feb
6
Una investigación del grupo RETOS, de la Facultad de Medicina y Ciencias de Salud la Universidad Católica de Valencia (UCV), supone el inicio de una posible alternativa terapéutica basada en microARN que conduzca ‘a la curación de la pérdida de visión y la ceguera’ causada por la diabetes y la degeneración macular asociada a la edad.
La revista científica International Journal of Molecular Sciences publica en los últimos hallazgos del equipo de investigadores de la UCV, dirigido por Jorge Barcia y Javier Sancho, en un artículo denominado ‘Role of exosomal miR-205-5p-cargo in angiogenesis and cell migration’, según explican desde la UCV.
El estudio realizado por RETOS recoge parte de los resultados obtenidos por Miriam Martínez y María Ybarra en sus tesis doctorales, y la clave de la investigación se halla en el papel represor del exosomal miR-205-5p sobre la creación de nuevos vasos sanguíneos (angiogénesis). Aunque todavía está lejos de su aplicación inmediata, el grupo está trabajando actualmente con un modelo animal de diabetes para validar el papel del microARN sobre la angiogénesis.
La creación excesiva de estos vasos en la retina es la que ocasiona la pérdida de visión en pacientes diabéticos o en la degeneración macular relacionada con el envejecimiento’, indican los investigadores.
En este caso, la investigación describe cómo el exosomal miR-205-5p viaja en pequeñas vesículas extracelulares (exosomas) y es capaz de inhibir la angiogénesis inducida por niveles altos de glucosa.
RETOS ha podido llevar a cabo el presente estudio gracias a la financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación y del Instituto de Salud Carlos III, y desde el año pasado, han obtenido también una subvención para el desarrollo científico por parte de la Comisión Europea dentro del programa Horizonte Europa, como coordinadores y socios del proyecto RETORNA Doctoral Networks.
El objetivo de RETORNA es encontrar nuevas terapias basadas en ARN contra enfermedades de la visión y, a tal efecto, esta red investigadora proporciona una plataforma internacional innovadora y multidisciplinaria para formar a jóvenes científicos en el campo de las ciencias de la visión.
Ver artículo completo: Martínez Santos M, Ybarra M, Oltra M, Muriach M, Romero FJ, Pires ME, et al. Role of Exosomal miR-205-5p Cargo in Angiogenesis and Cell Migration.Int J Mol Sci [Internet]. 2024[citado 5 feb 2024];25(2):934. doi: 10.3390/ijms25020934.
5 febrero 2024| Fuente: EFE| Tomado de la Selección Temática sobre Medicina de Prensa Latina. Copyright 2019. Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A
ene
16
Durante un turno reciente, nuestro equipo de urgencias vio a un paciente con cetoacidosis diabética bastante grave; su nivel de bicarbonato sérico era de 6 mEq/l y el pH en sangre venosa era de 6,85. Durante las conversaciones con el equipo de cuidados intensivos que lo ingresó, debatimos si debíamos administrar bicarbonato de sodio por vía intravenosa. Optamos por no administrarlo, aunque en cuidados intensivos se inició una infusión de bicarbonato poco después de asumir los cuidados. El paciente acabó recuperándose, pero no estaba claro si el bicarbonato de sodio había cambiado algo. Read more
nov
6
Una próxima declaración conjunta sobre urgencias hiperglucémicas en adultos con diabetes restará importancia a la glucosa como criterio de diagnóstico para la cetoacidosis diabética, junto con muchas otras actualizaciones de la última declaración sobre el tema, publicada hace 14 años.
Basado en extensas revisiones de la literatura y observaciones de las tendencias actuales, el nuevo documento, que se publicará próximamente, cubrirá el diagnóstico y tratamiento de las dos emergencias hiperglucémicas agudas más graves observadas en adultos, la cetoacidosis diabética y el estado hiperosmolar hiperglucémico.
