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Un grupo de investigadores españoles, junto con otros de la Universidad de Monash, en Australia, ha encontrado que los mecanismos subyacentes en la obesidad podrían ser similares a los de la adicción a otras sustancias, como el alcohol o las drogas.
El ansia de comida activa redes cerebrales distintas en pacientes obesos y con un peso sano. Esto indicaría que la tendencia a querer comer estaría conectada al cerebro de pacientes con sobrepeso y se convertiría en un biomarcador funcional del cerebro.
Estudios recientes han empezado a sugerir que los mecanismos subyacentes en la obesidad pueden ser similares a los de la adicción a una sustancia, y que los tratamientos pueden ser abordados de la misma manera que otras adicciones, como a la droga o el alcohol. Por ello, un grupo de investigadores de la Universidad de Granada, en España, y la Universidad de Monash, en Australia, han buscado las diferencias de conectividad cerebral en el sistema de recompensa del cerebro de gente obesa y con un peso normal.
Los investigadores proporcionaron comida al estilo «buffet» a 39 personas obesas y a 42 con un peso normal. Después se sometieron a imágenes de resonancia magnética mientras les mostraban fotografías de comida para estimular el ansia de comer. La imágenes señalaron que ésta estaba asociada a una diferente conectividad cerebral, dependiendo de los dos grupos de sujetos.
Descubrieron que en los individuos obesos, la estimulación al ansia de comer estaba asociada a una mejor conectividad entre el caudado dorsal y la corteza somatosensorial, implicada en los hábitos basados en la recompensa y la codificación del valor energético de los alimentos, respectivamente. Sin embargo, en los sujetos sanos, esta ansia se asociaba a una mejor conectividad entre diferentes partes del cerebro, el putamen cerebral y la corteza orbitofrontal.
Cambios neuronales similares
Tres meses después, los investigadores midieron el índice de masa corporal (IMC) y descubrieron que un 11 % del peso que habían ganado las personas obesas se podría predecir por la presencia de un aumento de la conectividad entre el caudado dorsal y la corteza somatosensorial. Oren Contreras Rodríguez, principal investigador del estudio, señala que «hay controversia sobre si la obesidad debe calificarse como adicción a la comida. Nuestro estudio señala que el procesamiento de la recompensa que se da tras los estímulos alimenticios en personas obesas se asocia a cambios neuronales similares a aquellos encontrados en las adicciones a determinadas sustancias». Y añade: «Estos descubrimientos proporcionan biomarcadores cerebrales potenciales que podrían usarse para ayudar a gente obesa, como por ejemplo con técnicas de estimulación farmacoterapéuticas y cerebrales que ayuden a controlar el consumo de comida en situaciones clínicas».
septiembre 3/2015 (Diario Médico)