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El sobrediagnóstico debe considerarse explícitamente al tomar decisiones de detección
Un estudio de más de 50.000 mujeres encontró que continuar con las pruebas de detección de cáncer de mama después de los 70 años se asoció con una mayor incidencia de cáncer que probablemente no habría causado síntomas durante la vida de la paciente. Estos hallazgos sugieren que el sobrediagnóstico puede ser común entre las mujeres mayores a las que se les diagnostica cáncer de mama después de la prueba de detección. El estudio se publica en Annals of Internal Medicine.
Estimación del sobrediagnóstico de cáncer de mama después de una mamografía de detección entre mujeres mayores en los Estados Unidos Read more
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Las tasas de supervivencia del cáncer de mama han mejorado considerablemente en las últimas décadas en Colombia, pero los factores que aumentan la probabilidad de que los pacientes presenten efectos secundarios cardiovasculares, como la cardiotoxicidad, no son bien conocidos ni bien tratados. Un estudio reciente en la región noreste de Colombia encontró que el 11,94 % de los pacientes con un IMC alto tratados por cáncer de mama en un centro regional sufrieron daño cardíaco o cardiotoxicidad durante la quimioterapia. El estudio será presentado en el American College of Cardiology (ACC) Latin America 2023 Together with Asociación Costarricense de Cardiología en San José, Costa Rica.
“La cardiotoxicidad es una preocupación relativamente reciente en la atención del cáncer y su reconocimiento como un problema importante aún está evolucionando. En regiones con infraestructura y recursos de investigación limitados, puede haber una falta de estudios o iniciativas específicas que aborden la cardiotoxicidad en el contexto del tratamiento del cáncer de mama”, dijo la autora principal del estudio, la Dra. Ivetteh Gaibor Santos, especialista en medicina interna de la Universidad Autónoma de Bucaramanga/Fundación Oftalmológica de Santander-Foscal en Bucaramanga (Colombia), y médico realizando la especialidad de cardiología en la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud/Hospital de San José en Bogotá (Colombia).
Para el estudio se utilizó una base de datos anónima de pacientes con cáncer de mama que comenzaron quimioterapia con doxorrubicina o trastuzumab entre enero y diciembre de 2021. El análisis solo incluyó pacientes que tenían un ecocardiograma basal y al menos un ecocardiograma de seguimiento. La base de datos también registró variables sociodemográficas, oncológicas, cardiovasculares y ecocardiográficas.
La cardiotoxicidad se definió como una disminución de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) de más del 10 %, alcanzando un valor por debajo del 50 % o una reducción relativa de más del 15 % en la deformación longitudinal global en pacientes con una FEVI normal. La fracción de eyección es la cantidad de sangre que bombea el corazón cada vez que late. Una fracción de eyección normal es del 50 % o más.
La cohorte del estudio incluyó a 67 pacientes, con una edad promedio de 55 años y un índice de masa corporal (IMC) promedio de 26,18 kg/m². El IMC se obtiene de la masa y la altura de una persona. Las características basales de la cohorte del estudio incluyeron obesidad (20,9 %), hipertensión (14,93 %) y diabetes tipo 2 (13,43 %). Todos los pacientes tenían una FEVI normal antes de iniciar la quimioterapia.
Los resultados encontraron que la prevalencia de cardiotoxicidad fue 11,94 %. Un índice de masa corporal de 25 o más (sobrepeso/obesidad) fue el único factor de riesgo predisponente para desarrollar este efecto adverso. Read more
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El análisis de más de 50.000 participantes en programas de cribado sugiere que el cáncer de mama puede estar frecuentemente sobrediagnosticado a partir de cierta edad.
Las directrices clínicas que aconsejan el cribado en mujeres de edad avanzada varían porque no está claro el equilibrio entre beneficio y perjuicio en esta población. En algunos estudios se sugiere que el beneficio del cribado puede limitarse a los 75 años, pero los datos no son concluyentes.
Las potenciales bondades del cribado en cuanto a reducción de mortalidad ha de ponderarse con eventuales falsos positivos (que conllevan pruebas invasivas y ansiedad) y el sobrediagnóstico, definido como la detección de un cáncer que no habría causado síntomas en la vida de una persona.