Una novedad en la versión 2023 será un fuerte énfasis en los riesgos excesivos de morbilidad y mortalidad asociados con la presentación «híbrida» cada vez más frecuente de las dos afecciones juntas, que ahora se observa en aproximadamente un tercio de los casos. El nuevo informe también instará a los médicos a investigar por qué la persona experimentó la emergencia.
Si bien se reconoce que la diabetes de nueva aparición y las infecciones son causas precipitantes de la cetoacidosis diabética, se debe identificar si existe una omisión de insulina relacionada con las finanzas, la salud mental u otros determinantes sociales, y se debe dirigir a los pacientes a los recursos apropiados, dijeron los expertos que anticipan el nuevo informe de la European Association for the Study of Diabetes (EASD) en el próximo congreso.
«El desafío es que, aunque estuvimos progresando durante mucho tiempo en términos de esas crisis hiperglucémicas, en realidad nos hemos estancado y todavía hay muchas personas siendo hospitalizadas, y cuando miras a escala global, hay aún más», advirtió el Dr. Robert A. Gabbay, Ph. D., director médico y científico de la American Diabetes Association (ADA).
El nuevo informe de consenso contará con el respaldo conjunto de la American Diabetes Association, la European Association for the Study of Diabetes, la American Association of Clinical Endocrinology, la Diabetes Technology Society y las Joint British Diabetes Societies for Inpatient Care. La declaración de consenso anterior sobre el tema fue publicada en 2009 únicamente por la American Diabetes Association.
Las nuevas definiciones de cetoacidosis diabética y estado hiperosmolar hiperglucémico reflejan tendencias emergentes
La declaración revisará la definición de cetoacidosis diabética, en parte impulsada por la creciente aparición y reconocimiento de la cetoacidosis euglucémica que surge del uso de inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa tipo 2 (SGLT2). Para todos los pacientes con crisis hiperglucémica, el límite de hiperglucemia ahora se reduce a 200 mg/dl (11,1 mmol/l) desde los 250 mg/dl anteriores.
Sin embargo, el límite de glucosa se eliminó por completo para las personas con antecedentes de diabetes.
«Ambos cambios reconocen el amplio rango de niveles de glucosa en presencia de cetoacidosis diabética. Aproximadamente 10 % de la cetoacidosis diabética ocurre con euglucemia o casi normoglucemia», señaló la coautora, Dra. Shivani Misra, Ph. D., profesora clínica y consultora honoraria de medicina metabólica en el Imperial College, en Londres, Reino Unido.
Para evaluar la cetosis en la cetoacidosis diabética, la nueva declaración recomienda encarecidamente el uso de beta-hidroxibutirato, ya sea mediante una prueba en el lugar de atención o mediante una medición del nivel sérico en un laboratorio, con un límite bajo de ≥ 3,0 mmol/l. Alternativamente, se puede utilizar un valor de tira de cetonas en orina de 2+ o mayor.
Sin embargo, la prueba de beta-hidroxibutirato está más disponible ahora que en 2009 y se prefiere mucho a la medición de cetonas en orina, porque es la cetona predominante durante la acidosis. Además, el acetoacetato en orina (medido con las tiras) aumenta paradójicamente durante la resolución de la cetoacidosis diabética y pueden producirse interferencias farmacológicas con la medición de cetonas en orina, señaló la Dra. Misra.
La acidosis metabólica ahora se define como un pH <7,3 o una concentración de bicarbonato <18 mmol/l, frente a 15 en algunas directrices anteriores, incluida la del Reino Unido. Además, la brecha aniónica se eliminó de la definición principal, pero, según el documento, aún se puede utilizar en entornos donde las pruebas de cetonas no están disponibles.
Al igual que antes, la nueva declaración clasificará la cetoacidosis diabética en leve, moderada y grave, pero ahora, por primera vez, hay recomendaciones de atención para cada uno de esos niveles, así como para el estado hiperosmolar hiperglucémico.
