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La falta de vacunas ha ayudado a que reaparezca la enfermedad en el país después de 30 años
Un brote de fiebre amarilla que empezó hace tres meses ha causado ya al menos 158 muertes y ha afectado a casi mil personas, según ha comunicado Médicos del Mundo. La ONG afirma que probablemente la incidencia sea mucho mayor, ya que muchos de los casos –y de las muertes– pueden estarse atribuyendo erróneamente a al paludismo, una enfermedad que tiene síntomas parecidos y que es endémica del país.
La reaparición de la enfermedad después de 30 años ha podido pillar a los sistemas sanitarios por sorpresa. Y, también, a la población, que después de tanto tiempo ha podido sentirse segura y había relajado la vacunación. De hecho, Médicos del Mundo calcula que solo en la capital, Luanda, hay cuatro millones de personas que no han recibido la inmunización, y que hay otros ocho millones sin proteger en las 12 provincias donde se ha detectado la enfermedad.
La fiebre amarilla es una enfermedad vírica que se transmite por las picaduras de mosquitos Aedes, los mismos que transmiten el zika, el dengue y el chikungunya.
La enfermedad empieza con síntomas poco específicos (fiebre, dolor de cabeza, malestar, debilidad), por lo que al principio es difícil de detectar. Normalmente pasa a los tres o cuatro días, pero en algunos pacientes causa problemas más graves, con afectación hepática (de ahí el color amarillo de los enfermos que le da nombre) y la aparición del llamado vómito negro, junto con encefalopatías y daños hepáticos y renales. Aproximadamente la mitad de las personas que llegan a esta fase fallece. No hay tratamiento específico para la fiebre amarilla, pero sí existe una vacuna eficaz. Cada año enferman de fiebre amarilla unas 130 000 personas, de las que mueren 40 00 (el 30 %).
La ONG, presente en el país desde 2003, está especialmente involucrada en extender la inmunización. En febrero, el Gobierno inició una campaña en Viana (cerca de Luanda) en la que pretenden tratar a 1,4 millones de personas.
Otro motivo de preocupación de las autoridades es la posible expansión de la enfermedad. Por ejemplo, Kenia ha registrado dos muertes de ciudadanos que habían estado en Angola, donde contrajeron la fiebre amarilla.