Sobre esas premisas, un estudio llevado a cabo en la Facultad de Medicina de Yale ha cuantificado, mediante un análisis retrospectivo de 54.635 mujeres de 70 años en adelante, el riesgo de sobrediagnóstico en el cribado de cáncer de mama.
Los resultados, que se detallan en Annals of Internal Medicine, sugieren que el sobrediagnóstico es frecuente en ese grupo poblacional y va aumentando conforme lo hace la edad. Entre las mujeres de 70 a 74 años, calculan que hasta un 31% de los casos detectados por el cribado fueron sobrediagnosticados. En las mujeres de 74 a 84 años, se sobrediagnosticó hasta el 47% de los casos. La cifra llegó hasta el 54% en las féminas de 85 años o más.
Complicaciones y gasto innecesario
Los autores señalan que no observaron reducciones estadísticamente significativas en la mortalidad específica por cáncer de mama asociada al cribado.
Junto al estudio la revista publica un editorial de investigadores de la Universidad Johns Hopkins que añaden que otros perjuicios del sobrediagnóstico son las posibles complicaciones por el sobretratamiento, la ansiedad innecesaria, las dificultades económicas y el consumo innecesario de recursos limitados.
Los autores sostienen en el editorial que la respuesta al problema del sobrediagnóstico es un mayor estudio de la genómica y una mejor comprensión de la biopsia y el aspecto patológico del cáncer.
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La investigación se ha realizado en el contexto estadounidense, cuyas recomendaciones no son las mismas que las que siguen los programas de cribado de los países de la Unión Europea.
El programa de cribado de cáncer de mama Medicare sigue las recomendaciones americanas basadas en la realización de mamografías anuales a partir de los 40 años, sin embargo, los programas de cribado de los países de la Unión Europea siguen las recomendaciones y sugerencias de un comité científico sobre cáncer de mama de la Comisión Europea (GDG-Ecibc).
Recomendaciones europeas
Como recuerda Olga Monteagudo Piqueras, jefa del Servicio de Promoción y Educación para la Salud en la Consejería de Salud de la Región de Murcia, el grupo de expertos europeo, «para minimizar el sobrediagnóstico, desaconseja de forma sistemática la mamografía anual en mujeres asintomáticas con riesgo moderado entre la población beneficiaria de los programas de cribado que sitúa entre los 45-74 años. Concretamente, en el tramo de 45 a 49 años sugieren mamografía bienal o trienal; en el tramo de 50-69 años la recomiendan bienal y en el tramo de 70-74 años la sugieren trienal. Estas recomendaciones y sugerencias, basadas en la evidencia científica, son de referencia para el Plan Europeo contra el cáncer 2021-2025”. Esta población, la de mujeres entre 70 y 74 años es de especial relevancia, por cuanto ya hay comunidades autónomas que empiezan a incluirlas en los programas de screnning.
La especialista indica, en declaraciones recogidas por SMC, que “desde un punto de vista de salud pública, en el momento actual y con el conocimiento científico disponible, el beneficio del programa del cribado de cáncer de mama entre los 45-74 años, aplicado según las recomendaciones y sugerencias del GDG-Ecibc supera los riesgos del sobrediagnóstico en los países de nuestro entorno».
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Las tasas de supervivencia del cáncer de mama han mejorado considerablemente en las últimas décadas en Colombia, pero los factores que aumentan la probabilidad de que los pacientes presenten efectos secundarios cardiovasculares, como la cardiotoxicidad, no son bien conocidos ni bien tratados. Un estudio reciente en la región noreste de Colombia encontró que el 11,94 % de los pacientes con un IMC alto tratados por cáncer de mama en un centro regional sufrieron daño cardíaco o cardiotoxicidad durante la quimioterapia. El estudio será presentado en el American College of Cardiology (ACC) Latin America 2023 Together with Asociación Costarricense de Cardiología en San José, Costa Rica.
