Un régimen de dos vacunas que busca proteger contra el mortal virus del Ébola logró una respuesta inmune en un 100 por ciento de voluntarios adultos saludables un año después de la vacunación, se indicó este miércoles en los resultados de una prueba clínica en fase uno. Read more

Boletín de Noticias Al Día

Fecha: 12 de octubre de 2020

Año: 27 No. 248

 Titulares:

1.- La ausencia de una proteína da ‘vía libre’ a la lesión aterosclerótica

2.- Cada 16 segundos ocurre una muerte perinatal en el mundo, según Naciones Unidas

3.- Realizar 30 minutos al día de actividad física puede reducir el riesgo de muerte

4.- El Nobel de Química 2020 deja una imagen inédita

5.- ¿Cuándo habrá una vacuna contra la COVID-19 para la infancia?

6.- La pandemia castiga económicamente más a quienes tienen menos recursos en países en vías de desarrollo

 

Noticias ampliadas:

1.- La ausencia de una proteína da ‘vía libre’ a la lesión aterosclerótica

La ausencia del receptor de macrófagos CD163 favorece la acumulación de lípidos en células, y por tanto propicia la evolución de la arteriosclerosis.

La enfermedad cardiovascular y, en particular, la aterosclerosis constituye una de las principales causas de mortalidad en adultos en países occidentales. Por lo tanto, estudiar esta patología es fundamental y, en esta línea, investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CiberCV) del grupo de Luis Miguel Blanco en el Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD), han identificado un nuevo mecanismo implicado en el desarrollo de estas lesiones.

En un trabajo publicado en Federation of American Societies for Experimental Biology (FASEB) Journal, en el que han contado con la colaboración del grupo de Jesús Egido, de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, y Joan C. Escola, del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en Barcelona, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CiberDEM),  los investigadores han analizado el papel que desempeña la proteína CD163, específica de un tipo de células inflamatorias, los macrófagos, en la progresión de la lesión aterosclerótica.

Esta enfermedad consiste en la acumulación progresiva de colesterol y células inflamatorias en la pared arterial, dando lugar a la placa aterosclerótica que, en estadios avanzados, puede provocar la muerte debido a un infarto de miocardio o ictus cerebral.

Prevención de la enfermedad

Los investigadores han estudiado los mecanismos a través de los cuales el receptor CD163 de macrófagos -células del sistema inmune que intervienen en la defensa del organismo para eliminar sustancias extrañas, en exceso o agentes patógenos- regula el desarrollo de la lesión aterosclerótica. En este trabajo, gracias a ratones modificados genéticamente, han detectado que la presencia de estos macrófagos antiinflamatorios que expresan esta proteína es esencial para prevenir el avance de esta enfermedad.

Según Carmen Gutiérrez, investigadora del IIS-FJD, con el trabajo han demostrado que la ausencia de CD163 favorece la acumulación de lípidos en células, y por tanto propicia la evolución de la enfermedad.

“La deficiencia en esta proteína se asocia al incremento de un receptor (CD36) del ‘colesterol malo’ (LDL, lipoproteínas de baja densidad), dando lugar a un aumento de la acumulación de lípidos en el interior de la lesión aterosclerótica, lo que hace que las placas progresen más rápidamente y sean más propensas a la rotura”.

Por lo tanto, indica Nerea Méndez, investigadora del CiberCV y del IIS-FJD, y coautora del trabajo, “el aumento de la expresión de CD163 en macrófagos podría ser una nueva diana terapéutica para el tratamiento de la aterosclerosis, debido a su papel protector durante la progresión de esta enfermedad”.

octubre 11/2020 (Diario Médico)

 

2.- Cada 16 segundos ocurre una muerte perinatal en el mundo, según Naciones Unidas

Casi 2 millones de bebés nacen muertos cada año, es decir, 1 cada 16 segundos, según las primeras estimaciones conjuntas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Naciones Unidas (ONU). Además, las interrupciones de los servicios de salud relacionadas con la COVID-19 podrían empeorar la situación, añadiendo potencialmente cerca de 200 000 fallecimientos más en un período de 12 meses.

El primer informe conjunto sobre muerte perinatal, realizado por UNICEF, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Grupo del Banco Mundial y la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas, revela que casi 2 millones de bebés nacen muertos cada año, es decir, 1 cada 16 segundos.

La gran mayoría de la mortinatalidad (nacimiento de un bebé sin signos de vida a las 28 semanas de gestación o más), el 84 %, se producen en países de ingresos bajos y medio-bajos, según el nuevo trabajo. Así, 3 de cada 4 fallecimientos en 2019 ocurrieron en el África subsahariana o Asia meridional.

La gran mayoría de las muertes perinatales, el 84 %, se producen en países de ingresos bajos y medio-bajos. La mayoría podrían haberse evitado con una supervisión de calidad, una atención prenatal adecuada y una partera capacitada

“Perder un hijo al nacer o durante el embarazo es una tragedia para una familia. Y con demasiada frecuencia se soporta en silencio en todo el mundo”, afirma Henrietta Fore, directora ejecutiva del UNICEF. “Cada 16 segundos, una madre sufrirá el nacimiento de un bebé muerto. Más allá de la pérdida de vidas, los costes psicológicos y económicos para las mujeres, familias y sociedades son graves y duraderos”.

Es más, Fore subraya que, para muchos de estos casos, no tenía que ser así: “La mayoría de estas muertes podrían haberse evitado con una supervisión de calidad, una atención prenatal adecuada y una partera capacitada”.

El informe advierte además que la COVID-19 podría empeorar el número global de mortinatos. Una reducción del 50 % en los servicios de salud debido a la pandemia podría causar casi 200 000 fallecimientos adicionales en un período de 12 meses en 117 países de ingresos bajos y medios: lo que supone un aumento del 11,1 %.

Según los modelos elaborados para este estudio por investigadores de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Estados Unidos), 13 países podrían registrar un aumento del 20 % o más en el número de mortinatos en un período de 12 meses.

“La COVID-19 ha desencadenado una devastadora crisis secundaria de salud para las mujeres, los niños y los adolescentes, debido a las interrupciones en los servicios de salud que salvan vidas”, apunta Muhammad Ali Pate, director mundial de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial y director del Servicio Financiero Mundial para las Mujeres, los Niños y los Adolescentes.

Falta de atención médica oportuna

La mayoría de las muertes perinatales se deben a la mala calidad de la atención durante el embarazo y el parto. Más del 40 % de los partos de mortinatos se producen durante el alumbramiento, una pérdida que podría evitarse con el acceso a un trabajador sanitario capacitado y una atención obstétrica de emergencia oportuna.

Alrededor de la mitad de los casos en África subsahariana y en Asia central y meridional se producen durante el parto, en comparación con el 6 % en Europa, América del Norte, Australia y Nueva Zelandia. Incluso antes de que la pandemia causara perturbaciones críticas en los servicios de salud, pocas mujeres de los países de ingresos bajos y medianos recibían atención oportuna y de alta calidad para evitar estos fallecimientos.

Alrededor de la mitad de los casos en África subsahariana y en Asia central y meridional se producen durante el parto, en comparación con el 6 % en Europa, América del Norte, Australia y Nueva Zelandia

La mitad de los 117 países analizados en el informe tienen una cobertura que oscila entre un mínimo de menos del 2 % y un máximo de solo el 50 % para ocho importantes intervenciones de salud materna: cesárea, prevención del paludismo, tratamiento de la hipertensión en el embarazo y detección y tratamiento de la sífilis.

Según el informe, se estima que la cobertura de los partos vaginales asistidos, una actuación fundamental para prevenir los mortinatos durante el alumbramiento, llega a menos de la mitad de las mujeres embarazadas que la necesitan.

Por ello, a pesar de los avances para prevenir o tratar las causas de muerte infantil, los progresos en la reducción de la tasa de mortinatalidad han sido lentos. Entre 2000 y 2019, la tasa anual de reducción fue de apenas el 2,3 %, en comparación con una reducción del 2,9 % de mortalidad neonatal y del 4,3 % de mortalidad de los niños de 1 a 59 meses.

Para los expertos, es posible progresar con políticas, programas e inversiones sólidas. “Recibir a un bebé en el mundo debería ser un momento de gran alegría, pero cada día miles de padres experimentan una tristeza insoportable porque sus hijos no sobreviven”, afirma Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. “La tragedia de los mortinatos muestra lo vital que es reforzar y mantener los servicios de salud esenciales, y lo crítico que es aumentar la inversión en enfermeras y parteras”.

Un problema no solo de países empobrecidos

En el informe también se señala que la mortinatalidad no solo es un problema para los países de menos recursos. En 2019, 39 estados de ingresos altos tenían un número mayor de mortinatos que de muertes neonatales, y 15 tenían un número mayor de mortinatos que de muertes infantiles.