Para el estado hiperosmolar hiperglucémico, el límite de glucosa de ≥ 600 mg/dl seguirá siendo el mismo. Pero ahora, la osmolalidad sérica efectiva se ha reducido de >320 a >300 mOsm/l para tener en cuenta el efecto de la deshidratación, junto con un criterio alternativo de osmolalidad sérica total > 320 mOsm/l. Los mismos dos cambios que con la cetoacidosis diabética tanto para las cetonas como para la acidosis también se han incluido para el estado hiperosmolar hiperglucémico.
Cuando se le solicitaron sus comentarios, el Dr. Charles Alexander, miembro de la audiencia en la sesión y consultor independiente de la industria de la diabetes, dijo a Medscape Noticias Médicas: «Me gustó la propuesta de eliminar la brecha aniónica en la toma de decisiones y centrarme en la medición de las cetonas en sangre, principalmente el betahidroxibutirato, en el diagnóstico de cetoacidosis diabética y seguimiento del efecto del tratamiento.
«Si alguien se encuentra bajo tratamiento con un inhibidor de cotransportador de sodio y glucosa tipo 2 (SGLT2), no es necesario vigilar los niveles de glucosa en sangre, que pueden ser normales o casi normales en el caso de la cetoacidosis diabética».
Pero el Dr. Alexander piensa que deberían haber eliminado los niveles de glucosa por completo como parte de la definición de cetoacidosis diabética/estado hiperosmolar hiperglucémico, incluso para personas sin diabetes.
«El problema es que la educación médica durante muchos años nos ha enseñado que la cetoacidosis diabética es una condición de nivel alto de glucosa en sangre, pero puede que no lo sea. Es bueno que dijeran que los niveles de glucosa en sangre no eran importantes si el paciente tenía antecedentes de diabetes. Sin embargo, una glucosa de 200 mg/dl puede no ser lo suficientemente baja si alguien está bajo tratamiento con un inhibidor de cotransportador de sodio y glucosa tipo 2. Es necesario que haya un umbral mucho más bajo para medir las cetonas en sangre en cualquier persona con náusea, vómito y dolor abdominal, independientemente del nivel de glucosa en sangre».
Manejo agudo: líquidos intravenosos, insulina y potasio
Al igual que la declaración de 2009, la nueva incluirá diagramas de flujo de manejo detallado para cetoacidosis diabética y estado hiperosmolar hiperglucémico, pero esta vez en color. Esta nueva declaración incluye algoritmos individuales para el manejo con líquidos intravenosos, insulina y potasio. El bicarbonato se eliminó y se relegó a una nota a pie que indica que solo debe considerarse si el pH es <7,0.
En cuanto al tratamiento con líquidos, la nueva declaración ofrece más información sobre el uso de cristaloides para la deshidratación y la recomendación de agregar dextrosa al tratamiento con líquidos por vía intravenosa como sustrato cuando la glucosa cae por debajo de 250 mg/dl, para prevenir la hipoglucemia. Para la cetoacidosis diabética euglucémica, la recomendación es incluir simultáneamente dextrosa y solución salina normal.
Y, por primera vez, la insulina subcutánea en lugar de la intravenosa se considera aceptable para la cetoacidosis diabética leve, pero no para la moderada o grave.
Se sugieren dos opciones para la insulina intravenosa en el estado hiperosmolar hiperglucémico: se puede administrar primero el líquido y agregar una infusión de insulina de dosis fija y baja, o se pueden administrar líquidos e insulina al mismo tiempo.
Los criterios para la resolución de la cetoacidosis diabética son un pH venoso ≥ 7,3 o bicarbonato > 18 mmol/l, cetonas < 0,6 mmol/l y glucosa idealmente < 200 mg/dl (11,0 mmol/l). Para el estado hiperosmolar hiperglucémico, se sugiere resolución cuando la osmolalidad sérica medida o calculada cae a < 300 mosm/kg, la glucosa en sangre es < 250 mg/dl (13,9 mmol/l), la producción de orina > 0,5 ml/kg/hora y el estado cognitivo mejora.
