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Lo imposible fue posible. Gobiernos de 195 países hicieron historia al firmar este sábado 12 de diciembre de 2015, en París el primer acuerdo universal y vinculante para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los efectos negativos del cambio climático en el mundo.
Tras 14 días de intensas negociaciones en el seno de la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), diplomáticos y ministros, algunos emocionados hasta las lágrimas, aplaudieron el llamado Acuerdo de París, como el cierre de un largo proceso de cuatro años y con muchas paradas por todo el mundo.
Un proceso hilvanado por la diplomacia francesa logró evitar el destino del fallido acuerdo climático del 2009, el último intento en lograr un acuerdo climático global, y entregó un robusto tratado que incluye elementos que van desde el respeto a los derechos humanos y la integridad de los ecosistemas hasta las obligaciones financieras de los países.
«Tengo la profunda convicción de que hemos logrado conseguir un acuerdo ambicioso y balanceado. Hoy es el momento de la verdad», dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, quien presidió la cumbre durante sus dos semanas.
Tras casi dos horas de espera en el Plenario y una queda discusión sobre la elección de un verbo en un artículo crucial del acuerdo («deberá» en lugar de «debería»), Fabius pudo convocar a los delegados a sus lugares y sostener el mazo para refrendar las decisiones de la COP21. «Es un mazo pequeño pero creo que puede hacer un gran trabajo», dijo.
Si los países firmantes lo ratifican, se convertirá en el primer acuerdo universal y vinculante que obligará a cada nación con acciones ante el cambio climático y sucederá al fracasado Protocolo de Kyoto, un tratado obsoleto que nunca logró llenar las expectativas y que solo obligaba a los países industrializados a reducir emisiones.
El acuerdo que emerge de París logró encontrar un punto medio que fue aceptado por todos los grupos en las complejas negociaciones de la CMNUCC, desde el bloque de pequeños estados insulares hasta la alianza de naciones industrializadas.
«El texto no es perfecto, pero es un buen punto de partida para la acción climática», declaró la ministra sudafricana de Agua y Asuntos Ambientales, Edna Molewa, tras la ovación que vino después de ser aprobado el texto.
«Este es el primer paso es un largo camino», concluyó la ministra, la primera en hablar de quienes tomaron la palabra en el plenario final.
La mayoría de los delegados que tomaron la palabra durante esta noche final recordaron la necesidad de continuar la acción climática y lograr la implementación del acuerdo en los próximos años, especialmente en la cumbre climática 2016, que se celebrará en a ciudad marroquí de Marrakech.
A través de este acuerdo, el mundo acordó limitar el incremento de la temperatura global «bastante por debajo de los dos grados centígrados» y en busca de «1,5 grados», un objetivo que puede salvar a muchos de los países más vulnerables del mundo, especialmente las islas del Pacífico, del Índico y del Caribe.
También establece un fondo de 100 000 millones de dólares anuales tras el 2020, formaliza un mecanismo establecido hace dos años para reembolsar daños causados por el cambio climático y define un objetivo a largo plazo, que fue determinado como el balance entre las emisiones y las capturas de gases de efecto invernadero entre 2050 y 2100.
El acuerdo llega tras dos semanas de negociaciones sin descanso en el masivo Centro de Conferencias en Le Bourget, en las afueras de París, diseñadas a lo largo de las llamadas Charlas Climáticas de París, que comenzaron en 2011 su andadura hacia el acuerdo alcanzado este sábado 12.
«A pesar de la diversidad y la divergencia, encontramos terreno común», dijo en un comunicado Emmanuel M. de Guzmán, comisionado de Cambio Climático y jefe de delegación de Filipinas.
El negociador señaló que la cumbre «nos ha dado 1.5 grados para sobrevivir y ir más allá. Ahora nos toca a nosotros llevar esta visión a la realidad» a través de acciones nacionales y la cooperación internacional.
Una vez más, Filipinas fue una de las voces líderes durante las negociaciones, esta vez a través del Foro de Vulnerabilidad Climática, auto definido como un «grupo de liderazgo» de 33 países que tomó parte en las negociaciones pero presionó fuerte en temas como la meta del 1,5C.
«Ahora, como una familia de naciones -como hermanos y hermanas de un mundo- podemos movernos hacia adelante con ambición, esperanzados de ganar esta lucha contra el cambio climático. Podremos ser vulnerables, pero también somos capaces de trabajar juntos», señaló de Guzmán.
Temprano, Fabius le presentó a los países lo que consideraba era un punto medio del acuerdo, el quinto borrador en apenas dos meses. Este fue el acuerdo firmado ya en la noche.
Este Acuerdo fue reconocido como un resultado positivo por la mayoría de los observadores de la sociedad civil, una señal de que la creciente transición del modelo del siglo XX, basado en combustibles fósiles a una economía basado en energía renovable y verde.
«La meta de temperatura del acuerdo, el objetivo de cero emisiones netas y el proceso para incrementar paulatinamente la ambición de los compromisos nacionales de reducción de emisiones envían un claro mensaje a la industria de combustibles fósiles: tras décadas de negación y engaño, sus esfuerzos para bloquear la climática ya no están dando resultado», dijo en un comunicado Alden Meyer, director de Políticas y Estrategia de la Unión de Científicos Preocupados.
Muchos activistas e incluso el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, dijeron que esperaban que este acuerdo y su aprobación enviará una fuerte señal al sector privado y los mercados que trabajan en el sector energético, para que dejaran los combustibles fósiles e invirtieran en renovables.
Otra gran victoria de la sociedad civil y de líderes internacionales como la expresidenta de Irlanda Mary Robinson fue la inclusión de los derechos humanos y del tema de género como un elemento fundamental en el Acuerdo.
Tras recibir reservas de países árabes como Arabia Saudí y de naciones industrializadas como Estados Unidos y Noruega, el respaldo de actores clave del Sur en desarrollo como México, Filipinas y algunas economías emergentes de América Latina fue fundamental para mantenerlo en el acuerdo.
Aun así, los expertos fueron claros al reconocer que este era apenas un paso en la urgente transición hacia economías más limpias y resilientes.
«Todos los países han estado de acuerdo en el camino para dejar atrás los combustibles fósiles, pero no han logrado irse de lleno en este camino. Por esto es que el trabajo duro debe continuar tras la cumbre», dijo Wendel Trio, director de la Red de Acción Climática Europa.
diciembre 12/ 2015 (IPS) -Tomado del Boletín de Prensa Latina Copyright 2015. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.