Eso sí, el nivel de educación de la madre es uno de los mayores impulsores de la desigualdad en los territorios con altos ingresos. Tanto en los países de ingresos bajos como en los de ingresos altos, las tasas son más altas en las zonas rurales que en las urbanas.

Las minorías étnicas de los países de altos ingresos también pueden carecer de una atención sanitaria de calidad suficiente, como las poblaciones inuits de Canadá o las mujeres afroamericanas de Estados Unidos.

La situación socioeconómica también está vinculada a una mayor incidencia de mortinatalidad. Por ejemplo, en Nepal, las mujeres de castas minoritarias tenían tasas entre un 40 y un 60 % más altas que las mujeres de castas superiores.

Por otro lado, las minorías étnicas de los países de altos ingresos pueden carecer de acceso a una atención sanitaria de calidad suficiente. Las poblaciones inuits de Canadá, por ejemplo, tienen tasas de mortinatalidad casi tres veces superiores a las del resto del país, y las mujeres afroamericanas de Estados Unidos tienen casi el doble de riesgo que las mujeres blancas.

“Las mujeres embarazadas necesitan un acceso continuo a una atención de calidad, durante todo el embarazo y el parto. Estamos apoyando a los países en el fortalecimiento de sus sistemas de salud para prevenir estas muertes y asegurar que todas las gestantes puedan acceder a servicios de calidad”, concluye Ali Pate.

octubre 11/2020 (SINC)

 

3.- Realizar 30 minutos al día de actividad física puede reducir el riesgo de muerte

Un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Cardiovasculares (CIBER), vela el efecto protector del ejercicio moderado o vigoroso, cuyo beneficio máximo se obtiene al multiplicar por cuatro esta práctica. Los científicos han hecho seguimiento de más de 11 000 personas durante siete años.

Realizar 150 minutos de actividad física de intensidad moderada, como caminar rápido o bailar, por ejemplo, o 75 minutos de actividad vigorosa a la semana como correr u otros deportes, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), reduce el riesgo de mortalidad en un 16 %, el riesgo de mortalidad cardiovascular un 27 % y de accidentes cardiovasculares en un 12 %.

Así lo destaca un estudio liderado por investigadores del CIBER de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) y del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM).

La pregunta concreta que querían responder era, ¿cuál es la cantidad mínima y la cantidad máxima de actividad física para optimizar los beneficios sobre la salud cardiovascular?

El trabajo, publicado en la Revista Española de Cardiología, también revela que al multiplicar por cuatro la práctica de estas recomendaciones se obtiene el máximo beneficio, pero por encima de esta cantidad no se observa ningún beneficio adicional. Por encima de esta cantidad, no se observa ningún beneficio adicional.

Como explica Albert Clarà, primer firmante del estudio, investigador del CIBERCV y del IMIM y jefe de Servicio de Cirugía Vascular del Hospital del Mar, “la pregunta concreta que queríamos responder era, ¿cuál es la cantidad mínima y la cantidad máxima de actividad física para optimizar los beneficios sobre la salud cardiovascular?”.

Personas entre 25 y 79 años y 64 tipos de actividades

El estudio ha hecho un seguimiento de 11 158 personas durante más de 7 años, todas procedentes del estudio REGICOR. Los datos de la actividad física de los participantes, personas de entre 25 y 79 años, se recogieron con unos cuestionarios validados, en los cuales se especificaban hasta 64 tipos de actividades, y se hizo seguimiento de los participantes.

Los accidentes cardiovasculares y la mortalidad (863 personas murieron durante el estudio), se identificaron con estos seguimientos y con el cruce de datos con el programa de analítica de datos para la investigación y la innovación en salud (PADRIS), del Departamento de Salud de la Generalitat.

Helmut Schröder, uno de los firmantes del estudio e investigador del CIBERESP y del IMIM, ha apuntado que “los resultados del estudio indican que la práctica de actividad física de intensidad moderada-vigorosa se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad”

No se observaron diferencias por razón de edad o de género

En este sentido, Jaume Marrugat, también firmante del trabajo e investigador del CIBERCV y del IMIM, ha destacado que los resultados más interesantes son “que el beneficio ya se observa con dosis pequeñas de actividad física. Seguir las recomendaciones actuales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se asocia con una reducción del riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares del 12 % y de morir del 16 %”. A la vez, “el beneficio máximo se observa al multiplicar por 4 la práctica de estas recomendaciones, sin que se observe un beneficio adicional al incrementar la actividad física por encima de este nivel”. No se observaron diferencias por razón de edad o de género.

Promover un estilo de vida saludable

Se calcula que la falta de actividad física es la responsable del 6 % de las enfermedades cardiovasculares, del 7 % de la diabetes y del 9 % de la mortalidad prematura. También que uno de cada cuatro adultos europeos no sigue las recomendaciones de la OMS sobre la actividad física, cifra que llega al 35 % en España.

Ante esto, los resultados del estudio liderado por Roberto Elosua, último firmante del trabajo y jefe de grupo del CIBERCV, investigador del IMIM y de la Universidad de Vic–Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC), le llevan a destacar “la importancia de promover un estilo de vida saludable que incorpore la práctica de actividad física para la prevención de las enfermedades cardiovasculares”.

Los autores indican que “la práctica de actividad física no solo es una decisión individual, sino que también exige el compromiso de los organismos e instituciones públicos (ayuntamientos y otros gobiernos), para facilitar el acceso a la población a entornos donde se puedan realizar fácilmente estas actividades, tanto en entornos urbanos cómo rurales”.

octubre 11/2020 (SINC)

Referencia:

Albert Clará et al.: Análisis de la relación dosis-respuesta entre actividad física recreacional y eventos cardiovasculares y mortalidad por todas las causas: el  estudio REGICOR. Revista Española de Cardiología.

 

4.- El Nobel de Química 2020 deja una imagen inédita

Por primera vez en la historia, dos mujeres comparten de manera exclusiva un premio Nobel de ciencias. Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna han recibido el de Química de 2020 por desarrollar “un método para la edición genética”, CRISPR. Esta es la historia de cómo dos investigadoras se encuentran en un congreso, hablan, se entienden, se ponen a trabajar juntas… y cambian el mundo.

Desde hace ya bastantes años son muy raros los premios Nobel de ciencias en solitario. La mayoría de ellos son compartidos por dos o tres personas, en casi todos los casos hombres y muy de vez en cuando dos hombres y una mujer. Así que la fotografía de los premios de ciencia más importantes del mundo es esa: dos o tres varones o, alguna que otra vez, dos varones y una mujer.

Miles de investigadoras colaboran entre ellas para que avance el conocimiento

El hecho de que sean varias personas las que comparten la fotografía es un reflejo de la forma en la que se hace la ciencia en la actualidad: la colaboración. Pero esas fotografías que se publicaban año tras año no reflejaban otra realidad que este 2020 sí podemos ver en el galardón de química: una enorme cantidad de los grupos que hacen ciencia están integrados y liderados por científicas.

Miles de investigadoras de todos los países del mundo colaboran entre ellas para que avance el conocimiento. Pero eso no lo hemos visto en las fotografías de los premiados en el Nobel hasta que este 2020 Charpentier y Doudna han puesto cara a una realidad que la Real Academia de Ciencias de Suecia ha tardado en ver.

La microbióloga precaria y revolucionaria

Emmanuelle Charpentier (Juvisy-sur-Orge, Francia, 1968), microbióloga de formación, fue quien empezó con el trabajo que les ha llevado hasta el Nobel. Fue una investigadora en precario que tardó muchos años en tener un laboratorio propio pero no se dio por vencida. Tras dos becas posdoctorales en Nueva York, ambas bajo la dirección de dos investigadoras, volvió a Europa y recaló en Viena a principios de los 2000. Allí se empezó a interesar por CRISPR.

Tenía una idea revolucionaria y casi herética para la ciencia convencional sobre cómo podría funcionar este sistema. Para demostrarlo necesitaba que alguno de sus estudiantes de doctorado realizara ciertos experimentos porque ella no tenía ayudantes de laboratorio. Pero sus doctorandos no aceptaron entrar en el camino que les mostraba Charpentier, que solo logró que una de sus estudiantes de máster los realizara.

Poco después dejó su puesto en Viena y se trasladó a Umea (Suecia) y en 2011 publica en la prestigiosa revista Nature, un artículo revolucionario que demostraba cómo dos moléculas de RNA interaccionaban para hacer funcionar el sistema antiviral de las bacterias. La primera firmante era la humilde estudiante de máster.