La declaración también proporcionará opciones recomendadas detalladas para la transición de insulina intravenosa a insulina subcutánea, pero deja al criterio clínico la decisión de cuándo se puede dar de alta al paciente. No se recomienda el inicio o la continuación de inhibidores de cotransportador de sodio y glucosa tipo 2 en ningún momento durante la hospitalización por crisis de hiperglucemia.
Mitigar las complicaciones, prevenir la recurrencia
Además de enumerar las posibles complicaciones del tratamiento de las crisis hiperglucémicas, tal como lo hacía la declaración de 2009, la nueva ofrecerá estrategias de mitigación para algunas de las más frecuentes. Para prevenir la hipoglucemia, se recomienda monitorear frecuentemente la glucosa en sangre además de agregar dextrosa a los líquidos intravenosos cuando la glucosa cae por debajo de 250 mg/dl.
Para la prevención de la hipopotasemia, que ocurre en aproximadamente la mitad de los pacientes tratados por cetoacidosis diabética y estado hiperosmolar hiperglucémico, el consenso recomienda monitorear el potasio cada cuatro horas y reponerlo añadiendo líquidos.
La lesión renal aguda, que también ocurre en aproximadamente la mitad de las personas tratadas por cetoacidosis diabética o estado hiperosmolar hiperglucémico, generalmente se resuelve con hidratación. Se recomienda monitorear diariamente la función renal.
Prevención de la recurrencia: muchos factores más allá de los clínicos
La prevención de la recurrencia con reingreso por cetoacidosis diabética o estado hiperosmolar hiperglucémico, que ocurre en hasta 22 % de los pacientes estadounidenses dentro de los 30 días, implica un seguimiento estrecho dentro de las dos a cuatro semanas posteriores al alta (incluso a través de telemedicina) y la evaluación de las posibles causas, incluyendo trastornos de salud mental y determinantes sociales de la salud.
Se debe proporcionar una educación adecuada, incluida una «educación estructurada» que incluya la resolución de problemas, reglas para los días de enfermedad, técnicas de inyección, revisión de las dosis de insulina, consideración del monitoreo continuo de la glucosa y pruebas caseras de cetonas.
Los pacientes deben recibir un suministro adecuado de insulina y equipo duradero para la diabetes, junto con información de contacto de los profesionales de la salud que puedan ayudarlos. Los profesionales de servicios sociales pueden ser útiles para los pacientes que carecen de un acceso confiable.
El Dr. Gabbay dijo a Medscape Noticias Médicas: «Lo revelador es que normalmente tendemos a pensar en la cetoacidosis diabética como la forma en que las personas tienden a ser diagnosticadas con diabetes y, sí, es cierto, pero eso es solo una minoría de personas. Esos síntomas podrían prevenirse mediante pruebas de detección, pero todas estas otras personas y la cantidad de episodios recurrentes es un área que de verdad implica que existe una falla del sistema y podemos hacerlo mejor para garantizar que no suceda».
La educación es solo una parte de ello, subrayó. «No es solo una cuestión de inteligencia. Son factores sociales, y puede haber problemas psicológicos complejos y problemas de salud mental. Necesitamos detectar esas cosas cuando vemos que alguien regresa por segunda, tercera, quinta o sexta vez. Todos lo hemos visto. Educarlos para que simplemente tomen insulina no es la respuesta… Hay que hacer preguntas e involucrarlos para que profundicen un poco más».
El Dr. Gabbay es empleado de la American Diabetes Association. El Dr. Alexander ha informado que es asesor no remunerado de diaTribe y consultor de Kinexum. La Dra. Misra ha recibido honorarios como oradora de Sanofi y ABCD y una subvención de investigación iniciada por investigadores de Dexcom, y es fideicomisaria de la Diabetes Research and Wellness Foundation en el Reino Unido.
