La tricomoniasis es la infección de transmisión sexual de tipo crónico no mortal más común en el mundo, al presentarse 276 millones de nuevos casos cada año. El padecimiento es ocasionado por el parásito flagelado Trichomonas vaginalis, y se le considera una enfermedad desatendida sin vigilancia epidemiológica, a pesar de ser un problema de salud pública con 85 % de los casos asintomáticos.

trichomonaEn México se reportan cerca de 100 mil casos nuevos anualmente, cifra subestimada porque las personas infectadas al no presentar síntomas dejan de acudir al médico para recibir tratamiento, por ello la infección se sigue diseminando entre la población sexualmente activa.

Para hacer frente a este padecimiento, el grupo de investigación de Rossana Arroyo Verástegui, adscrita al Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Centro de Investigación y Estudios Avanzados en México (Cinvestav) , se enfoca en el análisis de los diversos mecanismos de acción del parásito que causan una infección crónica de graves consecuencias en el ser humano.

Nos concentramos en la identificación y caracterización de moléculas del parásito: adhesinas, receptores, proteasas e inhibidores que participan en los procesos de adhesión, citotoxicidad y hemólisis (destrucción de eritrocitos), entre otros, explicó Arroyo Verástegui.

De manera particular, trabajan en la implementación de un nuevo método de diagnóstico para la tricomoniasis, utilizando muestras de sangre en lugar de secreciones vaginales. El kit de inmunodiagnóstico en sangre se han probado en más de 2 000 muestras de pacientes con vaginitis, y ya se realizó su validación en cultivo in vitro y por métodos moleculares por amplificación de secuencias de ADN del parásito, después de aplicar tratamiento se muestrearon nuevamente y en la mayoría de casos la infección fue negativa.

Los resultados son prometedores porque su eficiencia es similar a la de los métodos moleculares que utilizan muestras vaginales. En México no se aplican estos exámenes de manera regular, la infección se detecta con observación directa de microscopio o de forma accidental en análisis de orina. La diferencia es que el kit utiliza muestras de sangre para obtener una muestra de suero (entre 3 y 5 mililitros), es menos invasivo, más económico, de uso masivo y detecta la infección activa.

El diseño de este método de diagnóstico se basa en la respuesta inmune humoral del humano durante la tricomoniasis, mediante la producción de anticuerpos contra algunas de las moléculas del parásito, los cuales desaparecen después del tratamiento. A la fecha, se tienen identificadas algunas moléculas del microorganismo como blancos para el inmunodiagnóstico en sangre de la tricomoniasis; la propuesta detecta anticuerpos anti-ticomonas en la sangre del paciente utilizando como señuelo sus propias moléculas.

Además, los investigadores estudian la respuesta del parásito a los cambios en los niveles de hierro y de glucosa durante la infección, su impacto y modulación diferencial de los mecanismos de virulencia debido a la alteración en las moléculas que participan en ellos. También, han identificado uno de los mecanismos de regulación que modula la cantidad de moléculas del parásito en respuesta a las variaciones de hierro.

En la parte terapéutica, mediante una colaboración con la UAM y el IPN, los investigadores del Cinvestav participan en la identificación de nuevos compuestos tricomonicidas, como tratamiento alternativo; el grupo se ha enfocado en la identificación del mecanismo de acción de esos compuestos en el parásito y los resultados son prometedores.

La Trichomonas vaginalis coloniza el tracto urogenital de mujeres y hombres e interacciona con las células vaginales, cervicales, uretrales o prostáticas. El 85 por ciento de los casos de tricomoniasis son asintomáticos, pero cuando se presentan se manifiesta con flujo vaginal o uretral de tipo purulento espumoso de color verde amarillento y de olor fétido; eritema vulvar y vaginal; disuria; prurito (comezón); dolor en el vientre o espalda; y durante las relaciones sexuales, vaginitis, uretritis, prostatitis crónica no gonocócica, balanopostitis o epididimitis.

La tricomoniasis provoca problemas de salud como: inflamación vaginal o cervical; infección posthisterectomía; infertilidad en ambos sexos; e inflamación pélvica atípica. Además, durante el embarazo incrementa el riesgo de parto prematuro; nacimientos con bajo peso, y presentar retraso mental en el producto. También presenta mayor susceptibilidad de infección por SIDA, al incrementar la población de linfocitos en el tracto urogenital y producir moléculas que degradan péptidos antimicrobianos e inmunoreguladores.

La tricomoniasis es curable por ello un buen diagnóstico permitiría establecer un tratamiento adecuado, con el cual se podrían reducir hasta un 20 por ciento los nuevos casos de sida y disminuirían las consecuencias provocadas por la infección. “De ahí la relevancia de contar con métodos de diagnóstico certeros, eficientes, económicos y de fácil acceso para toda la población sexualmente activa”, sostuvo Rossana Arroyo Verástegui.

enero 17/2020 (Dicyt)

 

 

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