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El jefe del Departamento de Hematología del MD Anderson Cancer Center, José Francisco Tomas, ha subrayado este viernes la importancia de que, una vez diagnosticado el linfoma en un centro especializado, se le ponga «apellido» con el objetivo de aplicar un tratamiento concreto y, así, aumentar las posibilidades de curación.
El linfoma es una proliferación maligna de linfocitos, células defensivas del sistema inmunitario, que produce una merma en el funcionamiento del sistema inmunitario. Por ello, este experto ha recordado la importancia de que, ante el menor síntoma, el paciente acuda a consulta y, en el caso de que se diagnostique un linfoma, se le ponga un apellido cuanto antes, pues existen 30 variedades diferentes.
Dicho esto, ha precisado que, de esta treintena, el 90 % de los casos provienen de 6 o 7. Y, de este grupo, el linfoma B difuso de célula grande, supone el 30 %. En concreto, esta variedad de linfoma afecta especialmente a adultos mayores de 60 años y casi nunca a menores de 20 años. A pesar de su agresividad, en el 50 % de los casos se cura.
En el caso del linfoma de Hodgkin sus principales síntomas son por ganglios linfáticos inflamados, fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso.
En general, Tomas ha reconocido que no existe una «causa desencadenante» de este grupo de tumores y, por ello, no cuentan con unas medidas específicas para prevenir su aparición, salvo no fumar, pues el tabaquismo sí que podría estar implicado en su desarrollo.
septiembre 14/2012 (JANO.es)