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El órgano más grande de nuestro cuerpo, la piel, es altamente vulnerable a los elevados índices de glucosa en sangre, y los daños se manifiestan de diversas maneras, desde pequeñas erupciones y manchas, hasta ulceraciones e inflamación, médicamente llamada dermatitis. Incluso, aunque sea poco mencionada, la caspa también es una manifestación de alteración en la piel del paciente diabético.
El exceso de azúcar en la sangre provoca deshidratación y resequedad en la piel, sí como comezón; además, por ser reseca es proclive a infecciones por hongos o bacterias. No obstante, la dermatitis atópica es poco común pero es importante prestarle atención.
La doctora María del Mar Sáez de Ocariz Gutiérrez, médico adscrito al Servicio de Dermatología del Instituto Nacional de Pediatría (INP), en México, explicó que los pacientes con diabetes tipo I tienden a padecer piel seca, es decir, que carece de lípidos (grasa) que representan una importante barrera cutánea ante la presencia de microorganismos dañinos.
Este tipo de dermatitis también se desencadena por contaminación ambiental, tabaquismo y la aplicación de cremas y productos perfumados. Sin embargo, existe mayor prevalencia en zonas industrializadas, y se ha observado que quienes se mudan de un ambiente rural a las grandes urbes puede desarrollarla con facilidad.
“El baño alivia la dermatitis atópica al hidratar la piel, eliminar sudor, bacterias y otros alérgenos, y permite la penetración de medicamento si es prescrito, pero debe hacerse diario y de ser necesario dos o tres veces al día, en tina, con agua tibia, sin tallar la piel y jabón neutro”.
La especialista añade que ante la piel seca no es suficiente la ingesta de líquidos y para vitalizarla son necesarias cremas emolientes e hidratantes para restablecer la barrera cutánea.
Sáenz de Ocariz Gutiérrez acentúa que el sector de la población más afectado por dermatitis atópica son los niños, particularmente de 5 y 6 años, y que incluso puede presentarse desde los primeros tres meses de vida. Aclara que hay estudios que indican que la presencia de esta afección se relaciona con la elevada edad de la madre durante el embarazo y con la disminución del periodo de lactancia, pues ésta previene infecciones.
La dermatóloga comentó que resulta más común en hijos de madres atópicas que en padres afectados. No obstante, al llegar a la adolescencia disminuyen los casos y muy pocos persisten hasta ser adultos, aunque algunas estadísticas indican que dos por ciento de esta población lo tiene.
“Cualquier enfermedad crónica altera el estado emocional del niño y causa estrés, de manera que quien padece dermatitis tiende a rascarse continuamente hasta generar un círculo vicioso. Esto libera ciertas sustancias llamadas mediadores para provocar la inflamación”, dijo la también integrante de la Fundación para la Dermatitis Atópica (FDA).
Incluso, cuando el niño no duerme suficiente por el rascado es un pequeño que no descansa y mermará su calidad de vida, su rendimiento escolar y la dinámica familiar.
Respecto a la topografía, detalló que en los más pequeños está localizada en cara; en preescolares se ve en los pliegues y en adolescentes y adultos es común en zonas de flexión (parpados, muñecas y tobillos, entre otros).
Sáenz de Ocariz Gutiérrez insistió en que al identificar el padecimiento se debe hidratar la piel con cremas humectantes, preferentemente 10 minutos después del baño diario, lo que disminuirá comezón e inflamación.
Otros cuidados o medidas preventivas a tener en cuenta son el uso de jabones no perfumados con contenido de aceite natural y sin colorantes, el uso de desodorante sin alcohol y evitar la presentación en spray para prevenir irritaciones.