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Los científicos recogieron linfocitos infiltrantes, los cultivaron en el laboratorio para ampliar su número, los activaron con perlas microscópicas recubiertas con anticuerpos activadores inmunes y los inyectaron por vía intravenosa.
Investigadores del Centro de Cáncer Kimmel de Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos, dicen haber empleado células inmunes obtenidas de la médula ósea del paciente para tratar el mieloma múltiple. Los resultados de este ensayo, realizado con un tipo particular de células T que se dirigen al tumor, conocidas como linfocitos infiltrantes de la médula ósea (MIL), se detallan en «Science Translational Medicine«. «Lo que hemos aprendido en este pequeño ensayo es que un gran número de MIL activos pueden atacar selectivamente y matar las células de mieloma», resume el inmunólogo de Johns Hopkins Ivan Borrello, director del estudio clínico.
MIL son los soldados de infantería del sistema inmune y atacan células extrañas, como bacterias o virus, explica Borrello. Pero en su estado normal, están inactivas y son escasas en número para tener un efecto medible sobre el cáncer. Un trabajo anterior de Borrello y sus colegas mostró que MIL activados podrían atacar selectivamente y matar las células de mieloma tomadas de pacientes y cultivadas en laboratorio.
En el nuevo ensayo, los investigadores reclutaron a 25 pacientes con mieloma múltiple recién diagnosticado o recidivante (3 de los pacientes recayeron antes de que pudieran recibir la terapia de MIL). Los científicos recogieron MIL de la médula ósea de cada paciente, las cultivaron en el laboratorio para ampliar su número, las activaron con perlas microscópicas recubiertas con anticuerpos activadores inmunes y las inyectaron por vía intravenosa a cada uno de los 22 pacientes.
Tres días antes de las inyecciones, los pacientes recibieron dosis altas de quimioterapia y un trasplante de células madre, los tratamientos estándar para el mieloma múltiple. Un año después de recibir la terapia de MIL, 13 de los 22 pacientes presentaron al menos una respuesta parcial a la terapia, lo que significa que su cáncer se había reducido en al menos un 50 %, de los que 7 experimentaron una reducción del 90 % en el volumen de las células tumorales y vivieron en promedio 25,1 meses sin progresión del cáncer. En total, 15 pacientes sumaron un promedio de 11,8 meses libres de progresión.
Ninguno de los participantes presentó graves efectos secundarios y la supervivencia global fue de 31,5 meses para los pacientes que experimentaron una reducción de la enfermedad al menos del 90 %. El tiempo medio de seguimiento es actualmente de más de 6 años.
En los tumores no sanguíneos, como el melanoma, solo alrededor de la mitad de los pacientes tiene células T que pueden ser recopiladas y solo alrededor de la mitad de esas células recolectadas se puede cultivar. «Por lo general, las células inmunes de tumores sólidos, llamadas linfocitos infiltrantes de tumor, se pueden cosechar y cultivar en solo alrededor del 25 % de los pacientes que podrían ser candidatos para la terapia. Pero en nuestro ensayo clínico, fuimos capaces de cosechar y cultivar MIL de los 22 pacientes», destaca Kimberly Noonan, investigadora asociada en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
Gracias a este trabajo, los científicos determinaron cuántas de las MIL cultivadas en el laboratorio se dirigen específicamente al tumor del paciente, y vieron que los pacientes cuya médula ósea antes del tratamiento contenía un gran número de ciertas células inmunes conocidas como células de memoria centrales, tuvieron una mejor respuesta a la terapia MIL. Los pacientes que iniciaron el tratamiento con signos de respuesta inmunitaria hiperactiva no responden tan bien.
junio /2015 (Jano.es)