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La ingesta de alcohol está facilitada por la relación con la conducta alimentaria, y ambas conductas están altamente influidas por situaciones de estrés y ansiedad.
La desregulación de estos procesos puede llegar a situaciones patológicas, como la anorexia, la bulimia o la obesidad. Los elementos neurobiológicos que subyacen a este control no están completamente esclarecidos. Un reciente estudio se ha centrado en el análisis del núcleo incertus (NI) en el tegmento pontino, ya que constituye un elemento común a la ingesta y a la adicción al alcohol.
Las neuronas del NI utilizan como señalización el neuropéptido relaxina-3 (RLN3) y su receptor RXFP3. Los investigadores han analizado la participación del sistema NI-RLN3-RXFP3 en estas conductas bajo condiciones de ansiedad o estrés en modelos animales. La activación del NI tiene un efecto positivo sobre la ingesta (orexígeno) y desarrolla una respuesta amplia en la amígdala, donde se modulan los estados de ansiedad. La actividad de RLN3-RXFP3 en la amígdala podría afectar a la adicción al alcohol, ya que la aplicación del antagonista de RXFP3 en la amígdala extendida atenúa la recaída al alcohol inducida por el estrés. Los datos neuroanatómicos indican que el sistema NI-RLN3-RXFP3 actúa sobre la conducta de ingesta y adicción al alcohol mediante proyecciones paralelas a las vías canónicas mesolímbicas.
En conclusión, datos en modelos animales indican que el sistema NI-RLN3-RXFP3 debería tenerse en cuenta como diana en el tratamiento futuro de trastornos de las conductas alimentarias y adictivas. El estudio se publica en Rev Neurol 2018.
septiembre 23/2018 (neurologia.com)