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En los cinco años desde el inicio de un programa nacional de vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH) entre las niñas y las mujeres de 12 a 26 años de edad, Australia ha experimentado una inmensa reducción en el número de casos de verrugas genitales, revela una investigación reciente.
Entre las chicas australianas en el rango de edad al que se dirigió la vacunación, el país experimentó un descenso del 59 % en los casos de verrugas genitales en los dos primeros años tras el inicio del programa en 2007.
Al vacunar a las niñas agresivamente contra el VPH, que es responsable del 90 % de los diagnósticos de verrugas genitales, Australia parece haber ofrecido una protección considerable no solo a su población femenina, sino también a los hombres.
¿Cómo? Los investigadores apuntan a un fenómeno que se conoce como «inmunidad grupal», en que la inmunidad adquirida por un segmento determinado de la población (en este caso, las mujeres), termina protegiendo a un segmento de la población que no se ha vacunado (los hombres).
En el mismo periodo, Australia también experimentó un descenso del 39 % en los casos de verrugas genitales entre los hombres heterosexuales.
«Todo indica que el programa ha sido un éxito abrumador», anotó el autor del estudio, el Dr. Basil Donovan, quien dirige el programa de salud sexual del Instituto Kirby de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Sídney.
«Pero no lo sabremos con certeza hasta que los cánceres relacionados con el VPH (también) comiencen a reducirse», añadió, explicando que aunque las verrugas genitales tienden a aparecer aproximadamente tres meses tras la infección con el VPH, «el periodo de incubación entre la infección con VPH y el cáncer relacionado con el VPH por lo general es de al menos 20 a 30 años».
Entre los cánceres asociados con el VPH se hallan el cáncer cervical, el de pene, el anal y el de garganta, según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Donovan y colegas publicaron sus hallazgos en la revista BMJ (doi: 10.1136/bmj.f2032.).
Para explorar el impacto de los esfuerzos de vacunación contra el VPH en el contexto australiano, los autores analizaron datos recolectados de ocho organizaciones distintas de servicios de la salud sexual, cubriendo un periodo de 2004 a 2011.
Colectivamente, las organizaciones habían atendido a casi 86 000 pacientes por primera vez en ese periodo, de los cuales a alrededor del 9 % se les diagnosticó de verrugas genitales.
Al comparar el periodo previo a la vacunación de 2004 a mediados de 2007 con el periodo de vacunación de mediados de 2007 a finales de 2011, el equipo halló una reducción sorprendente en las tasas de verrugas genitales.
Entre las chicas menores de 21 años, ese descenso llegó a casi el 93 %, mientras que en las mujeres de entre 21 y 30 años de edad, se observó un declive de casi el 73 %.
Y aunque no hubo un descenso apreciable en la tasa de verrugas genitales entre las mujeres o los hombres mayores de 30 años, entre los hombres menores de 30 años se observó una reducción apreciable. Específicamente, entre los hombres heterosexuales menores de 21 años, la reducción llegó a casi un 82 % , mientras que entre los que tenían de 21 a 30 años, las tasas de verrugas genitales se redujeron en más de un 51 %.
Pero, ¿puede la experiencia australiana trasladarse a otros países que realizan actualmente varios tipos de programas de vacunación contra el VPH?
Donovan dijo que el éxito en otros países en los esfuerzos por reducir las tasas de verrugas genitales dependerá del grado de aceptación del público de los esfuerzos de inmunización contra el VPH.
«Hubo poca resistencia a la vacuna del VPH en Australia», anotó como forma de explicar el éxito del programa. Al contrario, sugirió que el esfuerzo de salud pública estadounidense, que caracterizó de «fracturado», podría muy bien producir unos resultados menos optimistas, dada la amplia controversia y renuencia a la vacunación que surgió cuando se sugirió por primera vez vacunar a las chicas jóvenes.
Donovan ve unos mejores prospectos en otros países donde el debate ha sido menos acalorado. «Dado que Reino Unido alcanza unas tasas de cobertura al menos tan altas como las de Australia, estoy seguro de que pronto reportarán reducciones comparables en la enfermedad», comentó.
En un comentario sobre el informe, la Dra. Jocylen Glassberg, obstetra y ginecóloga de Scott and White Healthcare en Round Rock, Texas, dijo que «la moraleja es que la vacuna obviamente funciona».
«Pasarán muchos años antes de que se vea el mismo declive en las tasas de cáncer cervical, debido a la progresión naturalmente lenta de ese proceso de enfermedad», señaló. «Pero la vacuna funciona. El hecho de que las tasas de verrugas genitales fueran casi cero tras un periodo tan corto entre las mujeres y los hombres, incluso en un programa que solo se dirigió a vacunar a las mujeres, es un resultado fenomenal».
En la misma línea, Glassberg apuntó que la mayoría de vacunas no ofrecen niveles similares de protección. «Las vacunas contra la gripe controlan alrededor del 80 %», explicó. «Esto es casi el 100 %».
«Educar agresivamente al público también debería ser una clave en EE. UU.», concluyó. «Y lograr que las vacunas estén cubiertas en las mujeres jóvenes, y en los hombres, como un beneficio médico, podría llevar a una erradicación casi total de las vacunas genitales aquí también».
En Estados Unidos, se usan las vacunas Gardasil y Cervarix para prevenir la infección con VPH, que resultan altamente efectivas, según el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU.
abril 18/2013 (HealthDay News)
Ali H, Donovan B, Wand H, Read TR, Regan DG, Grulich AE. Genital warts in young Australians five years into national human papillomavirus vaccination programme: national surveillance data. BMJ. 2013 Abr 18;346:f2032.