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Autofagia significa literalmente «comerse a sí mismo» y describe el sistema de reciclaje de las células por el que estas eliminan proteínas antiguas, dañadas o superfluas y reutilizan sus componentes.
Durante el proceso se forma una membrana alrededor de los residuos y se crea una vesícula, denominada autofagosoma, que las traslada hasta el lisosoma, donde se produce la desintegración.
El mecanismo ya se conocía desde hace tiempo pero fue el japonés Yoshinori Ohsumi, premiado este año con el Nobel de Medicina, quien en los años 90 sentó sus fundamentos genéticos. La importancia de esas investigaciones es cada vez mayor en la medicina.
«Este programa genético es responsable de la continua renovación de células tanto en las levaduras unicelulares como en las personas», explica la investigadora Tassula Proikas-Cezanne, de la Universidad de Tubinga. «Cuando el mecanismo se estropea, se refleja en muchas enfermedades», agrega.
Entre ellas está el cáncer, enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson, autoinmunes o la diabetes.
En la actualidad se conocen más de 35 genes participantes en el proceso de la autofagia. Ohsumi descubrió los primeros de ellos y analizó su funcionamiento.
Los descubrimientos sobre este mecanismo ya se están utilizando en ensayos clínicos. El objetivo es lograr medicamentos capaces de reforzar la autofagia para combatir enfermedades degenerativas o que bloqueen el mecanismo para facilitar la lucha contra las células cancerígenas.
octubre 04/ 2016 (dpa) – Tomado del Boletín temático en Medicina. Prensa Latina. Copyright 2016. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.