Referencias
Umpierrez G, Hirsch IB, Dhatariya K, Misra S, Galindo RJ, Fadini GP, Gabbay RA. EASD/ADA Symposium: Hyperglycaemic crises in adult patients with diabetes consensus report. European Association for the Study of Diabetes Annual Meeting. Hamburgo: Alemania; 2023.
Kitabchi AE, Umpierrez GE, Miles JM, Fisher JN. Hyperglycemic crises in adult patients with diabetes. Diabetes Care[Internet]. 2009[citado 4 nov 2023];32(7):1335-43. doi: 10.2337/dc09-9032. PMID: 19564476.
6 noviembre 2023 | Fuente: Medscape| Tomado de Noticias Médicas
oct
24
Más de la mitad de los casos de diabetes tipo 1 se desarrollan en la edad adulta.
Muchos casos de diabetes tipo 1 que aparece en la edad adulta se diagnostican después de los 30 años, según un estudio
Comentarios
En la población general de más de 1,3 millones de adultos estadounidenses, el 37 % de los pacientes informaron haber sido diagnosticados con diabetes Tipo 1 después de 30 años; los hombres y las minorías raciales o étnicas recibieron el diagnóstico más tarde en comparación con las mujeres y los adultos blancos no hispanos.
Un estudio reciente de pacientes con diabetes tipo 1 (DT1) en los Estados Unidos encontró que una proporción significativa de los diagnósticos de diabetes tipo 1 ocurren en pacientes mayores de 30 años. Los hallazgos, publicados en Annals of Internal Medicine, son consistentes con estudios previos que sugieren que más de la mitad de los casos de diabetes tipo 1 se desarrollan en la edad adulta.
El diagnóstico erróneo es común en los casos de diabetes tipo 1 que aparece en la edad adulta, y aquellos a quienes se les diagnostica erróneamente diabetes tipo 2 (DT2) no reciben la atención adecuada para el manejo de la diabetes tipo 1, anotaron los autores. Las estimaciones basadas en datos emergentes indican que hasta el 62 % de los casos de diabetes tipo 1 se desarrollan en pacientes mayores de 20 años, 2 y el estudio actual tuvo como objetivo proporcionar información sobre la carga de la diabetes tipo 1 de inicio en la edad adulta entre la población general de EE. UU.
«La diabetes tipo 1 generalmente se considera una enfermedad infantil», dijo la autora del estudio, Elizabeth Selvin, PhD, MPH, codirectora del Programa de Capacitación en Epidemiología de Enfermedades Cardiovasculares de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, en una declaración escrita . «Nuestros resultados sugieren que una porción sustancial de los casos se diagnostican en la edad adulta. La diabetes tipo 1 que aparece en la edad adulta a menudo se presenta con síntomas leves, y puede ser un desafío distinguirla de la diabetes tipo 2 en esos casos».
Selvin y sus colegas de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins en Baltimore, Maryland, utilizaron datos de la Encuesta Nacional de Entrevistas de Salud (NHIS) para explorar la distribución por edades del diagnóstico de diabetes tipo 1 en los Estados Unidos. Combinaron todos los ciclos de encuestas del NHIS que incluían datos de subtipos de diabetes (2016, 2017, 2019, 2020, 2021 y 2022), que abarcaban aproximadamente 1,3 millones de adultos estadounidenses.
Las entrevistas del NHIS recopilaron datos sobre la demografía y la información médica de los pacientes, y los pacientes con diabetes informaron sobre el tipo de diabetes, el uso de insulina y su edad en el momento del diagnóstico de diabetes. El estudio incluyó a personas de al menos 18 años de edad que informaron haber sido diagnosticadas con diabetes tipo 1 y que actualmente usaban insulina.
