La disminución del consumo de proteínas puede ayudar a controlar el síndrome metabólico y algunos de sus principales síntomas, tales como la obesidad, la diabetes y la hipertensión.

Dieta con bajas caloriasEsto fue lo que se demostró en el marco de un estudio a cargo de científicos brasileños y daneses cuyo objetivo consistió en comparar los efectos de las dietas con restricción proteica y calórica en seres humanos. Sus resultados se publicaron en la revista Nutrients.

El síndrome metabólico es un conjunto de condiciones –entre ellas la hipertensión, el nivel elevado de azúcar en la sangre, la acumulación de grasa alrededor de la cintura y el colesterol alto– que aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes.

El estudio demostró que la disminución del consumo de proteínas a 0,8 gramos [g] por kilo [kg] de peso corporal fue suficiente para alcanzar casi los mismos resultados clínicos que una dieta con restricción calórica, pero sin la necesidad de reducir las calorías ingeridas. Estos resultados sugieren la posibilidad de que la restricción proteica constituya uno de los principales factores que derivan en los efectos conocidamente beneficiosos de la restricción alimentaria. De este modo, la dieta con restricción de proteínas puede erigirse como una estrategia nutricional más atractiva y relativamente más sencilla de seguir para las personas con síndrome metabólico”, afirma Rafael Ferraz-Bannitz, doctor por la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP), en Brasil, y primer autor del artículo.

Este estudio contó con la financiación de la FAPESP mediante una beca doctoral otorgada a Ferraz-Bannitz, y en el marco de un Proyecto Temático que investiga diferentes estrategias tendientes a mimetizar los efectos de la restricción calórica, bajo la coordinación del profesor Marcelo Mori, de la Universidad de Campinas (Unicamp), también en Brasil. Un equipo multidisciplinario e internacional llevó a cabo la investigación, con científicos de la USP, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), del Instituto Nacional del Cáncer (Inca) de Brasil y del Centro de Investigaciones en Obesidad y Comorbilidades (OCRC), un Centro de Investigación, Innovación y Difusión  (CEPID) de la FAPESP con sede en la Unicamp.

 Una dieta controlada

Durante 27 días, los investigadores realizaron un seguimiento de 21 pacientes diagnosticados con síndrome metabólico. Los voluntarios quedaron divididos en dos grupos y permanecieron durante todo ese período internados en el hospital escuela de la FMRP-USP (“Hospital de Clínicas”), a los efectos de monitorear su dieta y que la siguiesen a rajatabla.

La necesidad calórica diaria de cada participante se calculó con base en el metabolismo basal (el gasto de energía en reposo). En un grupo, los pacientes recibieron una dieta individualizada con un 25 % menos de calorías que lo que se considera ideal. En ese caso, la elección de los alimentos se concretó de acuerdo con el estándar que se recomienda para la población en general (un 50 % de hidratos de carbono, un 20 % de proteínas y un 30 % de grasas).

En el segundo grupo, el consumo calórico diario también se calculó individualmente con base en el metabolismo basal. Y si bien se respetó el valor de calorías recomendable para cada individuo (nunca se lo superó), se redujo la proporción de proteínas de la dieta, que se ubicó en alrededor del 10 % (un 60 % de hidratos de carbono y un 30 % de grasas). Un dato importante es el que indica que no hubo diferencias en el uso de sal. En ambos grupos, los pacientes consumían 2 g de sal diarios.

El estudio demostró que tanto la dieta de restricción calórica como la de restricción proteica promovieron una pérdida de peso debido a la merma de la grasa corporal, razón por la cual los pacientes mejoraron con respecto a los síntomas referentes al síndrome metabólico. Es sabido que la disminución de la masa adiposa está asociada a la baja de la glucemia, de los niveles lipídicos y de la presión arterial.

“Al cabo de 27 días de monitoreo, los dos grupos arrojaron resultados similares: disminución de los niveles glucémicos, pérdida de peso, control de la presión arterial y caída de los niveles de triglicéridos y de colesterol. Tanto la dieta de restricción calórica como la que redujo el consumo de proteínas mejoraron la sensibilidad a la insulina tras el tratamiento. También se registró en los pacientes una disminución de la grasa corporal, especialmente en la zona de la circunferencia abdominal y de las caderas, pero sin reducción de la masa magra [músculos]”, afirma Maria Cristina Foss de Freitas, docente de la FMRP-USP y coordinadora del estudio.

Los resultados confirman investigaciones anteriores realizadas con ratones. “Pero en este caso logramos realizar un estudio clínico aleatorizado y totalmente controlado durante 27 días, con un menú personalizado acorde con las necesidades de cada paciente”, remarca Foss de Freitas.

De este modo, fue posible demostrar en humanos que basta con manipular los macronutrientes de una dieta –proteínas, grasas o hidratos de carbono– para obtener los efectos beneficiosos de una restricción alimentaria. “Observamos que la restricción proteica es suficiente para hacer disminuir la grasa corporal y mantener la masa magra. Esto es sumamente importante, pues en muchas dietas restrictivas la pérdida de peso está asociada también a la merma de masa muscular”, comenta Ferraz-Bannitz.

En el estudio no se describieron mecanismos moleculares que puedan explicar los efectos beneficiosos de la dieta de restricción proteica, pero los investigadores suponen que el consumo mínimo de proteínas promueve una alteración en el metabolismo de los pacientes o una mejoría de la capacidad energética del organismo para promover la quema de grasas como una forma de producción de energía destinada a las células.

“Por ahora solo tenemos hipótesis, y una de ellas indicaría la activación de ciertas vías moleculares que interpretan la reducción de aminoácidos esenciales como una señal de disminución de la ingestión alimentaria, que lleva así a la producción de hormonas normalmente aumentadas durante el ayuno. Estudios en modelos animales han demostrado que esas vías están implicadas tanto en los efectos de la dieta de restricción calórica como en la de restricción proteica, y generan una pérdida de grasas en ambos casos”, comenta Mori.

Aun con estos resultados prometedores, se hace necesario prestarle atención al hecho de que este estudio comprendió la utilización de dietas individualizadas. Mori remarca a su vez que la investigación se realizó con una población específica: pacientes con síndrome metabólico que padecen diabetes, obesidad, hipertensión y colesterol alto.

“Así y todo, se hace difícil no pensar en extrapolar este resultado. Sabemos que una dieta vegana es positiva en casos de síndrome metabólico, y también ya se ha verificado que el exceso de ingestión proteica, tal como sucede en el estándar occidental, puede erigirse como un problema. Por eso es necesario evaluar caso por caso. No hay que olvidarse de que la carencia de proteínas puede provocar graves problemas, algo que ya se ha descrito bien en el caso de las mujeres embarazadas, por ejemplo”, dice.

octubre 02/2022 (Dicyt)

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