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La proteína de la envoltura que se une a los anticuerpos allana el camino hacia una vacuna, pero los científicos explican las dificultades de desarrollar una inmunización en embarazadas y su potencial efecto sobre el dengue.
El hallazgo de anticuerpos capaces de proteger de la infección por el virus de Zika supone un paso más hacia pruebas diagnósticas más eficaces y puede que incluso tratamientos y una vacuna. Un grupo de científicos de la Universidad Washington, en Saint Louis, describe con detalle cómo interactúan esos anticuerpos con el virus en ratones; son los mismos anticuerpos que otros científicos ya habían identificado en humanos, según se publicó hace dos semanas en Science.
Los investigadores presentan ahora en Cell el lugar concreto del virus que reconocen los anticuerpos, una información que podría utilizarse para desarrollar la vacuna contra Zika. Los anticuerpos se unen exclusivamente a zika y no a otros virus relacionados, lo que significa que son lo suficientemente específicos para ser utilizados en las pruebas de diagnóstico.
«Es importante destacar que algunos de nuestros anticuerpos son capaces de neutralizar cepas africanas, asiáticas y americanas del virus de Zika en el mismo grado» expone Daved Fremont, profesor de Patología e Inmunología y autor del estudio. Una vacuna que consiguiera generar anticuerpos similares podría proteger de las cepas de zika de todo el mundo.
Fremont, junto al también profesor en la Universidad Washington Michael Diamond, identificaron a seis anticuerpos que se unen estrechamente al virus mediante la técnica de cristalografía de rayos X y se concentraron en el punto de unión. Los dos anticuerpos con más capacidad protectora se unían en la misma región de la proteína de la envoltura viral, la que cubre la superficie del virus.
«Creemos que esta zona de la proteína de la envoltura viral por sí sola sería capaz de provocar una respuesta inmune protectora frente a zika», afirma Fremont, en referencia a la posibilidad de hacer una vacuna a partir de una proteína, en lugar de todo el virus.
Las vacunas a base de virus vivos atenuados, son bastante comunes y eficaces, pero no se pueden administrar a las mujeres embarazadas. El embarazo suprime el sistema inmunológico de la mujer, por lo que un virus débil que inmuniza con seguridad a la mayoría de la gente podría resultar nocivo en la gestante. En el caso de zika -donde la infección viral de las mujeres embarazadas puede causar graves alteraciones congénitas o abortos- una vacuna de virus vivo no sería administrable, pero sí una basada en proteína.
A pesar de que recientemente se ha desarrollado un modelo de ratón de infección por el virus de Zika durante la gestación, aún no se ha probado esta estrategia de inmunización, y tampoco es el modelo ideal para este tipo de experimentos, como recuerda Diamond. En las embarazadas, los anticuerpos maternos viajan a través de la placenta para proteger al feto, lo que no ocurre de la misma forma en los ratones, que obtienen anticuerpos de sus madres sobre todo después del nacimiento.
Diamond explica que los estudios sobre vacunación de embarazadas frente a zika tendrán que realizarse en primates.
La descripción aportada en este estudio concuerda con los hallazgos de otro trabajo reciente, llevado a cabo por Davide Corti (Humabs Biomed SA) y Federica Sallusto (Instituto de Investigación Biomédica en Bellinzona, Suiza), que también apuntaba a la misma sección de la proteína de la envoltura viral como un lugar clave para la unión con los anticuerpos. Sin embargo, ese trabajo previo carecía de la descripción detallada de cómo los anticuerpos interactúan con el virus, que es lo que podría ayudar en el diseño de una vacuna.
Por otro lado, los anticuerpos descritos también podrían incorporarse en una prueba de diagnóstico. Ahora el virus se diagnostica sobre todo mediante genoma viral, para lo que son necesarios altos niveles de virus en la sangre y sólo se identifica a quienes han sido infectados en la semana de ser analizados. Una prueba complementaria mediría la cantidad de anticuerpos específicos contra zika, lo que podría identificar a las personas que se han infectado hace meses o años.
«Hay que saber no solo cuántas personas tienen el virus en sangre en este momento, sino también cuántas personas han sido infectadas a lo largo del tiempo», aclara Diamond.
Fremont añade que «eso es especialmente importante para las embarazadas que deseen comprobar si estaban infectados por zika antes de su embarazo, lo que las pruebas actuales no pueden revelar».
Los anticuerpos -que en este estudio protegían a los ratones de una dosis letal del virus- también podrían ser empleados para el tratamiento de pacientes de alto riesgo, como las propias embarazadas y otras personas con comorbilidad.
«En teoría, una profilaxis de anticuerpos podría proteger contra la infección del feto», apunta Diamond. Para ello, los anticuerpos obtenidos de ratones, tendrían que modificarse para poder actuar como anticuerpos humanos.
Riesgo de exacerbación del dengue
Finalmente, los investigadores también encontraron un patrón particularmente preocupante: los bajos niveles de anticuerpos anti-zika contribuyeron a que el virus del dengue infectara las células, según se vio en la placa de Petri. Las personas con el virus del dengue tienden a presentar peores síntomas la segunda vez que se infectan, pues los anticuerpos restantes que quedan de la primera infección ayudan a la invasión del virus. Puesto que los virus del dengue y de zika circulan juntos en las mismas zonas de América, entre ellas, Brasil, es frecuente que las personas que se infectan con el dengue después del virus de Zika -o después de la inmunización con una eventual vacuna frente a zika- desarrollarían una fiebre del dengue más grave.
«Debemos tener cuidado al extrapolar los experimentos con células en un laboratorio a las personas», advierte Diamond. «¿Exacerbará la inmunidad frente a zika la patogénesis del dengue? Por ahora lo único que sabemos es que en el laboratorio es posible».
julio 27/2016 (Diario Médico)