De la población general, se identificaron 947 personas con diabetes tipo 1. Se estimó la edad media en el momento del diagnóstico y los porcentajes de pacientes diagnosticados después de 20, 30 y 40 años, y se realizaron análisis de la población general, así como de las características demográficas y clínicas. En general, la edad media al momento de completar el NHIS era de 49 años, el 48 % de la población eran mujeres y el 73% eran personas blancas no hispanas.
En la población general, el 37 % de los pacientes informaron haber sido diagnosticados con diabetes Tipo 1 después de 30 años. Si bien la distribución de la edad en el momento del diagnóstico de diabetes tipo 1 alcanzó su punto máximo alrededor de los 15 años y en general fue más joven, la edad media en el momento del diagnóstico fue de 24 (RIQ, 12-40) años.
Los hombres fueron diagnosticados a una edad media de 27 años, mientras que la edad media de diagnóstico entre las mujeres fue de 22 años. Entre las minorías raciales o étnicas, la edad promedio en el momento del diagnóstico osciló entre 26 y 30 años, frente a 21 años entre los adultos blancos no hispanos. Los hombres y las minorías raciales o étnicas también tuvieron tasas más altas de diagnóstico después de los 30 años y edades medias de diagnóstico más altas.
“De acuerdo con nuestros hallazgos, estudios anteriores sugieren que más de la mitad de los casos de diabetes tipo 1 se desarrollan en adultos. Ampliamos la investigación existente caracterizando la edad en el momento del diagnóstico en una muestra representativa a nivel nacional y documentando la variación entre raza/etnia y características clínicas”, escribieron los autores.
Señalaron que la mejor manera de identificar a los adultos que tienen un alto riesgo de diabetes tipo 1 no está clara y que los marcadores tradicionales como el índice de masa corporal ahora son menos útiles porque la obesidad se ha vuelto común en la población con diabetes tipo 1. Por lo tanto, nuevas herramientas de estratificación del riesgo podrían resultar útiles para el diagnóstico de diabetes Tipo 1.
Según Selvin, los factores que impulsan las diferencias en la edad promedio en el momento del diagnóstico entre hombres y mujeres y entre grupos raciales/étnicos aún no se han dilucidado.
«No está totalmente claro por qué los grupos minoritarios raciales y étnicos tienden a ser diagnosticados más tarde. Puede ser que esto refleje disparidades en el acceso a la atención, incluido el acceso a especialistas como endocrinólogos y clínicas especializadas en diabetes», afirmó Selvin. «El hallazgo de que las mujeres tienden a ser diagnosticadas más tarde en comparación con los hombres se ha demostrado en estudios anteriores. Este es un hallazgo importante. Desafortunadamente, no teníamos datos disponibles para profundizar en por qué estas disparidades podrían estar presentes».
El estudio estuvo limitado en su dependencia de datos autoinformados, lo que puede llevar a una clasificación errónea del tipo de diabetes y la edad en el momento del diagnóstico de diabetes. Si bien no se recopiló información sobre las medidas de diagnóstico, los autores señalaron que la definición de diabetes tipo 1 utilizada en el estudio ha sido validada externamente en otros estudios. El análisis también puede subestimar la proporción de diagnósticos de diabetes Tipo 1 en la infancia porque todos los participantes tenían al menos 18 años de edad en el momento de la encuesta.
Aun así, Selvin y sus colegas concluyeron que sigue siendo necesario mejorar la precisión del diagnóstico en la diabetes Tipo 1 de inicio en la edad adulta. «Nuestros hallazgos son consistentes con las directrices de la Asociación Estadounidense de Diabetes que recomiendan realizar un seguimiento con pruebas de autoanticuerpos cuando hay sospecha clínica de diabetes tipo 1″, afirmó Selvin. «Nuestros resultados también sugieren que pueden ser necesarias más pruebas de autoanticuerpos en la práctica general en adultos para ayudar a distinguir la diabetes tipo 1 y tipo 2″.
