Si el hábito de morderse las uñas o chuparse el pulgar de su hijo le vuelve loco, se alegrará de enterarse de que un nuevo estudio sugiere que esos hábitos podrían tener un beneficio para la salud. Los niños que se chupan el pulgar o se muerden las uñas más allá de la edad preescolar podrían ser menos propensos a las reacciones alérgicas cuando alcanzan la adolescencia, dijeron los investigadores.

Además, el estudio encontró que los efectos protectores parecían durar hasta la adultez.

Pero nadie está sugiriendo que se anime a los niños a adoptar esos hábitos, dijo el investigador principal, el Dr. Robert Hancox, de la Universidad de Otago en Dunedin, Nueva Zelanda.

Con chuparse el pulgar, en particular, existe la preocupación de que pueda alterar el alineamiento de los dientes cuando salen.

«No queremos descartar esas preocupaciones», dijo Hancox.

«Pero si un niño tiene un hábito difícil de quitar, quizá el hecho de que podría haber una reducción en el riesgo de alergias podría servir de algo de consuelo», añadió.

¿Cómo podría el hecho de ponerse crónicamente los dedos en la boca afectar al riesgo de alergias?

Según Hancox, todo se relaciona con la hipótesis de la higiene. La teoría es que la exposición a las bacterias y otros microbios a principios de la vida ayuda a guiar al sistema inmunitario a un modo de lucha contra la infección, y alejarlo de una tendencia a las reacciones alérgicas.

Pero el estudio no puede probar que ninguno de los dos hábitos redujera directamente el riesgo de los niños de sensibilizarse a los alérgenos, reconoció Hancox.

Pero, dijo, su equipo tomó en cuenta una variedad de cosas que influyen sobre las probabilidades de sensibilización, lo que incluye si fueron alimentados con leche materna, expuestos al humo de segunda mano, vivieron con mascotas o tenían antecedentes familiares de alergias.

Es «difícil imaginarse» qué otros factores explicarían los hallazgos, dijo Hancox.

Al menos una experta se mostró de acuerdo en que la hipótesis de la higiene podría explicar los resultados del estudio.

La Dra. Mika Hiramatsu, una pediatra que revisó el estudio, dijo que «es otra evidencia que respaldo la hipótesis de la higiene». Hiramatsu es vocera de la Academia Americana de Pediatría.

Apuntó a una conexión similar observada en estudios anteriores: los niños que están en guarderías, viven con mascotas, viven en granjas o tienen hermanos mayores tienden a tener un riesgo más bajo de alergias y asma, lo que sugiere que los ambientes relativamente llenos de gérmenes ofrecen cierta protección.

«Creo que este estudio añade peso a la idea de que a los niños les va mejor cuando están expuestos a una variedad de microbios», dijo Hiramatsu. «Estar en un ambiente ‘estéril’ en realidad no es lo mejor para nosotros».

Eso no significa que los padres deban permitir a sus hijos «revolcarse en la tierra», según Hiramatsu. Pero pueden «relajarse» un poco respecto a la limpieza, dijo.

Los hallazgos del estudio se basan en más de mil niños de Nueva Zelanda que entraron al estudio al nacer. A la mayoría se les siguió hasta la adultez.

Según los informes de los padres, un 31 por ciento de los niños se chupaban el pulgar o se mordían las uñas «con frecuencia» entre los 5 y los 11 años de edad. Esos niños tenían un tercio menos de probabilidades que sus pares de haber desarrollado una sensibilización alérgica a los 13 años.

Eso significaba que era menos probable que obtuvieran un resultado positivo cuando su piel se expuso a desencadenantes de las alergias, como el polen y los ácaros del polvo.

El mismo patrón seguía siendo aparente a los 32 años, encontraron los investigadores.

Pero no está claro qué significaba eso exactamente para las vidas diarias de las personas, dijo Hancox. Las pruebas de piel mostraron si una persona tenía una respuesta alérgica a una sustancia en particular. Eso no necesariamente significa que la persona sufriera síntomas a diario.

Los investigadores sí preguntaron a los participantes del estudio si habían sido diagnosticados con asma o fiebre del heno. Y no hubo un vínculo entre chuparse el pulgar o morderse las uñas y el riesgo de tener esas afecciones.

Hancox y sus colaboradores reportaron los hallazgos en la edición en línea del 11 de julio de la revista Pediatrics.

julio 15/ 2016 (Intra Med)

julio 18, 2016 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: Inmunología | Etiquetas: , |

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