Puerto Rico las unió

Ese mismo año conoció en un Congreso en Puerto Rico a Jennifer Doudna (Washington D.C., Estados Unidos, 1964), reputada bióloga estructural que trabaja precisamente con RNA. A partir de ahí empezaron a colaborar y solo un año después publicaron juntas en Science, un trabajo que va más allá de la ciencia básica y que fue el inicio de su camino hasta el Nobel: una endonucleasa programable por RNA en la inmunidad bacteriana.

En todo este trabajo la palabra clave era “programable” porque en él demostraron que se podía usar este sistema para introducir cambios muy específicos en cualquier sitio de un genoma con una elegante simplicidad. Charpentier y Doudna acordaron firmar el papel con relevancia equivalente. Les fue fácil ponerse de acuerdo. Y menos de un año después ya había cientos de laboratorios aplicando su método.

Desde entonces les han llovido los premios (en España, el Princesa de Asturias y el Fronteras de la Fundación BBVA, que nos han brindado refrescantes fotografías que, por una vez, no protagonizan chaquetas y corbatas) y continúan investigando y descubriendo cosas nuevas. Su trabajo es un gran ejemplo de cómo la curiosidad científica, sin ninguna intención de aplicación, puede terminar encontrando utilidades enormemente importantes. En esta curiosidad caben ideas locas, que muchas veces quedan en eso pero que, en otras, como en este caso las de Charpentier, sirven para descubrir lo que ocurre de verdad y abren caminos insospechados a la ciencia y a sus aplicaciones.

En realidad, toda esta historia se remonta a un español, Francisco Mojica, microbiólogo de la Universidad de Alicante, que en 1993 publico su descubrimiento de las secuencias CRISPR (sí, fue Francis Mojica quien les dio este nombre) en bacterias de las salinas de Santa Pola. También fue el primero que, en 2005, sugiere en una publicación que se trataba de un sistema inmunitario bacteriano. Aunque ambos trabajos son la base de todo, le costó muchísimo publicarlos. Nadie se lo creía, como le pasó a Charpentier con sus doctorandos.

También es un ejemplo de lo fructíferas que son las colaboraciones entre personas con diferentes especialidades o intereses científicos. Dos investigadoras se encuentran en un congreso, hablan, se entienden, se ponen a trabajar juntas… y cambian el mundo. Enhorabuena, Charpentier y Doudna.

octubre 11/2020 (SINC)

Nota:

CRISPR es una familia de secuencias de ADN que se encuentran en los genomas de organismos procarióticos como bacterias y arqueas. Estas secuencias se derivan de fragmentos de ADN de bacteriófagos que previamente habían infectado al procariota.

El acrónimo CRISPR es el nombre de unas secuencias repetitivas presentes en el ADN de las bacterias, que funcionan como autovacunas. Contienen el material genético de los virus que han atacado a las bacterias en el pasado, por eso permiten reconocer si se repite la infección y defenderse ante ella cortando el ADN de los invasores.

La tecnología CRISPR/Cas9 es una herramienta molecular utilizada para “editar” o “corregir” el genoma de cualquier célula. Eso incluye, claro está, a las células humanas.

 

5.- ¿Cuándo habrá una vacuna contra la COVID-19 para la infancia?

Hay ya más de 190 proyectos de vacuna contra el coronavirus en el mundo, pero nadie está aún desarrollando una inmunización para niños. ¿Cuáles son las razones?

En los últimos meses, las noticias sobre vacunas han acaparado los titulares y las pantallas. Todos estamos pendientes de los avances de las 193 vacunas, 42 de ellas en fase clínica, que se están desarrollando contra la COVID-19 en el mundo, utilizando distintas tecnologías, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, especula con poder aprobar la producción de alguna de ellas antes de las elecciones estadounidenses de noviembre.

Sin embargo, como alertaba recientemente un artículo en The New York Times, ninguna de las primeras vacunas se va a poder administrar de momento a niños.

¿En qué son diferentes los niños?

Las razones detrás de esta realidad, que puede parecer injusta a primera vista, son de dos tipos: biológicas y coyunturales. En el aspecto biológico, hay que tener en cuenta que el ser humano es uno de los mamíferos que nace más ‘inmaduro’. Esto quiere decir que algunos de nuestros órganos están todavía poco desarrollados cuando nacemos. Y entre los menos desarrollados se encuentra el timo, un pequeño órgano responsable de la producción de buena parte de las células del sistema inmunitario.

Solo cuando los niños cumplen entre 10 y 12 años se puede decir que su sistema inmunitario está completamente desarrollado, por eso no se les pueden administrar vacunas en el mismo formato que a los adultos.

Como resultado, el niño permanece meses dependiente de las células inmunitarias y anticuerpos que la madre le pasa con la leche. Y desde que el niño ya no toma leche materna hasta que tiene sus defensas desarrolladas, estas funcionan de modo muy distinto a un adulto. Solo cuando alcanza entre 10 y 12 años se puede decir que su sistema inmunitario está completamente desarrollado.

Es por eso a los niños no se les pueden administrar las vacunas en el mismo formato que a los adultos. En primer lugar, las dosis son distintas, a veces menores (como la de la hepatitis B) y otras mayores (como la de la tosferina).

Además, sus pulmones son más pequeños, lo que podría hacer que cualquier efecto secundario inflamatorio fuera mucho más peligroso. Y, finalmente, por las características del sistema inmunitario infantil, suele ser más eficiente una vacuna nasal , como las que se desarrollan contra la gripe,  que una intramuscular. La razón es que en los niños predominan las defensas llamadas ‘innatas’ que a menudo se alojan en las mucosas (tejidos que recubren órganos como la nariz), a diferencia de las ‘adquiridas’ de los adultos, que se estimulan mejor a través de la sangre.

Desarrollo más lento

Precisamente, este tipo de vacuna que los niños necesitan es más lenta de desarrollar que las que están ya en últimas fases de ensayos clínicos (todas intramusculares).

Pero hay otras razones de tipo coyuntural que explican el retraso de las vacunas de COVID-19 para los niños. Como se detalla en un reciente artículo aparecido en Nature, las vacunas que actualmente se encuentran en diferentes fases clínicas se están desarrollando en base a diferentes aproximaciones, desde las más tradicionales y conocidas hasta las más novedosas. Todas tienen ventajas e inconvenientes con respecto a la protección que ofrecen, o a las necesidades y velocidad de producción y distribución.

Sus pulmones son más pequeños, lo que podría hacer que cualquier efecto secundario inflamatorio fuera mucho más peligroso

La mayoría de las vacunas en fases más avanzadas (las de Oxford, CanSino y Jansen) utilizan una tecnología novedosa basada en virus que no infectan a humanos. Dichos virus se modifican para que se parezcan externamente al SARS-CoV-2 y provoquen una respuesta inmunitaria protectora. El tipo de respuesta es variable y, aunque podría ser suficiente, no se han desarrollado pruebas en población infantil.

Utilizando una tecnología muy similar, pero con inoculación nasal, se están produciendo otras vacunas que aún están en fases muy iniciales. Otros métodos novedosos utilizan tecnologías basadas en el material genético (ARN o ADN), son más rápidas de producir y la mayoría se encuentran en fase III, es el caso de Moderna o Pfizer. Su eficacia, sin embargo, es más limitada, y en los sucesivos ensayos tampoco se ha incluido población infantil.

Los métodos más tradicionales, que han mostrado seguridad y eficacia en muchas de las vacunas establecidas, son los que utilizan el propio virus SARS-CoV-2 inactivado, como la que está desarrollando la firma privada  china  Sinovac Biotech.

Otra estrategia utilizada habitualmente es atenuar el virus, pero lleva más tiempo, por lo que estas vacunas están aún en las primeras fases, aunque están demostrando ser más eficaces en la protección, generando una respuesta más completa y duradera, además de poder ser administradas nasalmente.

Los que saben no se apresuran

Hay otro aspecto a tener en cuenta, del que se hacía eco recientemente un artículo en STAT,  y es la experiencia previa de las empresas en producción de vacunas. Sanofi y Merck, grandes compañías farmacéuticas expertas en desarrollo de vacunas, no cuentan aún con vacunas en fases avanzadas de desarrollo. Conocedoras de la complejidad e inversión requeridas, han optado por diversificar las estrategias, participando en consorcios utilizando diferentes tecnologías.

A pesar de la gran atención mediática que están recibiendo las compañías con vacunas en fases muy avanzadas, es más que probable que sean las empresas con ‘solera’ las capaces de desarrollar vacunas efectivas en niños

Sanofi ha apostado por una vacuna con material genético, similar a la de Moderna, pero aun en fase I y otra vacuna apoyada en tecnología utilizada previamente en su vacuna antigripal. Por su parte, Merck se ha basado en el desarrollo realizado previamente con la vacuna contra el ébola. Es importante recordar que la vacuna contra ébola ha mostrado ser eficaz en un amplio margen de la población, jóvenes y ancianos. La otra apuesta de la compañía es una vacuna a partir de otro virus atenuado con material genético del coronavirus, usando la misma tecnología que están desarrollando para el virus chikungunya.