“La cardiotoxicidad es una preocupación relativamente reciente en la atención del cáncer y su reconocimiento como un problema importante aún está evolucionando. En regiones con infraestructura y recursos de investigación limitados, puede haber una falta de estudios o iniciativas específicas que aborden la cardiotoxicidad en el contexto del tratamiento del cáncer de mama”, dijo la autora principal del estudio, la Dra. Ivetteh Gaibor Santos, especialista en medicina interna de la Universidad Autónoma de Bucaramanga/Fundación Oftalmológica de Santander-Foscal en Bucaramanga (Colombia), y médico realizando la especialidad de cardiología en la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud/Hospital de San José en Bogotá (Colombia).
Para el estudio se utilizó una base de datos anónima de pacientes con cáncer de mama que comenzaron quimioterapia con doxorrubicina o trastuzumab entre enero y diciembre de 2021. El análisis solo incluyó pacientes que tenían un ecocardiograma basal y al menos un ecocardiograma de seguimiento. La base de datos también registró variables sociodemográficas, oncológicas, cardiovasculares y ecocardiográficas.
La cardiotoxicidad se definió como una disminución de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) de más del 10 %, alcanzando un valor por debajo del 50 % o una reducción relativa de más del 15 % en la deformación longitudinal global en pacientes con una FEVI normal. La fracción de eyección es la cantidad de sangre que bombea el corazón cada vez que late. Una fracción de eyección normal es del 50 % o más.
La cohorte del estudio incluyó a 67 pacientes, con una edad promedio de 55 años y un índice de masa corporal (IMC) promedio de 26,18 kg/m². El IMC se obtiene de la masa y la altura de una persona. Las características basales de la cohorte del estudio incluyeron obesidad (20,9 %), hipertensión (14,93 %) y diabetes tipo 2 (13,43 %). Todos los pacientes tenían una FEVI normal antes de iniciar la quimioterapia.
Los resultados encontraron que la prevalencia de cardiotoxicidad fue 11,94 %. Un índice de masa corporal de 25 o más (sobrepeso/obesidad) fue el único factor de riesgo predisponente para desarrollar este efecto adverso.
“La obesidad es en sí misma un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de mama y enfermedades cardiovasculares como la insuficiencia cardíaca, pero a menudo no se trata adecuadamente, a diferencia de otros factores de riesgo prevalentes como la presión arterial alta”, afirmó Gaibor Santos, quien agregó que todos los pacientes en este estudio estaban tomando medicamentos antihipertensivos. También añadió: “Los quimioterapéuticos, que se formulan de acuerdo con la superficie corporal en lugar de la composición corporal, pueden conducir a un mayor riesgo de cardiotoxicidad en pacientes con obesidad debido a una dosis excesiva o insuficiente”.
Según los autores del estudio, el diagnóstico temprano de la cardiotoxicidad y los factores relacionados es decisivo para que los médicos tratantes puedan reducir los resultados adversos.
Para crear conciencia sobre los riesgos de la cardiotoxicidad en el tratamiento del cáncer entre los profesionales de la salud, y la población en general, los investigadores sugieren varias acciones, entre ellas:
Educación médica mejorada sobre cardiotoxicidad tanto en las facultades de medicina como en la educación médica continua
Colaboración multidisciplinaria entre especialidades para mejorar la comprensión de la cardiotoxicidad entre profesionales clínicos y pacientes, así como facilitar la detección y la intervención tempranas
Fomento y apoyo de iniciativas de investigación centradas en la cardiotoxicidad en el tratamiento del cáncer
Uso de recursos digitales para proporcionar a los profesionales clínicos un fácil acceso a información actualizada sobre cardiotoxicidad
“Abordar la obesidad en pacientes con cáncer antes de comenzar la quimioterapia, así como considerar el riesgo potencial de cardiotoxicidad, requiere un enfoque integral”, sostuvo Gaibor Santos. “Algunas estrategias que los médicos pueden considerar incluyen la evaluación previa al tratamiento, las intervenciones en el estilo de vida y el manejo del riesgo cardiovascular. Es importante tener en cuenta que estas estrategias deben adaptarse a las necesidades específicas de cada paciente y de acuerdo con las pautas actuales basadas en la evidencia”.
“Estoy convencida de que esta es la primera de muchas investigaciones que vendrán en el futuro con respecto a la cardiooncología en Colombia, y me emociona seguir trabajando en este campo porque sé que hay muchos pacientes que se pueden beneficiar con los resultados. de nuestros próximos estudios”, dijo Gaibor Santos.