Muchos grupos de trabajo españoles ven posibilidades de avanzar en la lucha contra el cáncer gracias a la viroterapia y los vectores de alta capacidad.

Numerosos grupos españoles estudian el potencial terapéutico de los adenovirus. Lo que ha acrecentado el interés en este virus en los últimos años son las amplias posibilidades que ofrece, sobre todo, en terapia génica y en viroterapia contra el cáncer. La primera de esas aplicaciones no es totalmente nueva. «Los vectores de adenovirus llevan mucho tiempo en investigación, incluso se han probado en humanos», recuerda Rubén Hernández Alcoceba, del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA), en Pamplona.

Tradicionalmente, el principal problema ha sido que «cuando estos vectores transfieren un gen terapéutico a las células, no son capaces de prolongar su expresión durante mucho tiempo porque mantienen una parte de los genes virales de los que derivan, y el sistema inmune reconoce esas células y las elimina».

El aumento de la eficacia, y no la falta de seguridad, es, de hecho, el principal escollo al que se enfrenta la investigación de adenovirus con fines terapéuticos. Por eso, Hernández Alcoceba y su grupo se han especializado en los denominados vectores de adenovirus de alta capacidad. «La principal ventaja que presentan es que hemos eliminado todos los genes de origen viral y los hemos sustituido por material genético de origen humano». Junto al gen o los genes terapéuticos se incluye material genético de relleno, que «no codifica para nada pero que es necesario para llegar al tamaño óptimo que tiene el genoma del virus». De este modo, «el sistema inmune ya no es capaz de reconocer a la célula como una célula infectada».

Este experto ha sido uno de los ponentes del primer congreso de la Red Española de Adenovirus, AdenoNet, que se acaba de celebrar en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC (CNB-CSIC), en Madrid. Según ha indicado, estos vectores de alta capacidad solo mantienen del virus original el exterior, la cápside, «que es lo que hace falta para que infecte las células».

De momento, estos vectores se encuentran en fase preclínica, en algunos casos muy prometedora. Por ejemplo, se ha demostrado en primates no humanos la expresión del gen terapéutico en el hígado durante más de siete años después de una única administración.

Al contrario que los lentivirus, también utilizados en terapia génica, los adenovirus no se integran en el genoma, por lo que no pueden causar mutaciones potencialmente patológicas. Por otro lado, frente a los vectores adenoasociados presentan la ventaja de que, al haber sido despojados de todos los genes virales, tienen mucho más espacio para albergar genes terapéuticos o genes grandes. «Los vectores adenoasociados son muy seguros, pero su capacidad de clonaje es de 4,7 kilobases, y hay genes que no caben ahí», apunta Hernández Alcoceba. «Hay enfermedades genéticas cuyos genes son más grandes». En este sentido, el investigador del CIMA cree que los vectores de adenovirus de alta capacidad tienen mucho que decir en enfermedades genéticas, «especialmente las metabólicas que afectan al hígado y al cerebro, porque son dos órganos en los que las células no se dividen muy rápido, con lo cual va a resultar una terapia muy estable».

El otro gran ámbito de acción es la terapia génica frente al cáncer. «Estos vectores permiten expresar una combinación de genes y, además, introducir sistemas de control de la expresión genética». En su opinión, lo que parece «más prometedor para el cáncer es una combinación de genes inmunoestimuladores».

Cáncer de páncreas
El papel antitumoral de los adenovirus no se circunscribe a la terapia génica; abarca también el diseño de viroterapias basadas en virus oncolíticos. En este terreno, Cristina Fillat, del Instituto de Investigaciones August Pi i Sunyer (Idibaps), en Barcelona, y su grupo trabajan en el diseño de adenovirus oncolíticos para el adenocarcinoma ductal pancreático.

Al haber sido vaciados de genes virales, los vectores de alta capacidad tienen más espacio para albergar genes terapéuticos y, sobre todo, el sistema inmune no los rechaza.

«Ahora tenemos un tipo de virus con el que hemos podido demostrar en ratones que, cuando lo combinamos con quimioterapia estándar, hay un efecto sinérgico», explica Fillat, quien añade que esa mayor eficacia antitumoral se debe, entre otras cosas, a que «estos virus son capaces de actuar sobre poblaciones de células madre, frente a las que la quimioterapia no actúa porque tienen unos transportadores de membrana que expulsan los fármacos con facilidad».
abril 27/2016 (Diario Médico)

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