Así pues, la combinación de una estrategia tradicional con un desarrollo en paralelo con otra estrategia más novedosa podría adelantar la salida a fases más avanzadas.

A pesar de la gran atención mediática que están recibiendo las compañías con vacunas en fases muy avanzadas, es más que probable que sean las empresas con ‘solera’ –como las mencionadas Sanofi o Merck– las capaces de desarrollar vacunas efectivas en niños. Ya que, como vemos, no es tan sencillo producirlas como parece. Aunque la situación es bastante frustrante y quisiéramos proteger a nuestros niños, en este caso se aplica el refrán: “Vísteme despacio, que tengo prisa”.

octubre 11/2020 (SINC)

 

6.- La pandemia castiga económicamente más a quienes tienen menos recursos en países en vías de desarrollo

Una gran encuesta llevada a cabo en 17 países de América Latina y el Caribe evidencia que las personas con una situación económica más precaria perdieron más empleos y cerraron más negocios durante la pandemia, en comparación con las familias con más ingresos.

Los impactos económicos provocados por la COVID-19 en los países en vías de desarrollo inciden más en quienes tenían un nivel de ingresos más bajo previamente a la pandemia. Es la principal conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)  y de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), cuyos resultados se han publicado en la revista Plos One.

“La pandemia tuvo grandes efectos no solo en pérdida de empleos y caída de ingresos, sino que también generó más hambre y ajustes en la dieta, especialmente en hogares de menores ingresos”, explica a SINC Nicolás Bottan, profesor en Universidad de Cornell y uno de los autores del estudio.

“Aunque estas medidas son necesarias para la salud pública, pueden profundizar las brechas preexistentes entre ricos y pobres”, expone este estudio.

La principal causa de estos perjuicios, exponen, se encuentra en las medidas sanitarias adoptadas por los gobiernos, “necesarias”, pero perjudiciales para la economía. “Los gobiernos han implementado regulaciones que requieren distanciamiento social, el cierre de negocios no esenciales, las restricciones a los viajes y, en muchos casos, quedarse en casa”, contextualiza el estudio.

“Aunque estas medidas son necesarias para la salud pública, pruebas recientes en los países desarrollados sugieren que tienen impactos económicos negativos a corto plazo y, potencialmente, pueden profundizar las brechas preexistentes entre ricos y pobres”, exponen sus autores en el documento.

En concreto, los autores han recogido pruebas a través de una gran encuesta, realizada en 17 países de América Latina y el Caribe: 8 países de América del Sur (Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Uruguay), 4 países de Norteamérica y Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, México y Panamá) y cinco países del Caribe (Bahamas, Barbados, Jamaica, República Dominicana y Trinidad y Tobago).

Los investigadores obtuvieron un total de 230 540 respuestas válidas, acerca de cuestiones económicas como la pérdida de empleos, el cierre de negocios y el poder adquisitivo. Los datos revelaron grandes caídas en el empleo y cierres de empresas que afectaron más a los hogares de ingresos más bajos. “Estos efectos negativos tienen consecuencias también que se traducen en una disminución de la seguridad alimentaria”, subraya el trabajo.

En líneas generales, el 45 % de los encuestados informó de que un miembro del hogar había perdido su trabajo. También, de entre quienes tenían a un familiar emprendedor, el 58 % afirmó que este se había visto obligado a cerrar su negocio.

Desglosando estos datos por niveles de renta, y separando las respuestas entre quienes están por encima y por debajo del salario mínimo de cada país en el que se llevó a cabo este estudio, se aprecia una gran desproporción entre estas mismas preguntas.

Casi el 71 % de los encuestados con rentas más bajas informó de que un miembro del hogar perdió su trabajo

De entre quienes estaban por encima del listón salarial, solamente el 14 % afirmó que un miembro de su hogar perdió el empleo, mientras que el 54 % indicó que un familiar cerró su negocio. Por contra, casi el 71 % de los encuestados con rentas más bajas informó de que un miembro del hogar perdió su trabajo y el 61 % informó que un miembro del hogar cerró su negocio.

Otro indicador que han obtenido es el porcentaje de familias que han recibido ayuda económica o préstamos por parte de otros familiares o amigos. Mientras que en las rentas inferiores a los salarios mínimos este hecho sucedió en el 70 % de los hogares encuestados, solamente el 26 % de los encuestados con ingresos superiores recibieron regalos o préstamos económicos por parte de parientes o conocidos. “Esto pone de relieve la importancia de las redes informales de protección social como una herramienta para hacer frente a los impactos negativos de la pandemia”, expresa el estudio.

Conjugar salud y economía

Tal y como comienza enunciando el informe, las medidas sanitarias impuestas fueron “necesarias”, pero, a su vez, perjudicaron a las rentas más bajas. En este sentido, el 77 % del total de encuestados están de acuerdo con la declaración de que la prioridad principal de los respectivos gobiernos nacionales debería ser detener la pandemia y el 54 % de los encuestados piensa que los negocios no esenciales deberían permanecer cerrados por un mes adicional. “La disminución del apoyo para mantener los negocios cerrados durante un mes adicional disminuye más rápido entre los hogares que pierden sus medios de vida”, puntualiza el informe.

“En América Latina y en el Caribe existen muchas barreras al acceso de internet, especialmente para hogares de ingresos más bajos”, explica Nicolás Bottan.

Al preguntar a los investigadores sobre cómo conjugar esos dos elementos, proponen algunas fórmulas que pueden contribuir a mantener la seguridad alimentaria de las familias más desfavorecidas. “En el corto plazo observamos que programas de transferencias gubernamentales así como transferencias informales, como remesas familiares, son importantes para atenuar los impactos económicos relacionados con las medidas de restricción de movilidad”, opina Bottan.

“Sin embargo, nuestro estudio también sugiere que la ayuda del gobierno debe ir más allá de los estímulos económicos. Para minimizar estos efectos, serán muy importantes las políticas en el sector de la salud y de la educación”, considera el docente.

¿A qué se deben estas desigualdades?

Para los investigadores, la naturaleza de los trabajos y la posibilidad de teletrabajar han tenido mucho que ver. “En América Latina y en el Caribe existen muchas barreras al acceso de internet, especialmente para hogares de ingresos más bajos”, explica Bottan.

“Al mismo tiempo, continúa, encontramos que la informalidad en el mercado laboral es un factor importante. Los empleados de hogares con menores ingresos tienden a trabajar en el sector informal y no acceden a los beneficios laborales disponibles en el sector formal”, considera.

Según los datos obtenidos en la encuesta, solo el 30 % de los trabajadores de los hogares con ingresos inferiores al salario mínimo nacional trabajan desde casa, mientras que el 76 % de los trabajadores de los hogares con mayores ingresos reportan trabajar desde casa.

“Se espera que muchos hogares que antes de la pandemia no eran pobres pero sí vulnerables caigan en situación de pobreza”, opina Diego Vera-Cossio.

Para apoyar la hipótesis de que los impactos económicos negativos son más pronunciados en los países en vías de desarrollo, compararon los resultados obtenidos con estadísticas similares en Estados Unidos, donde, según cifras del estudio, “el 43 % de las empresas cerraron”. “Esta investigación encuentra mayores tasas de cierre de negocios, lo que implica que los impactos económicos de la pandemia puede ser más fuerte en los países en desarrollo”, exponen.

Según sus conclusiones, aunque el estudio se ha realizado en el continente americano, los resultados son extrapolables a otras regiones. “Por ejemplo, no es extraño oír en las noticias de Estados Unidos sobre cómo los efectos de la pandemia han sido desiguales, incluso generando cambios en la calidad de la dieta de los americanos. El tema de los impactos en la nutrición ha sido enfatizado por economistas prominentes en la India”, declara a SINC Diego Vera-Cossio, economista del departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo y coautor del informe.

“El panorama en Latinoamérica es particularmente sombrío dada la alta desigualdad en la distribución del ingreso antes de la pandemia. Se espera que muchos hogares que antes de la pandemia no eran pobres, pero sí vulnerables caigan en situación de pobreza. Este sin duda, será un desafío para los políticos de cara al postconfinamiento”, concluye Vera-Cossio.

octubre 11/2020 (SINC)

Referencia:

Bottan N, Hoffmann B, Vera-Cossio D. : The unequal impact of the coronavirus pandemic: Evidence from seventeen developing countries. PLoS ONE. 2020.

