounidense ha salido al paso de quienes critican su renuencia a aprobar nuevos tratamientos con células madre, y lo ha hecho mediante un texto firmado en New England Journal of Medicine por su máximo responsable, Robert Califf, junto a Peter Marks y Celia Witten, que encabezan el Centro para la Investigación y Evaluación de Biológicos de la entidad.

Los autores entienden y «comparten la emoción reinante sobre el potencial de la terapia con células madres», pero enseguida avanzan las razones por las que hay que ser cautos y moderar las expectativas: «Para asegurar que este campo emergente es realmente prometedor para los pacientes, primero debemos entender sus riesgos y beneficios y desarrollar abordajes terapéuticos basados en ciencia sólida».

Y estos requisitos aún no se han cumplido, consideran: «Los estudios no han mostrado de modo fiable la efectividad de los tratamientos con células madre incluso en algunas de las enfermedades estudiadas de manera más sistemática, como la insuficiencia cardiaca y la enfermedad de injerto contra huésped».

Voces críticas con la FDA
Los críticos subrayan que la puesta en práctica de ensayos clínicos convencionales para células madre es demasiado compleja excepto para la industria y que, por tanto, se debe permitir su uso en la práctica clínica mientras se recaba la pertinente evidencia científica, sobre todo teniendo en cuenta que el uso autólogo es bastante seguro.

No opinan lo mismo Caliif y sus colegas, quienes subrayan que la falta de evidencia científica no es indiferente ni este un campo en el que los atajos sean inocuos. «La literatura está repleta de ejemplos de intervenciones terapéuticas basadas en opinión experta y consentimiento del paciente que, finalmente, se revelaron dañinas al estudiarlas en ensayos bien controlados».

Ejemplos: mama metastásico e ictus
Uno de los casos más desventurados en tiempos recientes, continúan,»fue el amplio uso del trasplante de células madre autólogas para tratar el cáncer de mama metastásico, una práctica que acabó demostrándose ineficaz, cara y con riesgo».

También traen a colación otro caso en el que se pretendió reducir el daño neurológico tras ictus mediante células madre alogénicas de diferentes fuentes, y que se saldó con el desarrollo de una lesión glioproliferativa que indujo paraplejia y que requirió radioterapia. Daños graves se han registrado también en el abordaje de la insuficiencia renal o la degeneración macular con células autólogas.

Las acusaciones de que las normas vigentes sobre la aprobación de tratamientos «son demasiado exigentes» solo pueden venir, afirman, «de la falta de familiaridad con las mecanismos disponibles» en la regulación, pues «ya hay procesos acelerados para enfermedades graves y mortales sin tratamiento actual, muy usados en oncología para generar la evidencia que médicos y pacientes necesitan para poder confiar en los fármacos y biológicos disponibles en el mercado».

Cuando de enfermedades no letales se trata, se aceptan ensayos clínicos con un número pequeño de pacientes -citan un caso randomizado en el que bastó con 42- «si se produce una mejora espectacular en el resultado medido.
diciembre 14/2016 (diariomedico.com)

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