La nueva revolución científica pasa por la «proteómica», el conjunto de todas las proteínas producidas por el ADN de un ser vivo, que tiene un inesperado papel de primera plano en la ciencia de la nutrición.

Estas proteínas influyen tanto en la comida que «cura» como en la que potencia el sistema inmunitario, pasando por el alimento que oculta en sus proteínas el «secreto» de un gusto mejor.

Tema    del IX Congreso de la Sociedad Europea de Proteómica: «Decir que somos lo que comemos y que el alimento puede ser nuestra medicina no es sólo filosofía -explicaron los organizadores- sino una realidad incuestionable».

«Es sabido, en efecto, que la comida que ingerimos se transforma y está hecho también de proteínas que nuestro cuerpo utiliza, en una compleja relación directa», agregaron.

Estudiar el proteoma de los alimentos, y por lo tanto el conjunto de todas las proteínas que contienen, «nos da la conciencia de que el alimento, una vez ingerido y por lo tanto transformado por el organismo humano, puede cambiar la estructura de sus proteínas, para mejor o para peor».

El estudio de las proteínas de la leche y de la leche materna, por ejemplo, «demostró que existen proteínas que ayudan al desarrollo cognitivo; otras plasman y mejoran el sistema inmunitario del niño, haciéndolo más fuerte».

«Las investigaciones confirman la esencialidad del amamantamiento, probando que garantiza una continuidad no sólo psicológica sino también  fisiológica», observaron los expertos.

La proteómica permite asimismo seleccionar tipos de leche capaces de reducir las reacciones alérgicas de los niños intolerantes.

«Después de la leche de burra, ya usada y conocida desde hace mucho tiempo -subrayaron los investigadores- algunos investigadores están trabajando en el empleo de leche de camella».

Otro filón de investigación es el que se concentra en el «microbiota», es decir el conjunto de bacterias presentes en forma natural en los alimentos, estrechamente vinculado con el tema de la seguridad y calidad del alimento.

La mayor parte de los alimentos que forman parte de nuestra tradición y cultura alimentaria, como leche, lácteos, carne, son «alimentos vivos»: es decir que contienen microorganismos típicos del alimento que le confieren sus características particulares.

Estudiar el proteoma de estos microorganismos y las interacciones que tienen con la comida «proporciona importantes informaciones sobre cómo mantener esta flora benévola y contrastar los microorganismos patógenos que pueden contaminarlo».

Y si los microorganismos peculiares de un territorio particular la dan su sabor típico, es fácil intuir que tal vez son las proteínas el «secreto» de su «bondad»: «El gusto -concluyeron los expertos- depende también del proteoma».

junio 25 / 2015 (ANSA)-

Tomado del Boletín de Prensa Latina Copyright 2015 Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina S.A.

 

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