 

Selección, edición y composición: Dra. María Elena Reyes González

 

octubre 12, 2020 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: |

Boletín de Noticias Al Día

Fecha: 12 de octubre de 2020

Año: 27 No. 248

Titulares:

1.- La ausencia de una proteína da ‘vía libre’ a la lesión aterosclerótica

2.- Cada 16 segundos ocurre una muerte perinatal en el mundo, según Naciones Unidas

3.- Realizar 30 minutos al día de actividad física puede reducir el riesgo de muerte

4.- El Nobel de Química 2020 deja una imagen inédita

5.- ¿Cuándo habrá una vacuna contra la COVID-19 para la infancia?

6.- La pandemia castiga económicamente más a quienes tienen menos recursos en países en vías de desarrollo

 

Noticias ampliadas:

1.- La ausencia de una proteína da ‘vía libre’ a la lesión aterosclerótica

La ausencia del receptor de macrófagos CD163 favorece la acumulación de lípidos en células, y por tanto propicia la evolución de la arteriosclerosis.

La enfermedad cardiovascular y, en particular, la aterosclerosis constituye una de las principales causas de mortalidad en adultos en países occidentales. Por lo tanto, estudiar esta patología es fundamental y, en esta línea, investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CiberCV) del grupo de Luis Miguel Blanco en el Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD), han identificado un nuevo mecanismo implicado en el desarrollo de estas lesiones.

En un trabajo publicado en Federation of American Societies for Experimental Biology (FASEB) Journal, en el que han contado con la colaboración del grupo de Jesús Egido, de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, y Joan C. Escola, del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en Barcelona, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CiberDEM),  los investigadores han analizado el papel que desempeña la proteína CD163, específica de un tipo de células inflamatorias, los macrófagos, en la progresión de la lesión aterosclerótica.

Esta enfermedad consiste en la acumulación progresiva de colesterol y células inflamatorias en la pared arterial, dando lugar a la placa aterosclerótica que, en estadios avanzados, puede provocar la muerte debido a un infarto de miocardio o ictus cerebral.

Prevención de la enfermedad

Los investigadores han estudiado los mecanismos a través de los cuales el receptor CD163 de macrófagos -células del sistema inmune que intervienen en la defensa del organismo para eliminar sustancias extrañas, en exceso o agentes patógenos- regula el desarrollo de la lesión aterosclerótica. En este trabajo, gracias a ratones modificados genéticamente, han detectado que la presencia de estos macrófagos antiinflamatorios que expresan esta proteína es esencial para prevenir el avance de esta enfermedad.

Según Carmen Gutiérrez, investigadora del IIS-FJD, con el trabajo han demostrado que la ausencia de CD163 favorece la acumulación de lípidos en células, y por tanto propicia la evolución de la enfermedad.

“La deficiencia en esta proteína se asocia al incremento de un receptor (CD36) del ‘colesterol malo’ (LDL, lipoproteínas de baja densidad), dando lugar a un aumento de la acumulación de lípidos en el interior de la lesión aterosclerótica, lo que hace que las placas progresen más rápidamente y sean más propensas a la rotura”.

Por lo tanto, indica Nerea Méndez, investigadora del CiberCV y del IIS-FJD, y coautora del trabajo, “el aumento de la expresión de CD163 en macrófagos podría ser una nueva diana terapéutica para el tratamiento de la aterosclerosis, debido a su papel protector durante la progresión de esta enfermedad”.

octubre 11/2020 (Diario Médico)

 

2.- Cada 16 segundos ocurre una muerte perinatal en el mundo, según Naciones Unidas

Casi 2 millones de bebés nacen muertos cada año, es decir, 1 cada 16 segundos, según las primeras estimaciones conjuntas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Naciones Unidas (ONU). Además, las interrupciones de los servicios de salud relacionadas con la COVID-19 podrían empeorar la situación, añadiendo potencialmente cerca de 200 000 fallecimientos más en un período de 12 meses.

El primer informe conjunto sobre muerte perinatal, realizado por UNICEF, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Grupo del Banco Mundial y la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas, revela que casi 2 millones de bebés nacen muertos cada año, es decir, 1 cada 16 segundos.

La gran mayoría de la mortinatalidad (nacimiento de un bebé sin signos de vida a las 28 semanas de gestación o más), el 84 %, se producen en países de ingresos bajos y medio-bajos, según el nuevo trabajo. Así, 3 de cada 4 fallecimientos en 2019 ocurrieron en el África subsahariana o Asia meridional.

La gran mayoría de las muertes perinatales, el 84 %, se producen en países de ingresos bajos y medio-bajos. La mayoría podrían haberse evitado con una supervisión de calidad, una atención prenatal adecuada y una partera capacitada

“Perder un hijo al nacer o durante el embarazo es una tragedia para una familia. Y con demasiada frecuencia se soporta en silencio en todo el mundo”, afirma Henrietta Fore, directora ejecutiva del UNICEF. “Cada 16 segundos, una madre sufrirá el nacimiento de un bebé muerto. Más allá de la pérdida de vidas, los costes psicológicos y económicos para las mujeres, familias y sociedades son graves y duraderos”.

Es más, Fore subraya que, para muchos de estos casos, no tenía que ser así: “La mayoría de estas muertes podrían haberse evitado con una supervisión de calidad, una atención prenatal adecuada y una partera capacitada”.

El informe advierte además que la COVID-19 podría empeorar el número global de mortinatos. Una reducción del 50 % en los servicios de salud debido a la pandemia podría causar casi 200 000 fallecimientos adicionales en un período de 12 meses en 117 países de ingresos bajos y medios: lo que supone un aumento del 11,1 %.

Según los modelos elaborados para este estudio por investigadores de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins (Baltimore, Estados Unidos), 13 países podrían registrar un aumento del 20 % o más en el número de mortinatos en un período de 12 meses.

“La COVID-19 ha desencadenado una devastadora crisis secundaria de salud para las mujeres, los niños y los adolescentes, debido a las interrupciones en los servicios de salud que salvan vidas”, apunta Muhammad Ali Pate, director mundial de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial y director del Servicio Financiero Mundial para las Mujeres, los Niños y los Adolescentes.

Falta de atención médica oportuna

La mayoría de las muertes perinatales se deben a la mala calidad de la atención durante el embarazo y el parto. Más del 40 % de los partos de mortinatos se producen durante el alumbramiento, una pérdida que podría evitarse con el acceso a un trabajador sanitario capacitado y una atención obstétrica de emergencia oportuna.

Alrededor de la mitad de los casos en África subsahariana y en Asia central y meridional se producen durante el parto, en comparación con el 6 % en Europa, América del Norte, Australia y Nueva Zelandia. Incluso antes de que la pandemia causara perturbaciones críticas en los servicios de salud, pocas mujeres de los países de ingresos bajos y medianos recibían atención oportuna y de alta calidad para evitar estos fallecimientos.

Alrededor de la mitad de los casos en África subsahariana y en Asia central y meridional se producen durante el parto, en comparación con el 6 % en Europa, América del Norte, Australia y Nueva Zelandia

La mitad de los 117 países analizados en el informe tienen una cobertura que oscila entre un mínimo de menos del 2 % y un máximo de solo el 50 % para ocho importantes intervenciones de salud materna: cesárea, prevención del paludismo, tratamiento de la hipertensión en el embarazo y detección y tratamiento de la sífilis.

Según el informe, se estima que la cobertura de los partos vaginales asistidos, una actuación fundamental para prevenir los mortinatos durante el alumbramiento, llega a menos de la mitad de las mujeres embarazadas que la necesitan.

Por ello, a pesar de los avances para prevenir o tratar las causas de muerte infantil, los progresos en la reducción de la tasa de mortinatalidad han sido lentos. Entre 2000 y 2019, la tasa anual de reducción fue de apenas el 2,3 %, en comparación con una reducción del 2,9 % de mortalidad neonatal y del 4,3 % de mortalidad de los niños de 1 a 59 meses.

Para los expertos, es posible progresar con políticas, programas e inversiones sólidas. “Recibir a un bebé en el mundo debería ser un momento de gran alegría, pero cada día miles de padres experimentan una tristeza insoportable porque sus hijos no sobreviven”, afirma Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. “La tragedia de los mortinatos muestra lo vital que es reforzar y mantener los servicios de salud esenciales, y lo crítico que es aumentar la inversión en enfermeras y parteras”.

Un problema no solo de países empobrecidos

En el informe también se señala que la mortinatalidad no solo es un problema para los países de menos recursos. En 2019, 39 estados de ingresos altos tenían un número mayor de mortinatos que de muertes neonatales, y 15 tenían un número mayor de mortinatos que de muertes infantiles.