Referencia
Fang M, Wang D, Echouffo-Tcheugui JB, Selvin E, Lees S. Age at Diagnosis in U.S. Adults with Type 1 Diabetes. Ann Intern Med[Internet]. doi:10.7326/M23-1707.
24 octubre 2023| Fuente: IntraMed| Tomado de Noticias médicas
sep
11
Un pequeño estudio demuestra que permite evitar la prandial y, en la mayoría de casos, la basal, si se inicia el GLP-1 en los tres primeros meses tras el diagnóstico.
El agonista del GLP-1 semaglutida, autorizado en el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la obesidad, permite reducir de forma notable e incluso eliminar por completo la necesidad de insulina en pacientes con diabetes tipo 1 de reciente diagnóstico. Así lo muestran los resultados de un pequeño estudio publicados en una carta dirigida al editor de la revista The New England Journal of Medicine.
El equipo de Paresh Dandona, de Universidad Estatal de Nueva York en Búfalo (Estados Unidos), explica que llevó a cabo su investigación con el fármaco comercializado por Novo Nordisk como Ozempic, Wegovy y Rybelsus en diez pacientes de entre 21 y 39 años. Todos recibían el tratamiento estándar con insulina basal y prandial y presentaban un nivel medio de hemoglobina glicosilada (HbA1c) en el momento del diagnóstico de 11,7.
Los pacientes comenzaron el tratamiento con semaglutida dentro de los tres primeros meses tras el diagnóstico, primero con una dosis baja de 0,125 mg a la semana para vigilar efectos secundarios y evitar hipoglucemias. Posteriormente se fue aumentando la dosis de semaglutida hasta un máximo de 0,5 mg mientras se reducía la insulina prandial en consonancia con los valores de la monitorización continua de la glucosa.
Así, a los tres meses, todos los pacientes dejaron de recibir insulina en bolo. Pero además, a los seis meses, siete de estos diez pacientes prescindieron también de la insulina basal. Las dosis se mantuvieron hasta el final del seguimiento a los doce meses. La HbA1c media de los pacientes cayó a 5,9 a los seis meses y a 5,7 a los 12.
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Si bien, según explican los autores en su carta, durante el periodo de aumento de dosis de semaglutida se registraron hipoglucemias leves, tras la estabilización de las dosis no se registraron más episodios de este tipo, ni de cetoacidosis diabética u otros efectos secundarios graves.
Hipótesis
Se sabe que la mayoría de diabéticos tipo 1 de nueva aparición presentan una reserva sustancial de células beta intactas, que llega hasta el 50 % en el momento del diagnóstico. «Esto nos permitió plantear la hipótesis de que la semaglutida, que actúa mediante la estimulación de la secreción de insulina de la célula beta, podría potencialmente reemplazar la administración de insulina prandial», apunta Dandona en un comunicado difundido por la universidad.
Dandona lleva más de una década investigando la posible utilidad de los medicamentos para diabetes tipo 2 en la tipo 1. Ya en 2011 publicó un estudio en el que apuntaba que la liraglutida, otro agonista del GLP-1, podría podría funcionar en diabetes tipo 1.
Los nuevos resultados de la semaglutida «indudablemente nos sorprendieron nuestros hallazgos y también nos entusiasmaron mucho», observa Dandona. «Si se confirman en estudios más amplios y con períodos de seguimiento prolongados, posiblemente podría ser el cambio más dramático en el tratamiento de la diabetes tipo 1 desde el descubrimiento de la insulina en 1921″, señala el investigador.
Referencia
Paresh Dandona P, Ajay Chaudhuri, Husam Ghanim. Semaglutide in Early Type 1 Diabetes. N Engl J Med 2023; 389:958-959. DOI: 10.1056/NEJMc2302677
https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc2302677
07/09/2023
Fuente: (Diario Médico) -Tomado-Endocrinología © Junio 2018 Unidad Editorial Revistas, S.L.U.
Semaglutida, insulina, pacientes, tratamiento, eliminación de insulina