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El método consiste en introducir, mediante un catéter para coágulos, un radionucleido que se pega a un péptido que, a su vez, se une específicamente a la fibrina, una proteína fibrosa involucrada en la coagulación sanguínea.
Investigadores del Hospital General de Massachusetts, en Estados Unidos, han desarrollado un novedoso sistema probado con éxito en ratones que permite detectar coágulos de sangre en cualquier parte del organismo con una única exploración.
Según los autores de este trabajo, que se presentará en la próxima reunión de la Sociedad Americana de Química (ACS), las técnicas disponibles en la actualidad sólo permiten buscar coágulos en regiones específicas una a una de un único vistazo, lo que retrasa los tratamientos y aumenta las complicaciones.
Así, se realizan ecografías para comprobar el estado de las piernas y las arterias carótidas, resonancias magnéticas para conocer el estado del corazón o tomografías computarizadas para estudiar los pulmones, lo que hace que en muchas ocasiones «los pacientes se sometan a varias pruebas para localizar el coágulo», ha destacado Peter Caravan, autor del estudio.
Por ello, Caravan y su equipo buscaron un método que pudiera detectar coágulos de sangre en cualquier parte del cuerpo «con una sola exploración de todo» e identificaron un péptido que se une específicamente a la fibrina, una proteína fibrosa que está involucrada en la coagulación de la sangre.
En su estudio, y después de hacer varias pruebas en laboratorio, lograron introducir mediante un catéter para coágulos de sangre un radionucleido que se pega al citado péptido, con la ventaja de que estos elementos químicos pueden ser detectados en cualquier parte del cuerpo a través de tomografías por emisión de positrones (PET)
En el estudio tuvieron que probar diferentes sondas y radionucleidos para ajustarlas al metabolismo de los animales, evitar que se desintegraran en el organismo y conseguir que quedaran bien ensamblados al péptido para su posterior identificación. La más eficaz fue una sonda que ha llamado FBP8, que contenía cobre-64 como radionucleido.
Tras probar su eficacia en ratones, Caravan confía en poder probarla en humanos en otoño, aunque advierte que todavía quedan al menos cinco años de investigación hasta que pueda utilizarse en la práctica clínica.