Eso sí, el nivel de educación de la madre es uno de los mayores impulsores de la desigualdad en los territorios con altos ingresos. Tanto en los países de ingresos bajos como en los de ingresos altos, las tasas son más altas en las zonas rurales que en las urbanas.

Las minorías étnicas de los países de altos ingresos también pueden carecer de una atención sanitaria de calidad suficiente, como las poblaciones inuits de Canadá o las mujeres afroamericanas de Estados Unidos.

La situación socioeconómica también está vinculada a una mayor incidencia de mortinatalidad. Por ejemplo, en Nepal, las mujeres de castas minoritarias tenían tasas entre un 40 y un 60 % más altas que las mujeres de castas superiores.

Por otro lado, las minorías étnicas de los países de altos ingresos pueden carecer de acceso a una atención sanitaria de calidad suficiente. Las poblaciones inuits de Canadá, por ejemplo, tienen tasas de mortinatalidad casi tres veces superiores a las del resto del país, y las mujeres afroamericanas de Estados Unidos tienen casi el doble de riesgo que las mujeres blancas.

“Las mujeres embarazadas necesitan un acceso continuo a una atención de calidad, durante todo el embarazo y el parto. Estamos apoyando a los países en el fortalecimiento de sus sistemas de salud para prevenir estas muertes y asegurar que todas las gestantes puedan acceder a servicios de calidad”, concluye Ali Pate.

octubre 11/2020 (SINC)

 

3.- Realizar 30 minutos al día de actividad física puede reducir el riesgo de muerte

Un estudio del Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Cardiovasculares (CIBER), vela el efecto protector del ejercicio moderado o vigoroso, cuyo beneficio máximo se obtiene al multiplicar por cuatro esta práctica. Los científicos han hecho seguimiento de más de 11 000 personas durante siete años.

Realizar 150 minutos de actividad física de intensidad moderada, como caminar rápido o bailar, por ejemplo, o 75 minutos de actividad vigorosa a la semana como correr u otros deportes, como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), reduce el riesgo de mortalidad en un 16 %, el riesgo de mortalidad cardiovascular un 27 % y de accidentes cardiovasculares en un 12 %.

Así lo destaca un estudio liderado por investigadores del CIBER de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) y del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM).

La pregunta concreta que querían responder era, ¿cuál es la cantidad mínima y la cantidad máxima de actividad física para optimizar los beneficios sobre la salud cardiovascular?

El trabajo, publicado en la Revista Española de Cardiología, también revela que al multiplicar por cuatro la práctica de estas recomendaciones se obtiene el máximo beneficio, pero por encima de esta cantidad no se observa ningún beneficio adicional. Por encima de esta cantidad, no se observa ningún beneficio adicional.

Como explica Albert Clarà, primer firmante del estudio, investigador del CIBERCV y del IMIM y jefe de Servicio de Cirugía Vascular del Hospital del Mar, “la pregunta concreta que queríamos responder era, ¿cuál es la cantidad mínima y la cantidad máxima de actividad física para optimizar los beneficios sobre la salud cardiovascular?”.

Personas entre 25 y 79 años y 64 tipos de actividades

El estudio ha hecho un seguimiento de 11 158 personas durante más de 7 años, todas procedentes del estudio REGICOR. Los datos de la actividad física de los participantes, personas de entre 25 y 79 años, se recogieron con unos cuestionarios validados, en los cuales se especificaban hasta 64 tipos de actividades, y se hizo seguimiento de los participantes.

Los accidentes cardiovasculares y la mortalidad (863 personas murieron durante el estudio), se identificaron con estos seguimientos y con el cruce de datos con el programa de analítica de datos para la investigación y la innovación en salud (PADRIS), del Departamento de Salud de la Generalitat.

Helmut Schröder, uno de los firmantes del estudio e investigador del CIBERESP y del IMIM, ha apuntado que “los resultados del estudio indican que la práctica de actividad física de intensidad moderada-vigorosa se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad”

No se observaron diferencias por razón de edad o de género

En este sentido, Jaume Marrugat, también firmante del trabajo e investigador del CIBERCV y del IMIM, ha destacado que los resultados más interesantes son “que el beneficio ya se observa con dosis pequeñas de actividad física. Seguir las recomendaciones actuales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se asocia con una reducción del riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares del 12 % y de morir del 16 %”. A la vez, “el beneficio máximo se observa al multiplicar por 4 la práctica de estas recomendaciones, sin que se observe un beneficio adicional al incrementar la actividad física por encima de este nivel”. No se observaron diferencias por razón de edad o de género.

Promover un estilo de vida saludable

Se calcula que la falta de actividad física es la responsable del 6 % de las enfermedades cardiovasculares, del 7 % de la diabetes y del 9 % de la mortalidad prematura. También que uno de cada cuatro adultos europeos no sigue las recomendaciones de la OMS sobre la actividad física, cifra que llega al 35 % en España.

Ante esto, los resultados del estudio liderado por Roberto Elosua, último firmante del trabajo y jefe de grupo del CIBERCV, investigador del IMIM y de la Universidad de Vic–Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC), le llevan a destacar “la importancia de promover un estilo de vida saludable que incorpore la práctica de actividad física para la prevención de las enfermedades cardiovasculares”.

Los autores indican que “la práctica de actividad física no solo es una decisión individual, sino que también exige el compromiso de los organismos e instituciones públicos (ayuntamientos y otros gobiernos), para facilitar el acceso a la población a entornos donde se puedan realizar fácilmente estas actividades, tanto en entornos urbanos cómo rurales”.

octubre 11/2020 (SINC)

Referencia:

Albert Clará et al.: Análisis de la relación dosis-respuesta entre actividad física recreacional y eventos cardiovasculares y mortalidad por todas las causas: el  estudio REGICOR. Revista Española de Cardiología.

 

4.- El Nobel de Química 2020 deja una imagen inédita

Por primera vez en la historia, dos mujeres comparten de manera exclusiva un premio Nobel de ciencias. Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna han recibido el de Química de 2020 por desarrollar “un método para la edición genética”, CRISPR. Esta es la historia de cómo dos investigadoras se encuentran en un congreso, hablan, se entienden, se ponen a trabajar juntas… y cambian el mundo.

Desde hace ya bastantes años son muy raros los premios Nobel de ciencias en solitario. La mayoría de ellos son compartidos por dos o tres personas, en casi todos los casos hombres y muy de vez en cuando dos hombres y una mujer. Así que la fotografía de los premios de ciencia más importantes del mundo es esa: dos o tres varones o, alguna que otra vez, dos varones y una mujer.

Miles de investigadoras colaboran entre ellas para que avance el conocimiento

El hecho de que sean varias personas las que comparten la fotografía es un reflejo de la forma en la que se hace la ciencia en la actualidad: la colaboración. Pero esas fotografías que se publicaban año tras año no reflejaban otra realidad que este 2020 sí podemos ver en el galardón de química: una enorme cantidad de los grupos que hacen ciencia están integrados y liderados por científicas.

Miles de investigadoras de todos los países del mundo colaboran entre ellas para que avance el conocimiento. Pero eso no lo hemos visto en las fotografías de los premiados en el Nobel hasta que este 2020 Charpentier y Doudna han puesto cara a una realidad que la Real Academia de Ciencias de Suecia ha tardado en ver.

La microbióloga precaria y revolucionaria

Emmanuelle Charpentier (Juvisy-sur-Orge, Francia, 1968), microbióloga de formación, fue quien empezó con el trabajo que les ha llevado hasta el Nobel. Fue una investigadora en precario que tardó muchos años en tener un laboratorio propio pero no se dio por vencida. Tras dos becas posdoctorales en Nueva York, ambas bajo la dirección de dos investigadoras, volvió a Europa y recaló en Viena a principios de los 2000. Allí se empezó a interesar por CRISPR.

Tenía una idea revolucionaria y casi herética para la ciencia convencional sobre cómo podría funcionar este sistema. Para demostrarlo necesitaba que alguno de sus estudiantes de doctorado realizara ciertos experimentos porque ella no tenía ayudantes de laboratorio. Pero sus doctorandos no aceptaron entrar en el camino que les mostraba Charpentier, que solo logró que una de sus estudiantes de máster los realizara.

Poco después dejó su puesto en Viena y se trasladó a Umea (Suecia) y en 2011 publica en la prestigiosa revista Nature, un artículo revolucionario que demostraba cómo dos moléculas de RNA interaccionaban para hacer funcionar el sistema antiviral de las bacterias. La primera firmante era la humilde estudiante de máster.

Puerto Rico las unió

Ese mismo año conoció en un Congreso en Puerto Rico a Jennifer Doudna (Washington D.C., Estados Unidos, 1964), reputada bióloga estructural que trabaja precisamente con RNA. A partir de ahí empezaron a colaborar y solo un año después publicaron juntas en Science, un trabajo que va más allá de la ciencia básica y que fue el inicio de su camino hasta el Nobel: una endonucleasa programable por RNA en la inmunidad bacteriana.

