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La exploración, junto a la biología subyacente descubierta, podría conducir a un diagnóstico más rápido y preciso, y a terapias más efectivas y personalizadas para el síndrome de fatiga crónica.
El síndrome de fatiga crónica es una enfermedad misteriosa y enloquecedora, sin cura o causa conocida. Pero investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de San Diego, en Estados Unidos, usando una variedad de técnicas para identificar y evaluar metabolitos dirigidos en el plasma sanguíneo, han identificado un químico propio distintivo de la dolencia debilitante y una biología subyacente inesperada: es similar al estado de dauer, y otros síndromes hipo metabólicos como la restricción calórica, la diapausa y la hibernación.
Dauer es la palabra alemana para traducir persistencia o longevidad. Es un tipo de inmovilismo en el desarrollo de algunos invertebrados que está impulsado por unas condiciones ambientales duras. Los descubrimientos se han publicado este lunes en PNAS.
«El síndrome de fatiga crónica es una enfermedad muy desafiante», comenta Robert Naviaux, profesor de medicina, pediatría y patologías, director del Centro de Enfermedades Mitocondriales y Metabólicas en la Escuela de Medicina de la Universidad de San Diego y autor principal del trabajo. «Afecta a múltiples sistemas de cuerpo. Los síntomas varían y son comunes a otras enfermedades. No hay pruebas diagnósticas de laboratorio. Los pacientes podrían gastar decenas de miles de dólares y años intentando conseguir un diagnóstico acertado».
Se cree que al menos 2.5 millones de americanos padecen síndrome de fatiga crónica. A menudo afecta más a las mujeres entre los 30 y los 50 años, a pesar de que puede perjudicar a ambos géneros y a personas de todas las edades. El síntoma principal es la fatiga severa durante al menos seis meses, con síntomas corolarios desde el dolor muscular y de cabeza hasta problemas para dormir o de memoria.
Naviaux y sus compañeros estudiaron a 84 sujetos: 45 hombres y mujeres que habían sido diagnosticados de síndrome de fatiga crónica y 39 en un grupo de control. Los investigadores abordaron 612 metabolitos (sustancias producidas por el proceso del metabolismo) de 63 itinerarios bioquímicos en el plasma sanguíneo. Descubrieron que los individuos con síndrome de fatiga crónica mostraron anomalías en 20 itinerarios metabólicos. El 80 por ciento de los diagnósticos de los metabolitos calculados descendieron, conforme al síndrome hipo metabólico o a metabolismo reducido. La precisión del diagnóstico excedió el 90 por ciento.
«A pesar de la heterogeneidad del síndrome de fatiga crónica, la diversidad de factores que conducen a esta enfermedad, nuestros descubrimientos muestran que la respuesta celular metabólica es la misma en los pacientes», asegura Naviaux. «Y curiosamente, es químicamente similar al estado de larva que se aprecia en algunos organismos, el cual irrumpe cuando la tensión medioambiental desencadena una ralentización en el metabolismo para permitir la supervivencia bajo condiciones que, de otra forma, podría causar la muerte celular. En el síndrome de fatiga crónica, esta ralentización llega a costa del dolor crónico y una discapacidad».
Naviaux comenta que los descubrimientos muestran que el síndrome de fatiga crónica cuenta con un químico distintivo tanto en hombres como mujeres y que esos metabolitos específicos, que proveen directamente información de moléculas pequeñas, puede proporcionar información sobre tratamientos viables. Solo el 25 por ciento de las alteraciones de los metabolitos encontradas en cada persona necesitaba un diagnóstico de síndrome de fatiga crónica. Aproximadamente el 75 por ciento de las anomalías era única en cada individuo, lo cual, según Naviaux , es útil para llevar un tratamiento personalizado.
«Este trabajo abre un nuevo camino para comprender la biología del síndrome de fatiga crónica y, mucho más relevante para los pacientes, un camino más sólido y racional para desarrollar nuevas terapias para una enfermedad que las necesitan urgentemente».
Los autores del estudio han señalado que se necesita investigar más con grupos más amplios de participantes de diversas áreas geográficas para validar la universalidad y la especificidad de los descubrimientos.
agosto 30/2016 (Diario Médico)