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Los niños que cambian de percentil de forma brusca tienen más riesgo. La metformina ayuda a retrasar la menstruación en niñas con riesgo.
El aumento de peso de manera rápida durante el primer año de vida en los bebés que nacieron con bajo peso en función de su edad gestacional es un factor que eleva el riesgo de desarrollar una pubertad de forma adelantada, según ha explicado Lourdes Ibáñez, profesora titular de Pediatría en la Universidad de Barcelona (UB) y endocrinóloga pediatra del Hospital Maternoinfantil San Juan de Dios, de Barcelona.
La pubertad precoz se ha asociado a la alimentación con fórmulas enriquecidas durante los primeros meses de vida y también es muy común en el caso de niños adoptados que ganan mucho peso en pocos meses, así como en los niños obesos, ha detallado a Diario Médico.
Lo más recomendable es que los bebés que nacen bajos de peso engorden de manera armónica, manteniéndose en el mismo percentil, por lo que lo más aconsejable es ofrecerles lactancia materna exclusiva, al menos los primeros seis meses de vida y retrasar lo máximo posible la introducción de la alimentación complementaria, que no debería iniciar antes de los 4-6 meses.
Por sus aportaciones en este campo de investigación, Ibáñez ha sido la primera española que ha recibido el premio europeo de investigación que otorga la Sociedad Europea de Endocrinología Pediátrica (ESPE, por sus siglas en inglés).
A su juicio, «se debe desterrar la idea de que los bebés con bajo peso deben engordar más que los demás», y ha destacado el papel clave que tienen los pediatras de atención primaria para lograr este objetivo.
La investigadora ha recordado que la pubertad avanzada en las niñas incrementa el riesgo de sufrir graves problemas de salud en el futuro, ya que la menarquia precoz las hace más propensas a sufrir durante la edad adulta algunas patologías como diabetes, cáncer de mama y síndrome de ovario poliquístico, que es una causa común de infertilidad.
La aparición precoz de la pubertad, en la que también influyen factores genéticos y medioambientales, afecta la talla final tanto en los niños como en las niñas, que suelen dejar de crecer antes de lo esperado y suelen ser más pequeños que la media.
En las niñas que aumentan de peso de forma acelerada el proceso de adrenarquia se pone en marcha de forma precipitada, lo que a su vez favorece la activación ovárica y, con ello, la aparición precoz de la primera menstruación. Además, es importante considerar que el hiperandrogenismo ovárico está asociado a un incremento del riesgo cardiovascular.
Prevención
Una de las medidas que se pueden tomar para intentar prevenir la aparición de la pubertad precoz en los niños y niñas con este perfil consiste precisamente en el control del peso.
El grupo del Hospital Maternoinfantil San Juan de Dios está investigando la eficacia de la metformina, un fármaco indicado para la diabetes, para ralentizar la aparición y progresión del desarrollo puberal.
Los resultados de sus estudios revelan que las niñas que tomaron el fármaco tuvieron la menstruación más tarde que las niñas que no siguieron tratamiento. Además, el seguimiento a diez años en 38 pacientes ha demostrado que el 5 % de las que toman la medicación desarrollaron ovarios poliquísticos en comparación con el 50 % de las que no lo hicieron.
Actualmente, está en marcha un estudio similar para analizar los efectos en los niños con bajo peso al nacer que además están recibiendo la hormona del crecimiento.
octubre 10/2013 (Diario Médico)