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Dos estudios que se publican en el último número de «Science» ayudan a explicar por qué algunos pacientes no responden bien a la inmunoterapia frente al cáncer.
La microbiota intestinal juega un papel importante en el efecto de los agentes inmunoterápicos, según dos estudios que se publican en «Science». En el primero de ellos, Marie Vétizou, del Instituto del Cáncer Gustave Roussy, en Viellejuif (Francia), y su equipo, estudiaron la eficacia de ipilimumab frente al sarcoma en dos tipos de ratones: libres de patógenos y carentes de todo tipo de gérmenes.
Comprobaron que el inmunoterápico ejercía correctamente su acción antitumoral en el primer grupo de animales, pero no en los que carecían totalmente de gérmenes. Además, vieron que la administración de antibióticos mermaba los efectos del fármaco.
El análisis de ARN ribosomal en heces reveló que una sola inyección de ipilimumab afectaba significativamente al microbioma, provocando una disminución de las especies de «Bacteroidales» y «Burkholderiales».
La introducción de estas bacterias en los ratones libres de gérmenes y en los tratados con antibióticos restablecía los efectos anticancerígenos de la inmunoterapia.
Con el objetivo de probar estos resultados en la práctica clínica, los investigadores tomaron muestras fecales de 25 pacientes con melanoma metastásico y las clasificaron en función de la presencia de «Bacteroidales».
A continuación, el equipo trasplantó esas muestras fecales a ratones libres de gérmenes, a los que trató con ipilimumab dos semanas más tarde.
Los tumores de los ratones que habían sido trasplantados con heces de pacientes con un mayor porcentaje de «Bacteroides fragilis» respondieron mejor que el resto a la terapia.
El segundo trabajo, encabezado por Ayelet Sivan, de la Universidad de Chicago, halló una relación similar entre la composición de la microbiota intestinal y la respuesta a la inmunoterapia. Analizaron en modelos murinos los efectos de la microbiota sobre el tratamiento del melanoma con anticuerpos monoclonales anti-PD-1/PD-L1.
En este caso, los autores estudiaron dos grupos de ratones, conocidos como Laboratorio Jackson (JAX) y Taconic Farms (TAC), cada uno de los cuales se caracteriza por albergar determinados tipos de microbios intestinales.
En los ratones TAC apreciaron respuestas específicas que se traducían en un crecimiento tumoral más agresivo, así como una mayor acumulación de linfocitos T CD8+ en los tumores.
El trasplante de heces de ratones JAX a ejemplares TAC ralentizaba el crecimiento tumoral en estos últimos, y esos trasplantes, en combinación con anticuerpos PD-L1, mejoraban aún más el control tumoral.
Un análisis exhaustivo del microbioma de los animales JAX reveló una abundancia 400 veces superior de bacterias del tipo «Bifidobacterium», que mostraban una asociación positiva con las respuestas antitumorales de las células T.
De hecho, los análisis de transcripción genética mostraron una mayor actividad de varios genes que resultan claves para las respuestas antitumorales.
noviembre 6/2015 (Diario Médico)
Cancer and the gut microbiota: An unexpected link
Anticancer immunotherapy by CTLA-4 blockade relies on the gut microbiota