En todo este trabajo la palabra clave era “programable” porque en él demostraron que se podía usar este sistema para introducir cambios muy específicos en cualquier sitio de un genoma con una elegante simplicidad. Charpentier y Doudna acordaron firmar el papel con relevancia equivalente. Les fue fácil ponerse de acuerdo. Y menos de un año después ya había cientos de laboratorios aplicando su método.

Desde entonces les han llovido los premios (en España, el Princesa de Asturias y el Fronteras de la Fundación BBVA, que nos han brindado refrescantes fotografías que, por una vez, no protagonizan chaquetas y corbatas) y continúan investigando y descubriendo cosas nuevas. Su trabajo es un gran ejemplo de cómo la curiosidad científica, sin ninguna intención de aplicación, puede terminar encontrando utilidades enormemente importantes. En esta curiosidad caben ideas locas, que muchas veces quedan en eso pero que, en otras, como en este caso las de Charpentier, sirven para descubrir lo que ocurre de verdad y abren caminos insospechados a la ciencia y a sus aplicaciones.

En realidad, toda esta historia se remonta a un español, Francisco Mojica, microbiólogo de la Universidad de Alicante, que en 1993 publico su descubrimiento de las secuencias CRISPR (sí, fue Francis Mojica quien les dio este nombre) en bacterias de las salinas de Santa Pola. También fue el primero que, en 2005, sugiere en una publicación que se trataba de un sistema inmunitario bacteriano. Aunque ambos trabajos son la base de todo, le costó muchísimo publicarlos. Nadie se lo creía, como le pasó a Charpentier con sus doctorandos.

También es un ejemplo de lo fructíferas que son las colaboraciones entre personas con diferentes especialidades o intereses científicos. Dos investigadoras se encuentran en un congreso, hablan, se entienden, se ponen a trabajar juntas… y cambian el mundo. Enhorabuena, Charpentier y Doudna.

octubre 11/2020 (SINC)

Nota:

CRISPR es una familia de secuencias de ADN que se encuentran en los genomas de organismos procarióticos como bacterias y arqueas. Estas secuencias se derivan de fragmentos de ADN de bacteriófagos que previamente habían infectado al procariota.

El acrónimo CRISPR es el nombre de unas secuencias repetitivas presentes en el ADN de las bacterias, que funcionan como autovacunas. Contienen el material genético de los virus que han atacado a las bacterias en el pasado, por eso permiten reconocer si se repite la infección y defenderse ante ella cortando el ADN de los invasores.

La tecnología CRISPR/Cas9 es una herramienta molecular utilizada para “editar” o “corregir” el genoma de cualquier célula. Eso incluye, claro está, a las células humanas.

 

5.- ¿Cuándo habrá una vacuna contra la COVID-19 para la infancia?

Hay ya más de 190 proyectos de vacuna contra el coronavirus en el mundo, pero nadie está aún desarrollando una inmunización para niños. ¿Cuáles son las razones?

En los últimos meses, las noticias sobre vacunas han acaparado los titulares y las pantallas. Todos estamos pendientes de los avances de las 193 vacunas, 42 de ellas en fase clínica, que se están desarrollando contra la COVID-19 en el mundo, utilizando distintas tecnologías, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, especula con poder aprobar la producción de alguna de ellas antes de las elecciones estadounidenses de noviembre.

Sin embargo, como alertaba recientemente un artículo en The New York Times, ninguna de las primeras vacunas se va a poder administrar de momento a niños.

¿En qué son diferentes los niños?

Las razones detrás de esta realidad, que puede parecer injusta a primera vista, son de dos tipos: biológicas y coyunturales. En el aspecto biológico, hay que tener en cuenta que el ser humano es uno de los mamíferos que nace más ‘inmaduro’. Esto quiere decir que algunos de nuestros órganos están todavía poco desarrollados cuando nacemos. Y entre los menos desarrollados se encuentra el timo, un pequeño órgano responsable de la producción de buena parte de las células del sistema inmunitario.

Solo cuando los niños cumplen entre 10 y 12 años se puede decir que su sistema inmunitario está completamente desarrollado, por eso no se les pueden administrar vacunas en el mismo formato que a los adultos.

Como resultado, el niño permanece meses dependiente de las células inmunitarias y anticuerpos que la madre le pasa con la leche. Y desde que el niño ya no toma leche materna hasta que tiene sus defensas desarrolladas, estas funcionan de modo muy distinto a un adulto. Solo cuando alcanza entre 10 y 12 años se puede decir que su sistema inmunitario está completamente desarrollado.

Es por eso a los niños no se les pueden administrar las vacunas en el mismo formato que a los adultos. En primer lugar, las dosis son distintas, a veces menores (como la de la hepatitis B) y otras mayores (como la de la tosferina).

Además, sus pulmones son más pequeños, lo que podría hacer que cualquier efecto secundario inflamatorio fuera mucho más peligroso. Y, finalmente, por las características del sistema inmunitario infantil, suele ser más eficiente una vacuna nasal , como las que se desarrollan contra la gripe,  que una intramuscular. La razón es que en los niños predominan las defensas llamadas ‘innatas’ que a menudo se alojan en las mucosas (tejidos que recubren órganos como la nariz), a diferencia de las ‘adquiridas’ de los adultos, que se estimulan mejor a través de la sangre.

Desarrollo más lento

Precisamente, este tipo de vacuna que los niños necesitan es más lenta de desarrollar que las que están ya en últimas fases de ensayos clínicos (todas intramusculares).

Pero hay otras razones de tipo coyuntural que explican el retraso de las vacunas de COVID-19 para los niños. Como se detalla en un reciente artículo aparecido en Nature, las vacunas que actualmente se encuentran en diferentes fases clínicas se están desarrollando en base a diferentes aproximaciones, desde las más tradicionales y conocidas hasta las más novedosas. Todas tienen ventajas e inconvenientes con respecto a la protección que ofrecen, o a las necesidades y velocidad de producción y distribución.

Sus pulmones son más pequeños, lo que podría hacer que cualquier efecto secundario inflamatorio fuera mucho más peligroso

La mayoría de las vacunas en fases más avanzadas (las de Oxford, CanSino y Jansen) utilizan una tecnología novedosa basada en virus que no infectan a humanos. Dichos virus se modifican para que se parezcan externamente al SARS-CoV-2 y provoquen una respuesta inmunitaria protectora. El tipo de respuesta es variable y, aunque podría ser suficiente, no se han desarrollado pruebas en población infantil.

Utilizando una tecnología muy similar, pero con inoculación nasal, se están produciendo otras vacunas que aún están en fases muy iniciales. Otros métodos novedosos utilizan tecnologías basadas en el material genético (ARN o ADN), son más rápidas de producir y la mayoría se encuentran en fase III, es el caso de Moderna o Pfizer. Su eficacia, sin embargo, es más limitada, y en los sucesivos ensayos tampoco se ha incluido población infantil.

Los métodos más tradicionales, que han mostrado seguridad y eficacia en muchas de las vacunas establecidas, son los que utilizan el propio virus SARS-CoV-2 inactivado, como la que está desarrollando la firma privada  china  Sinovac Biotech.

Otra estrategia utilizada habitualmente es atenuar el virus, pero lleva más tiempo, por lo que estas vacunas están aún en las primeras fases, aunque están demostrando ser más eficaces en la protección, generando una respuesta más completa y duradera, además de poder ser administradas nasalmente.

Los que saben no se apresuran

Hay otro aspecto a tener en cuenta, del que se hacía eco recientemente un artículo en STAT,  y es la experiencia previa de las empresas en producción de vacunas. Sanofi y Merck, grandes compañías farmacéuticas expertas en desarrollo de vacunas, no cuentan aún con vacunas en fases avanzadas de desarrollo. Conocedoras de la complejidad e inversión requeridas, han optado por diversificar las estrategias, participando en consorcios utilizando diferentes tecnologías.

A pesar de la gran atención mediática que están recibiendo las compañías con vacunas en fases muy avanzadas, es más que probable que sean las empresas con ‘solera’ las capaces de desarrollar vacunas efectivas en niños

Sanofi ha apostado por una vacuna con material genético, similar a la de Moderna, pero aun en fase I y otra vacuna apoyada en tecnología utilizada previamente en su vacuna antigripal. Por su parte, Merck se ha basado en el desarrollo realizado previamente con la vacuna contra el ébola. Es importante recordar que la vacuna contra ébola ha mostrado ser eficaz en un amplio margen de la población, jóvenes y ancianos. La otra apuesta de la compañía es una vacuna a partir de otro virus atenuado con material genético del coronavirus, usando la misma tecnología que están desarrollando para el virus chikungunya.

