La Organización Mundial de la Salud estima que para el 2030 los diagnósticos de diabetes mellitus doblarán las cifras actuales. La prevención y el abordaje precoz han sido uno de los pilares básicos de la primera jornada del Congreso Mundial de Diabetes que se está celebrando en Dubai (Emiratos Árabes).

El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) estima que existen aproximadamente 79 millones de estadounidenses con prediabetes y que, de ellos, entre el 40 y el 50% progresarán a diabetes mellitus tipo 2.  Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) predice que para el 2030 la prevalencia será el doble y que la prevención y el diagnóstico precoz de esta enfermedad son decisivos para reducir la incidencia. Sin embargo, las opiniones de los expertos difieren sobre el abordaje precoz. ¿Qué es más adecuado, ejercicio físico y cambios en el estilo de vida combinados con la administración de fármacos, o solo deporte y dieta? Este fue el punto de partida de uno de los debates más concurridos que sedesarrolló en el congreso.

Los argumentos a favor los expuso Ralph DeFronzo, director de la Unidad de Investigación de Diabetes de la Universidad de Texas (Estados Unidos) quien destacó que el tratamiento de la enfermedad sin una combinación farmacológica no funciona a largo plazo: «La modificación del estilo de vida reduce la conversión de la intolerancia de la glucosa (IGT) a diabetes mellitus tipo 2, pero es complicado implantarlo y sostenerlo durante periodos largos de tiempo, como se demostró en el estudio DPP», explicó. En este estudio participaron 3234 estadounidenses y se comprobó que los cambios en la dieta y la inclusión del ejercicio físico provocaron que el 54% de los participantes redujeran su peso; en el caso de aquellos que lo combinaron con metformina se produjo un descenso del 31%.

Algunos expertos creen que la prevención de la diabetes mellitus consiste en cambios en la dieta y el estilo de vida; otros afirman que debe incluir fármacos

Una vez finalizado el tratamiento, los facultativos realizaron 16 sesiones de seguimiento cara a cara durante 24 semanas; tras esto se redujeron a sesiones mensuales y a terapias de grupo. Además, a los pacientes se les asignó un programa de actividades físicas de 150 minutos a la semana. Aun así, los pacientes que habían perdido peso todavía evolucionaban a diabetes mellitus tipo 2, mientras que los que habían combinado la terapia con metformina se mantuvieron en los mismos niveles cuatro años más. «El hambre, el deseo de comer y la urgencia para ingerir comida están ahí; los fármacos pueden reducirlos», aseguró DeFronzo.

En el otro lado está la opinión de Jaakko Tuomilehto, del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Helsinki (Finlandia). «El funcionamiento de los fármacos está supeditado al tiempo de toma, a la tolerancia o a si el paciente dispone del dinero suficiente para mantener un tratamiento a largo plazo. «Si la terapia no ha funcionado, el paciente debe enfrentarse a comorbilidades que de otro modo no huiese tenido, e incluso a la mortalidad», ha afirmado Tuomilehto. El especialista explicó que programas como el DPP de India han demostrado que los pacientes menores de 30 años obtienen beneficios frente al placebo, pero que a partir de los 35 años las cifras son similares, por lo que no tiene grandes repercusiones a largo plazo ya que «cuando el efecto farmacológico desaparece los pacientes pueden recuperar los niveles anteriores «.

Aun así, DeFronzo ha insistido en que se obtienen mejores resultados combinando deporte y fármacos. «Los estudios Dream, DPP, Tripod, Pipod o Act Now respaldan mi argumentación. En el estudio Canoe hemos visto que una dosis alta de liraglutide puede reducir un 90% la conversión de IGT a diabetes mellitus. Además, una dosis simple de este fármaco restaura la respuesta de las células beta en pacientes con diabetes mellitus tipo 2 hiperglucémicos».

Por su parte, Tuomilehto insistió en que no deben emplearse fármacos para promocionar la prevención. «Las personas que han desarrollado diabetes tipo 2 están ligadas al tratamietno farmacológico y dependerán de él, pero si todavía no se ha desarrollado supone un gasto innecesario para el Estado y la familia». Tuomilehto recordó que una parte del estudio DPP consiste en educar al pacientes para mejorar su dieta, y que tras dos años estos consejos son innecesarios.

«Aproximadamente un 40% de las personas en las que se hace intervención dietética y cambios en el estilo de vida no consiguen sus objetivos y desarrollan diabetes mellitus; la alternativa es añadir un fármaco», explicó Rafael Gabriel, del Hospital Universitario La Paz, de Madrid. «Hemos diseñado el proyecto ePredice, que empezará a mediados del 2012. Participarán 16 centros europeos y dos australianos e incluirá a un mínimo de 3000 pacientes que se seguirán durante cinco años».

En la investigación los pacientes se dividirán en cuatro grupos: uno de control y tres más. En estos se modificarán los estilos de vida y se incluirá un fármaco diferente en cada muestra. La finalidad es determinar qué tipo de tratamiento tiene menor incidencia de complicaciones microvasculares. «El objetivo es mirar la eficacia en el abordaje precoz, intensivo, combinado frente solo a estilos de vida, en prevenir las complicaciones microvasculares en pacientes con prediabetes o con diabetes mellitus recién diagnosticados no conocidos».
diciembre 6/2011 (Diario Médico)

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