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Los avances más importantes que se han producido en la investigación del lupus eritematoso sistémico (LES) se centran en el desarrollo de nuevos fármacos. En Estados Unidos «la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) ha aprobado belimumab, un anticuerpo monoclonal desarrollado por Human Genome Sciences. No obstante, las autoridades sanitarias europeas aún no lo han aprobado ha explicado a Anne Davidson, del Instituto de Investigación Médica Feinstein, en Manhasset, Estados Unidos, que ha participado en una reunión sobre enfermedades autoinmunes, organizada por el grupo Nature y la Fundación Ramón Areces, en Madrid, y que se ha celebrado en la sede de esta fundación.
Davidson reconoce que este fármaco ha enseñado que hay esperanzas en el desarrollo de nuevos fármacos que funcionen en estos pacientes. «Debido a la dificultad de conseguir terapias efectivas, teniendo en cuenta la experiencia de los últimos cinco años, es llamativo que hayamos logrado algún beneficio con el nuevo fármaco».
Se dispone de más datos que ayudan a entender la genética del lupus y esto repercutirá en conocer mejor el curso de la enfermedad.
Se trata de un anticuerpo que se dirige a las células inmunitarias, aunque no se conocen por completo los mecanismos subyacentes. «Se deberá utilizar en combinación con tratamientos previos que tenga el paciente, que depende de sus necesidades». Lo que está claro es que el fármaco permitirá bajar la dosis de otros, como antiinflamatorios y corticoides, que, como se sabe, son tratamientos a muy largo plazo que no están exentos de efectos adversos.
Según Davidson, otro de los aspectos en los que se ha avanzado en los últimos años es el genético. «Tenemos más datos que nos ayudan a entender la genética del lupus y esto tiene una repercusión en saber cómo será el curso de la enfermedad, puesto que ya disponemos de datos de cómo responden los anticuerpos en estas enfermedades, lo que nos ayuda a tratarlas de forma más segura».
No obstante, el traslado de todos estos conocimientos a la clínica es una tarea complicada, «ya que acabamos de empezar. Pienso que la primera aplicación puede ser el test para determinar si alguien podrá tener efectos secundarios sobre un tratamiento con azatioprina. Ahora podemos ver si el paciente metaboliza el fármaco. Si no lo puede metabolizar de forma correcta, no se le prescribe, porque tiene algún efecto adverso ya descrito» .
Davidson ha recordado que «tenemos que hacer nuevos trabajos con el objetivo de determinar las posibilidades de que un individuo con lupus desarrolle la forma grave de la enfermedad. Contamos con test genéticos que nos permitirán hacerlo, pero nos encontramos en fases precoces».
Los avances genéticos también han ayudado a conocer genes con una alta asociación con el lupus, pero no tendrán aplicaciones clínicas para los miembros de una misma familia. «Sabemos que hay anticuerpos que pueden hacer que un individuo sea más propenso, por lo que es posible hacer cribados familiares».
Davidson se ha referido a un ensayo clínico con pacientes con lupus que se ha puesto en marcha en su centro. «Les seguiremos durante un amplio periodo de tiempo con test sanguíneos para ver si podemos conocer quién desarrollará la enfermedad y entonces podremos diseñar estudios encaminados a la prevención. Pero aún queda tiempo para que la información esté disponible».
Anne Davidson se muestra optimista con los avances conseguidos frente al lupus eritematoso sistémico, porque cree que los trabajos que hay en marcha darán sus frutos. «El área de la inflamación será importante en sujetos con LES, porque podremos proteger del daño asociado a dicho proceso a ciertos órganos diana. Se trata de una nueva área de descubrimiento».
febrero 6/2012 (Diario Médico)