La contaminación vuelve a ser un tema frecuente en la agenda mediática por estos días debido a las jornadas de alerta, preemergencia e incluso emergencia ambiental, vividas por Santiago de Chile como consecuencia de la calidad del aire.

La gran urbe de la nación austral ha estado cubierta de una impresionante capa de «smog», resultante de la excesiva concentración de material particulado grueso en la atmósfera citadina y calificada por medios de prensa locales como la peor de su tipo desde 1999.

Aunque este componente, muestra de la polución existente, pueda ser típico en los paisajes urbanos contemporáneos de países desarrollados o en vías de desarrollo, lo cierto es que sus implicaciones para la salud humana y el equilibrio del medio ambiente imponen una atención y accionar permanentes sobre él.

Por ello, y a pesar también de su habitual tratamiento mediático, el acercamiento al tema resulta pertinente y necesario para conocer las peculiaridades de la calidad del aire en Latinoamérica y sus principales ciudades.

De igual forma, sería útil para valorar la posible evolución o no en el asunto, tras más de un año del estudio que hiciese al respecto la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Investigaciones y estudios científicos constatan que la mala calidad del aire tiene  «serios»  efectos sobre la salud humana debido a los daños y dificultades que impone a los sistemas respiratorio y cardiovascular, y a las propiedades cancerígenas de algunos contaminantes.

De hecho, la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer sitúa a la contaminación atmosférica en el primer grupo, el de mayor riesgo, de los agentes cancerígenos, el mismo al que pertenecen otros elementos nocivos como el plutonio y el humo del tabaco.

La OMS cifró en 2008 las muertes prematuras de personas como consecuencia de los altos niveles de contaminación en 1,34 millones y alertó que en América Latina más de 100 millones están expuestas a correr igual suerte.

Ello se debe a la concentración de agentes contaminantes en la atmósfera, en niveles que exceden a los recomendados por el propio organismo.

Entre estos agentes los más reconocidos son el ozono, el dióxido de azufre, el dióxido de nitrógeno y las partículas finas integrantes del denominado material particulado.

Los tres primeros son gases que afectan de forma similar la salud al provocar en mayor o menor medida, según su concentración en el ambiente, dificultades respiratorias, pulmonares y cardiacas, mientras que el material particulado es una mezcla de partículas sólidas y líquidas minúsculas.

Dichas partículas tiene al hollín derivado de las emisiones de vehículos, industrias y de la generación de energía como componente principal. En dependencia de su diámetro es que los especialistas dictaminan si se enfrenta una acumulación de material particulado grueso o fino.

Así, cuando el diámetro de las partículas es igual o menor a 10 micrómetros (un micrómetro constituye la milésima parte de un milímetro) se está en presencia de material particulado grueso (MP10) y cuando es igual o inferior a 2,5 micrómetros, de fino (MP2,5).

El pasado 22 de junio la capital chilena vivió por primera vez en 16 años una jornada de emergencia ambiental dada la elevada concentración de MP10 en la atmósfera y sus potenciales efectos para la salud de la población, similares a los de otros agentes dañinos.

Ello supuso un conjunto de medidas transitorias entre las que destacaron la restricción vehicular para los automóviles con y sin convertidor catalítico y la prohibición de quemas agrícolas y del encendido de todo tipo de calefactores a leña.    Asimismo, el gobierno de la ciudad habilitó vías exclusivas para el transporte público, dispuso la paralización de 924 fuentes industriales y recomendó suspender las clases de educación física en las escuelas.

Ante situaciones de tal gravedad o riesgo ninguna medida orientada a disminuir la emisión de contaminantes a la atmósfera es poca.

En 2012, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) advirtió que la contaminación del aire se convertirá en la principal causa ambiental de mortalidad prematura, por encima del consumo de aguas insalubres y carencias sanitarias.

Para la entidad, en el orbe se duplicará el número de muertes anticipadas derivadas de la exposición a material particulado, las que según aseguró se elevarán de más de un millón en ese año a aproximadamente 3,6 millones en 2050.

Las proyecciones de la OCDE están en concordancia con el futuro augurado por los datos que la OMS reveló el pasado año, como resultado  de un estudio de la calidad atmosférica de mil 600 ciudades de 91 países.

El panorama descrito en el informe final de dicha investigación resulta poco halagüeño y refiere que más de la mitad de la población mundial habita en ciudades con niveles de contaminación 2,5 veces superiores a los recomendados, varias de ellas latinoamericanas.
julio 15/2015 (PL)

Tomado del Boletín de Prensa Latina Copyright 2015 «Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

 

julio 16, 2015 | Lic. Heidy Ramírez Vázquez | Filed under: Bienestar y Calidad de Vida, Medio Ambiente, Salud Pública | Etiquetas: , , |

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