Así pues, la combinación de una estrategia tradicional con un desarrollo en paralelo con otra estrategia más novedosa podría adelantar la salida a fases más avanzadas.

A pesar de la gran atención mediática que están recibiendo las compañías con vacunas en fases muy avanzadas, es más que probable que sean las empresas con ‘solera’ –como las mencionadas Sanofi o Merck– las capaces de desarrollar vacunas efectivas en niños. Ya que, como vemos, no es tan sencillo producirlas como parece. Aunque la situación es bastante frustrante y quisiéramos proteger a nuestros niños, en este caso se aplica el refrán: “Vísteme despacio, que tengo prisa”.

octubre 11/2020 (SINC)

 

6.- La pandemia castiga económicamente más a quienes tienen menos recursos en países en vías de desarrollo

Una gran encuesta llevada a cabo en 17 países de América Latina y el Caribe evidencia que las personas con una situación económica más precaria perdieron más empleos y cerraron más negocios durante la pandemia, en comparación con las familias con más ingresos.

Los impactos económicos provocados por la COVID-19 en los países en vías de desarrollo inciden más en quienes tenían un nivel de ingresos más bajo previamente a la pandemia. Es la principal conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)  y de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), cuyos resultados se han publicado en la revista Plos One.

“La pandemia tuvo grandes efectos no solo en pérdida de empleos y caída de ingresos, sino que también generó más hambre y ajustes en la dieta, especialmente en hogares de menores ingresos”, explica a SINC Nicolás Bottan, profesor en Universidad de Cornell y uno de los autores del estudio.

“Aunque estas medidas son necesarias para la salud pública, pueden profundizar las brechas preexistentes entre ricos y pobres”, expone este estudio.

La principal causa de estos perjuicios, exponen, se encuentra en las medidas sanitarias adoptadas por los gobiernos, “necesarias”, pero perjudiciales para la economía. “Los gobiernos han implementado regulaciones que requieren distanciamiento social, el cierre de negocios no esenciales, las restricciones a los viajes y, en muchos casos, quedarse en casa”, contextualiza el estudio.

“Aunque estas medidas son necesarias para la salud pública, pruebas recientes en los países desarrollados sugieren que tienen impactos económicos negativos a corto plazo y, potencialmente, pueden profundizar las brechas preexistentes entre ricos y pobres”, exponen sus autores en el documento.

En concreto, los autores han recogido pruebas a través de una gran encuesta, realizada en 17 países de América Latina y el Caribe: 8 países de América del Sur (Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Uruguay), 4 países de Norteamérica y Centroamérica (Costa Rica, El Salvador, México y Panamá) y cinco países del Caribe (Bahamas, Barbados, Jamaica, República Dominicana y Trinidad y Tobago).

Los investigadores obtuvieron un total de 230 540 respuestas válidas, acerca de cuestiones económicas como la pérdida de empleos, el cierre de negocios y el poder adquisitivo. Los datos revelaron grandes caídas en el empleo y cierres de empresas que afectaron más a los hogares de ingresos más bajos. “Estos efectos negativos tienen consecuencias también que se traducen en una disminución de la seguridad alimentaria”, subraya el trabajo.

En líneas generales, el 45 % de los encuestados informó de que un miembro del hogar había perdido su trabajo. También, de entre quienes tenían a un familiar emprendedor, el 58 % afirmó que este se había visto obligado a cerrar su negocio.

Desglosando estos datos por niveles de renta, y separando las respuestas entre quienes están por encima y por debajo del salario mínimo de cada país en el que se llevó a cabo este estudio, se aprecia una gran desproporción entre estas mismas preguntas.

Casi el 71 % de los encuestados con rentas más bajas informó de que un miembro del hogar perdió su trabajo

De entre quienes estaban por encima del listón salarial, solamente el 14 % afirmó que un miembro de su hogar perdió el empleo, mientras que el 54 % indicó que un familiar cerró su negocio. Por contra, casi el 71 % de los encuestados con rentas más bajas informó de que un miembro del hogar perdió su trabajo y el 61 % informó que un miembro del hogar cerró su negocio.

Otro indicador que han obtenido es el porcentaje de familias que han recibido ayuda económica o préstamos por parte de otros familiares o amigos. Mientras que en las rentas inferiores a los salarios mínimos este hecho sucedió en el 70 % de los hogares encuestados, solamente el 26 % de los encuestados con ingresos superiores recibieron regalos o préstamos económicos por parte de parientes o conocidos. “Esto pone de relieve la importancia de las redes informales de protección social como una herramienta para hacer frente a los impactos negativos de la pandemia”, expresa el estudio.

Conjugar salud y economía

Tal y como comienza enunciando el informe, las medidas sanitarias impuestas fueron “necesarias”, pero, a su vez, perjudicaron a las rentas más bajas. En este sentido, el 77 % del total de encuestados están de acuerdo con la declaración de que la prioridad principal de los respectivos gobiernos nacionales debería ser detener la pandemia y el 54 % de los encuestados piensa que los negocios no esenciales deberían permanecer cerrados por un mes adicional. “La disminución del apoyo para mantener los negocios cerrados durante un mes adicional disminuye más rápido entre los hogares que pierden sus medios de vida”, puntualiza el informe.

“En América Latina y en el Caribe existen muchas barreras al acceso de internet, especialmente para hogares de ingresos más bajos”, explica Nicolás Bottan.

Al preguntar a los investigadores sobre cómo conjugar esos dos elementos, proponen algunas fórmulas que pueden contribuir a mantener la seguridad alimentaria de las familias más desfavorecidas. “En el corto plazo observamos que programas de transferencias gubernamentales así como transferencias informales, como remesas familiares, son importantes para atenuar los impactos económicos relacionados con las medidas de restricción de movilidad”, opina Bottan.

“Sin embargo, nuestro estudio también sugiere que la ayuda del gobierno debe ir más allá de los estímulos económicos. Para minimizar estos efectos, serán muy importantes las políticas en el sector de la salud y de la educación”, considera el docente.

¿A qué se deben estas desigualdades?

Para los investigadores, la naturaleza de los trabajos y la posibilidad de teletrabajar han tenido mucho que ver. “En América Latina y en el Caribe existen muchas barreras al acceso de internet, especialmente para hogares de ingresos más bajos”, explica Bottan.

“Al mismo tiempo, continúa, encontramos que la informalidad en el mercado laboral es un factor importante. Los empleados de hogares con menores ingresos tienden a trabajar en el sector informal y no acceden a los beneficios laborales disponibles en el sector formal”, considera.

Según los datos obtenidos en la encuesta, solo el 30 % de los trabajadores de los hogares con ingresos inferiores al salario mínimo nacional trabajan desde casa, mientras que el 76 % de los trabajadores de los hogares con mayores ingresos reportan trabajar desde casa.

“Se espera que muchos hogares que antes de la pandemia no eran pobres pero sí vulnerables caigan en situación de pobreza”, opina Diego Vera-Cossio.

Para apoyar la hipótesis de que los impactos económicos negativos son más pronunciados en los países en vías de desarrollo, compararon los resultados obtenidos con estadísticas similares en Estados Unidos, donde, según cifras del estudio, “el 43 % de las empresas cerraron”. “Esta investigación encuentra mayores tasas de cierre de negocios, lo que implica que los impactos económicos de la pandemia puede ser más fuerte en los países en desarrollo”, exponen.

Según sus conclusiones, aunque el estudio se ha realizado en el continente americano, los resultados son extrapolables a otras regiones. “Por ejemplo, no es extraño oír en las noticias de Estados Unidos sobre cómo los efectos de la pandemia han sido desiguales, incluso generando cambios en la calidad de la dieta de los americanos. El tema de los impactos en la nutrición ha sido enfatizado por economistas prominentes en la India”, declara a SINC Diego Vera-Cossio, economista del departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo y coautor del informe.

“El panorama en Latinoamérica es particularmente sombrío dada la alta desigualdad en la distribución del ingreso antes de la pandemia. Se espera que muchos hogares que antes de la pandemia no eran pobres, pero sí vulnerables caigan en situación de pobreza. Este sin duda, será un desafío para los políticos de cara al postconfinamiento”, concluye Vera-Cossio.

octubre 11/2020 (SINC)

Referencia:

Bottan N, Hoffmann B, Vera-Cossio D. : The unequal impact of the coronavirus pandemic: Evidence from seventeen developing countries. PLoS ONE. 2020.

 

Selección, edición y composición: Dra. María Elena Reyes González

 

octubre 12, 2020 | Dra. María Elena Reyes González | Filed under: |

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